Una de las novelas perdidas de José Antonio Primo de Rivera tenía este título, Los Anarco-carrancistas, que toma el nombre de los anarquistas y de la figura de Ramón de Carranza. Se escribió en inglés alrededor del año 1933, pero quedó inacabada, y el falangista, antes de su ejecución, mandó la destrucción de sus papeles sin terminar, por lo que no nos ha llegado esta curiosa obra.
El 19 de Noviembre de 1933 se celebraron elecciones generales en España, en un ambiente que se respiraba la derrota de las izquierdas, protagonistas durante el primer gobierno republicano de una salvaje represión contra el movimiento obrero, con justificaciones y evasivas que solo aumentaron la indignación ante la impostura de los responsables. El potente movimiento anarquista en España, partidario tradicionalmente de la abstención en las elecciones políticas por considerarse como una parte del estatismo y de la burguesía que combatían, y ser en esencia un elemento extraño para el movimiento obrero, prometía una campaña especialmente virulenta en estas elecciones, donde las derechas no eran peor vistas que las izquierdas, y a los hechos se remitieron: estamos hablando de la salvajada de Casas Viejas, y la represión en otros pueblos como Jeresa, Castilblanco, Arnedo, Figols, Pedralba, etc. El lema “electoral” de la CNT fue “Frente a las urnas, la Revolución Social”. Se realizaron centenares de mítines por todo el país por la abstención electoral, y se llegó incluso a troquelar monedas con la consigna “obreros no votar”1.
El 19 de Noviembre de 1933 se celebraron elecciones generales en España, en un ambiente que se respiraba la derrota de las izquierdas, protagonistas durante el primer gobierno republicano de una salvaje represión contra el movimiento obrero, con justificaciones y evasivas que solo aumentaron la indignación ante la impostura de los responsables. El potente movimiento anarquista en España, partidario tradicionalmente de la abstención en las elecciones políticas por considerarse como una parte del estatismo y de la burguesía que combatían, y ser en esencia un elemento extraño para el movimiento obrero, prometía una campaña especialmente virulenta en estas elecciones, donde las derechas no eran peor vistas que las izquierdas, y a los hechos se remitieron: estamos hablando de la salvajada de Casas Viejas, y la represión en otros pueblos como Jeresa, Castilblanco, Arnedo, Figols, Pedralba, etc. El lema “electoral” de la CNT fue “Frente a las urnas, la Revolución Social”. Se realizaron centenares de mítines por todo el país por la abstención electoral, y se llegó incluso a troquelar monedas con la consigna “obreros no votar”1.
No conocemos bien los detalles del contenido de Los Anarco-carrancistas, pero es seguro que trata sobre el caciquismo en las elecciones, la figura del cacique y aristócrata Ramón de Carranza y, quizás (por no decir seguramente) la picaresca ácrata. El argumento se basa en hechos reales que conocieron algunas personas de derechas, y algún grupo de libertarios gaditanos que se guardaron el tema para sí.
El episodio consistió en ese fenómeno caciquil de comprar votos para salir elegido en las elecciones. Así lo intentó Ramón de Carranza y Fernández de Regueral (padre), cacique al estilo tradicional, que intentando ayudar a Primo de Rivera, que se presentaba a las elecciones generales por Cádiz, procuró comprar no sabemos bien si el voto de unos militantes cenetistas, o bien su abstención.
Reproducimos algunas de las escasas referencias que encontramos en algunos estudios, comenzando por uno de los más importantes, el de Julio Rodríguez Puértolas en su estudio de la literatura fascista en España:
“Por otro lado, hay noticia de que Primo de Rivera trabajaba hacia 1933 en una novela titulada Los anarcocarrancistas, que redactaba en inglés, y que, aparentemente, combinaba el humor y la política.”2
Pero poco dice aquí. Stanley Payne da más detalles, con algunas referencias bibliográficas:
“Cádiz era un feudo conservador, manejado por Ramon Carranza. marqués de la Pesadilla, que fue uno de los últimos caciques del viejo estilo. Como la CNT anarcosindicalista se habia propuesto boicotear las elecciones, Carranza estimulo aquel propósito sobornando a algunos elementos cenetistas. La fuerza electoral de la izquierda se vio aún más debiltada y los conservadores ganaron fácilmrnte las elecciones. (Cánovas, Apuntes; Foltz, págs. 68-69; conversación con Pedro Sainz Rodríguez –uno de los principales manipuladores politicos de la derecha intransigente durante la República- celebrada en Lisboa el 10 de marzo de 1959.) José Antonio comenzó a escribir má tarde una novela política humorística en ingles (su segunda lengua) titulada Los Anarco-Carrancistas. Foltz, pág. 69; Jacinto Miquelarena en Dolor y memoria, págs. 239, 241.”3
Efectivamente, cita a Charles Foltz, que se refería a la obra como The Anarcho-Carranzists, y que Arthur Landis reproduce:
“José Antonio had been introduced to the political methods of the oligarchy during his electioneering, about which he later wrote an unfinished novel in English, entitled The Anarcho-Carranzists. It had to do with the Marques de Soto Hermosa, the oligarchy’s political boss in Andalucía. José was fascinated to discover that the Marques paid off many Anarchist leaders in his district to keep their followers from the polls on election day. Consequently he guaranteed a comfortable Right majority over Left-wing candidates.”4
Es oportuno comentar el pequeño detalle que Ramón de Carranza era marqués de la villa de Pesadilla, localidad madrileña actualmente despoblada. El marqués de Soto Hermoso que menciona los autores anglosajones no es otra persona ni otro cacique, sino el mismo Ramón de Carranza, que también ostentaba dicho título nobiliario.
