domingo, 7 de febrero de 2021

De Tinta y pólvora. Cori Piccirilli




¡A mi aún no logran implantarme el silencio esos déspotas siniestros que nos conducen a la marginalidad y al aniquilamiento! Por eso escribo desde la clandestinidad en la que vivo. En las sombras, cara a cara contra el enemigo. Escribo con las manos rotas de tanto alzar barricadas y el alma ensangrentada pero erguida como perro fiel a sus instintos, los huesos erectos, el ideal altivo. Espuma alada al viento, ebullición febril, la sangre aullando como lava ardiente, magma que erupciona, llama constante, belleza indomable, bomba atómica incendiando los símbolos de la patraña y la desdicha.

Corriendo entre las rocas y la soja transgénica escapé de la casa del verdugo. Factorías de cerdos, llanura caótica, en las pérfidas pampas regadas con la sangre de cientos de cuerpos, un animal grita desde mis entrañas desgarrando mi garganta, ¡JAMÁS SEREMOS LIBRES SI SEGUIMOS ESTANDO DE RODILLAS!

El anarquismo es un grito de independencia dirigido a las conciencias, el faro que ilumina este camino y te recuerda que eres libre.

¡Hay que llover, soñar, destilar, luchar y amar mientras estás vivo! Sembrar semillas de ideas. Alimentar la flor. Amasar el sueño de abejas y pan, sin terror ni balas. Donde no amanezca intacto el cinismo, que emerjan las verdades entre tempestades como el canto de las cigarras en las siestas del estío. Amores desgarrando el silencio sepulcral desde las grietas fecundas de la pacha mama.

Rudolf Rocker decía que “El Anarquismo no es un sistema cerrado de ideas, sino una interpretación del pensamiento que se encuentra en constante circulación, que no se puede oprimir en un marco firme si no se quiere renunciar a él.”

Todo lo que se estanca, se descompone, perece.

“Esto es lo que sostuvo siempre Max Nettlau y lo que no deberíamos olvidar nunca. Cada uno de nosotros no es más que un ser humano, y como tal expuesto al error. Todos aprendemos solamente por las experiencias.”

Quienes simplifican el universo sólo reducen su significado y yo, yo moriré por el alma descosida a borbotones más allá de los límites posibles. No seré sombra, materia inerte. Hay un volcán ardiendo dentro mío!. Me desvivo porque vivo.

Muchos entendimos que esta batalla no se detiene ni un minuto ni un beso. Elegimos la lucha como forma de vida porque el yugo odioso de este sanguinario sistema y sus parásitos, puesto sobre las espaldas del pueblo, nos envuelven incesantemente en su guerra y el inminente peligro nos empuja a vivir al vilo. Traspasando las fronteras de lo convencional y sus mezquinos deseos de un “progreso” obtuso y vil, en un presente constante y opresivo andamos contra la muerte. Y sin embargo soñamos todavía.

Me brotan manojos de noches en vela dispuesta a despedazar el sol cuando se abra el día como una granada reventada, para gestar manantiales de soles que iluminen la noche eterna de los desposeídos, pensando en muchedumbres con hambre a miles, soñando el día en que salgan a las calles a librar esa contienda. Las plazas de las ciudades inundadas, sobre las ruinas las sonrisas y la vida en cualquier parte. Treparé el muro para vislumbrar el horizonte donde habita nuestro sueño. Resinificaré la espera, la haré fuego. Ahora es la hora en que, dicen, nadie sobrevive, pero por las ranuras de los borcegos, desde la piel hasta la hiel, siento que afuera la vida arde.

¡Cuánta luminiscencia contiene el hueco de la noche! luciérnagas me guían hasta los brazos de mi compañero para peregrinar juntos este designio. Como ya ha dicho de forma tan hermosa Manuel Gonzáles Prada "La Anarquía es ese punto luminoso y lejano hacia el cual nos dirigimos (...) Aunque el establecimiento de una sociedad anárquica se redujera al sueño de un filántropo, nos quedaría la gran satisfacción de haber soñado. ¡Ojalá los hombres tuvieran siempre sueños tan hermosos!"

¡Soñemos!

Aunque te parezca tarde, aunque la noche sea cerrada, aunque creas que no puedes. ¡Grita! Sacúdete las cadenas, quita los cerrojos, derriba los muros, traspasa los límites inimaginables, cruza la fronteras. Aún estamos a tiempo de construir una utopía mejor para nosotros. Como diría Durruti "Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante".

Cori Piccirilli (A)