
María Silva Cruz " La Libertaria", nieta de "Seisdedos" puede  volver, muy pronto, a convertirse en un referente obligado para historiadores y  memorialistas. Se está a punto de conseguir, después de una larguísima odisea  legal, que un Registro Civil inscriba a Maria Silva Cruz como fallecida. El  ejemplo sentará un valioso precedente y servirá de respaldo a todas las familias  que continúan enfrascadas en la misma lucha. Según los trámites impuestos por el  Juzgado de Chiclana, sólo quedan "un par de cabos sueltos". 
Del asesinato de María Silva Cruz se sabe que ocurrió en agosto de  1936; que su cuerpo desapareció arrastrado por la primera ola de la represión  fascista, justo después del golpe; que fue detenida y llevada a la cárcel de  Paterna por una columna de guardias civiles sublevados; que la acompañaba su  único hijo, de 14 meses; que la madrugada del 24 la fusilaron, en un lugar  indeterminado, junto a Martín Menacho Díaz y Catalina Sevillano. Desde décadas,  se está intentando esclarecer los hechos: pero no se puede investigar un crimen  cometido contra una persona que, oficialmente, no está muerta. En la misma  situación se encuentran miles de particulares, ya que es muy posible que en  torno al 50% de los ejecutados no estén reconocidos. 
En 2008, Juan Pérez Silva, hijo de María, presentó en la Audiencia  Nacional una denuncia por la detención ilegal y la desaparición forzada de María  Silva Cruz. Baltasar Garzón, a quien correspondió la causa por reparto, incoó  las diligencias previas. El Ministerio Fiscal lo recurrió, pero el juez no  admitió el recurso. Tres días más tarde, para sorpresa de todos los que  esperaban que el caso de María Silva sentara por fin jurisprudencia, Garzón se  inhibió en un auto en el que remitía la competencia a los juzgados de  Instrucción. El 26 de junio de 2009, siete meses después de que comenzara el  proceso, el Juzgado de Chiclana se hizo cargo del sumario. 
Por lo pronto, tras años persiguiendo el reconocimiento de María  Silva como fallecida, se ha logrado que Chiclana publique el edicto que regula  su inscripción. 
 Federica Montseny escribiría sobre ella:
"Tal como es, llena de poesía y tragedia, penetra en la inmortalidad. Es la encarnación y el símbolo del martirio de España. Mariana de Pineda representa un momento de la conciencia y de la vida española. María Silva es la voz, la carne sangrante de un pueblo crucificado".