Seguimos citando otras fuentes, tal como el de Sanders, quizás el más completo:
“La mayoría de los distinguidos promovedores del fascismo espanol eran literatos, ya fueran poetas, novelistas, ensayistas, periodistas o dramaturgos, y hasta los que no profesaban las letras intentaron contribuir a la literatura. Entre los últimos se encuentra José Antonio Primo de Rivera, quien fundo el partido fascista “La Falange Espanola” en 1933. Hay en su haber dos novelas inacabadas: Los anarco-carrancistas, que escribía hacia 19335
(…)
El poder que ejerce el dinero sobre la política es consabido, pero es interesante notar que esta es la base metatematica de la primera novela de Jose Antonio, Los anarcocarrancistas, la cual versa sobre su eleccion como diputado de Cadiz en 1933 a causa de la intervención de un cacique aristocrático en los planes de los cenetistas de boicotear las elecciones (Rodríguez Puértolas I, 102).”6
El episodio consistió en ese fenómeno caciquil de comprar votos para salir elegido en las elecciones. Así lo intentó Ramón de Carranza y Fernández de Regueral (padre), cacique al estilo tradicional, que intentando ayudar a Primo de Rivera, que se presentaba a las elecciones generales por Cádiz, procuró comprar no sabemos bien si el voto de unos militantes cenetistas, o bien su abstención.
Reproducimos algunas de las escasas referencias que encontramos en algunos estudios, comenzando por uno de los más importantes, el de Julio Rodríguez Puértolas en su estudio de la literatura fascista en España:
“Por otro lado, hay noticia de que Primo de Rivera trabajaba hacia 1933 en una novela titulada Los anarcocarrancistas, que redactaba en inglés, y que, aparentemente, combinaba el humor y la política.”2
Pero poco dice aquí. Stanley Payne da más detalles, con algunas referencias bibliográficas:
“Cádiz era un feudo conservador, manejado por Ramon Carranza. marqués de la Pesadilla, que fue uno de los últimos caciques del viejo estilo. Como la CNT anarcosindicalista se habia propuesto boicotear las elecciones, Carranza estimulo aquel propósito sobornando a algunos elementos cenetistas. La fuerza electoral de la izquierda se vio aún más debiltada y los conservadores ganaron fácilmrnte las elecciones. (Cánovas, Apuntes; Foltz, págs. 68-69; conversación con Pedro Sainz Rodríguez –uno de los principales manipuladores politicos de la derecha intransigente durante la República- celebrada en Lisboa el 10 de marzo de 1959.) José Antonio comenzó a escribir má tarde una novela política humorística en ingles (su segunda lengua) titulada Los Anarco-Carrancistas. Foltz, pág. 69; Jacinto Miquelarena en Dolor y memoria, págs. 239, 241.”3
Efectivamente, cita a Charles Foltz, que se refería a la obra como The Anarcho-Carranzists, y que Arthur Landis reproduce:
“José Antonio had been introduced to the political methods of the oligarchy during his electioneering, about which he later wrote an unfinished novel in English, entitled The Anarcho-Carranzists. It had to do with the Marques de Soto Hermosa, the oligarchy’s political boss in Andalucía. José was fascinated to discover that the Marques paid off many Anarchist leaders in his district to keep their followers from the polls on election day. Consequently he guaranteed a comfortable Right majority over Left-wing candidates.”4
Es oportuno comentar el pequeño detalle que Ramón de Carranza era marqués de la villa de Pesadilla, localidad madrileña actualmente despoblada. El marqués de Soto Hermoso que menciona los autores anglosajones no es otra persona ni otro cacique, sino el mismo Ramón de Carranza, que también ostentaba dicho título nobiliario.
