Me compongo de átomos, galaxias, sangre ardiente, sueños, piel, fuego, restos de flores secas, un innegable olor a amores perros, carne y huesos. Llevo a cuestas 206 huesos, una cruz enorme, unas cuántas cicatrices y más de seis heridas abiertas, que a pesar de siete intentos aún no sé cómo arrancarme. Y no te mentiría si digo que la mía es una historia signada por la magia, una seguidilla de hechos fortuitos que, guiados por la intuición y un hambre insaciable, más que por la razón y el azar, me arrastraron hasta aquí conservando los ideales intactos y altivos. Estoy descalza como el primer día y casi, casi, como un vil disparo al vuelo de los pájaros, mil veces me vi morir.
Me gustan los íntimos desafíos, nadie me enseñó a respirar para volar. Y llega un tiempo en que la esperanza comienza a aletear y todos mis sentidos se alertan exponiendo mi voluntad indoblegable. A veces las palabras me queman por dentro y me persiguen durante días, me retuerzo de dolor y ardo, liberando el vuelo contenido. Vuelo cubierta de fuego, de pétalos las alas, libre de prisiones. Y doy un salto como un incendio donde quemar todos los finales posibles para que aparezcan los brotes nuevos sobre las cenizas de esos paraísos artificiales que construyó la burguesía, donde hipócritas de almas apolilladas, celebran una vida “sana” y “ecológica” y la falsa felicidad a sangre fría y ruin, cuando la miseria, el hambre, los aviones lloviendo veneno, la deforestación, contaminación y un sinfín de etcéteras son producto de su propia avaricia lucrativa.
Bajo un amplio cielo gris, en una vasta llanura polvorienta, tropiezo con cadáveres; hombres enceguecidos, adormilados, adoquinados, estaqueados, lobotomizados, llevando a cuestas una quimera enorme, un monstruo opresor que con su pestilente hálito los envuelve y los arrastra hacia las entrañas del apocalipsis. Se oyen silbar tempestades de viento, gélidos huracanes, sabañones de invierno. Aborrezco a los ídolos fétidos, enmohecidos. Jamás en mi vida me arrastraré ante los poderosos. No le temo a la penitencia. Las leyes son castillos de arena que destruirá el fluyente de mis venas curtidas en las áridas mesetas que frecuentan las sudestadas. Estaré en prisión antes de someterme a las indignidades de este sistema.
Compréndeme bien, EL IDEAL ANARQUISTA NO ES UN LIBRO DE AUTOAYUDA. María Nikiforova se expresaba muy claramente al respecto “Los anarquistas no le prometen nada a nadie. Los anarquistas solo buscan que la gente sea consciente de su situación y tomen la libertad para sí mismos.” No debes moverte a la sombra de los demás cual espectro de humo. ¡Expulsa el grito amordazado, el horror reprimido, cautivo, putrefacto, fermentado y abandonado en el fondo de tu cuerpo! El deseo que niegas y consideras muerto, lo que intuyes, pero desestimas. Siempre llega un momento en que no hay más remedio que arriesgarse, el punto es entonces actuar o seguir soñando con hacerlo. Las palabras sin acciones van perdiendo cuerpo, se apagan con el tiempo, se vuelven pálidas, frías y mueren lentamente. Citaré a Malatesta "No se trata de hacer la anarquía hoy, o mañana, o dentro de diez siglos, sino de avanzar hacia la anarquía hoy, mañana, siempre."
Tienes que seguir adelante hagas lo que hagas, siempre brotará algo, siempre habrá alguna fisura en el terreno, siempre es hora de sembrar, de cultivar, siempre es momento de dar algún golpe por mínimo que parezca, sólo debes mantener la claridad, firmeza y convicción de las ideas. Lo más noble es levantar nuestra bandera en medio de la devastación y sostenerla infatigablemente para que el ideal anarquista se extienda como el fuego a la pradera.
Nuestra mejor arma es la determinación, independientemente del instrumento con el que contemos para llevar a cabo la acción. “Una sola cosa vale -decía Ibsen-: revolucionar las almas”. Las grandes obras se deben a fuerzas colectivas excitadas por fuerzas individuales; por lo tanto, es necesario concientizar al pueblo, ya que el futuro se esconde debajo de las uñas proletarias.
Decididamente estamos fuera del mundo, los salarios del hambre cortan la carne como navajas, el aumento del aparato militar es equivalente a la disminución de las libertades sociales y el aire ya no tolera himnos. Es el fuego de los condenados que se levanta sobre los adoquines de las selvas de cemento que alzaron en nombre del progreso, su progreso.
Toda industria legal se reduce a un robo legalmente organizado y con pericia la maquinaria represiva del estado, como la policía del pensamiento, controlan las fronteras del acontecer humano, fluctuante y cambiante al vertiginoso compás que marca la banca y las finanzas. Nunca creas en promesas de economía verde, ecológica, amigable y consciente, todas las medidas emprendidas en nombre del 'rescate de la economía' se convierten en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres.
Los recursos del planeta son limitados y muy lejos están de poder cumplir con los estándares de consumo y ambición del sistema capitalista. ¡Es imperante cambiar de paradigmas! No hago más que enunciar un par de verdades. Los estrategas políticos, de todos los colores -habidos y por haber-, han impuesto un silencio tajante y lapidario para que nadie se atreva a insinuar que seguimos cultivando la mentira y aceptando ser cómplices de ella. Y yo que ¡No! no puedo soportar un minuto más ante la violencia intrínseca del aparato estatal te pido que no seas cómplice del sufrimiento del pueblo y sus sueños violados, las muertes, el despojo y la tristeza, no seas cobarde ni egoísta, no formes parte de ese culto de la felicidad bajo los like y las apariencias. Esta arruga del tiempo, este siglo tan lleno de rabia pero con pocas propuestas necesita más responsabilidad individual y revolucionaria, nos requiere activos y en fraternidad.
El libro de la vida y sus itinerarios nos llevan muchas veces a saltar o levantar piedras. Pesadas cargas, a veces, que parecen aprisionarnos. El camino es vertiginoso, muchas veces incierto y doloroso, pero rendirse no es una opción. Un mañana mejor nos espera. "La sumisión es la muerte, la rebeldía es la vida. ¡Vamos hacia la vida!" te diría Ricardo Flores Magón; porque la tragedia de la vida no reside en la muerte, sino en dejar de soñar, amar, luchar, la tragedia de la vida es aquello que dejamos morir dentro de nosotros mientras estamos vivos. ¡LUCHA!
-Cori Piccirilli- (A)
“EL CAPITÁN NO ES EL CAPITÁN. EL CAPITÁN ES EL MAR.”