Seguimos citando otras fuentes, tal como el de Sanders, quizás el más completo:
“La mayoría de los distinguidos promovedores del fascismo espanol eran literatos, ya fueran poetas, novelistas, ensayistas, periodistas o dramaturgos, y hasta los que no profesaban las letras intentaron contribuir a la literatura. Entre los últimos se encuentra José Antonio Primo de Rivera, quien fundo el partido fascista “La Falange Espanola” en 1933. Hay en su haber dos novelas inacabadas: Los anarco-carrancistas, que escribía hacia 19335
(…)
El poder que ejerce el dinero sobre la política es consabido, pero es interesante notar que esta es la base metatematica de la primera novela de Jose Antonio, Los anarcocarrancistas, la cual versa sobre su eleccion como diputado de Cadiz en 1933 a causa de la intervención de un cacique aristocrático en los planes de los cenetistas de boicotear las elecciones (Rodríguez Puértolas I, 102).”6
No da muchos detalles al respecto, pero en páginas posteriores sí da algunos datos muy interesantes, mostrando la destrucción de documentos en los que seguramente estaría esta novelilla:
“José Antonio Primo de Rivera trabajó en dos novelas inacabadas: Los anarcocarrancistas, que escribía en ingles hacia 1933, y El navegante solitario, cuya redaccion fue truncada por su ejecucion en 1936 (Rodriguez Puértolas I, 102). La primera trata la intervencion de Ramón Carranza en las elecciones de 1933. Según Myrtia de Osuna, amiga de José Antonio, El navegante solitario era una novela psicológica y en parte autobiográfica (Molina Fajardo, s.p.). Estas novelas no las tenemos, y en su testamento José Antonio les encarga a Raimundo Fernández Cuesta (futuro Ministro de Agricultura, de Justicia, y Secretario General del Partido o Movimiento) y Ramón Serrano Suñer (futuro Ministro de Orden Público, y de Asuntos Exteriores): ‘Que revisen mis papeles privados y destruyan todos los de carácter personalísimo, los que contengan trabajos meramente literarios y los que sean simples esbozos y proyectos en período atrasado de elaboración, asi como cualesquiera obras prohibidas por la Iglesia o de pemiciosa lectura que pudieran hallarse entre los míos. (Obras completas de Jose Antonio Primo de Rivera IV, 427)”7
En su interesante trabajo que muestra cómo las localidades gaditanas de menor participación electoral ganaron las derechas coinciden con la hegemonía cenetista, mientras que en las de hegemonía socialista al menos se llega al cuarenta por ciento de participación ganan las izquierdas, menciona este episodio:
“Cuenta Stanley Payne, en su libro sobre la Falange, que Ramón de Carranza, el ‘gran cacique’ de las derechas monárquicas gaditanas, no dudó en asegurar el abstencionismo anarquista, sobornando a algunos dirigentes sindicalistas, en un extraño pacto que el propio José Antonio Primo de Rivera quiso recrear en una novela político-humorística, que comenzó a escribir en inglés, con el título de Los anarco-carrancistas. Acción que también recoge Felipe Ximénez de Sandoval, uno de los biógrafos del líder falangista:
‘Había bastado que alguien, que sabía lo que se hacia desde un punto de vista muñidor y electorero subvencionara a algún dirigente de la CNT, para que ésta acentuase su táctica inhibicionista.’”8
Al respecto, es interesante leer su artículo, con bastantes datos, que muestra que las derechas solo perdieron mil votantes en las elecciones de 1936, en comparación a las de 1933, de los 65.000 que solían tener. El cambio se dio en la mayor participación, donde los libertarios, a pesar de no pedir que se vote, se abstuvieron de su tradicional campaña por la abstención, esperanzados con la liberación de los presos de la Revolución Asturiana, el cese de la fuerte represión a la CNT, la libertad de prensa y la apertura de los locales clausurados.
Lo que nos resulta algo extraño es la necesidad de los caciques en gastar dinero para “asegurar” una abstención que sin duda se iba a cumplir entre todos los libertarios españoles en 1933, por la reciente y dura represión sufrida por las autoridades. Más bien, para asegurar su mayoría, se trató de conseguir más votos a su favor, es decir, lo que se compró fue que se votase a los partidos derechistas, y en concreto, la figura de Primo de Rivera. Es solo así como se explica que el asunto llegase a los oídos de Primo de Rivera, que de tratarse de una simple abstención, hubiera llegado a otros oídos, tal como los de dirigentes como Gil Robles o los propios carlistas. De esta suposición que sacamos de la lógica, la sacamos también de estas líneas del hermoso libro Diseño Sin Diseño:
“Según algunos relatos joseantonianos, Ramón de Carranza, marqués de la Pesadilla, arquetipo de la casta aristocrático-militar andaluza y cacique local despótico y autoritario ancien régime, lo ayudó (a José Antonio) sobornando a algunos militantes cenetistas para que votaran a Primo. Ante la asistencia masiva de los votantes de derecha a las urnas, aquéllos, naturalmente, se embolsaron el pequeño estipendio de la picaresca y, siguiendo la consigna de la CNT llamando a no votar, se abstuvieron de hacerlo. Este episodio sirvió para que después el sobrevalorado y estólido líder falangista escribiera en inglés una fútil novelita más o menos político-humorística, titulada Los anarco-carrancistas.”9
Desgraciadamente no podemos adivinar qué tenía en mente Primo de Rivera y la información, veraz o no, que había recibido (por sus palabras, solo sabemos que cuando fue a Cádiz a supervisar la mesa electoral, pudo percatarse que no asistía a votar ni un solo trabajador). Quizás la obra no hacía referencia a ninguna compra, pero sí al hecho, que le resultó interesante, de que la estrategia anarquista favorecía circunstancialmente los objetivos derechistas de ganar elecciones. Cuestión que no importaba tanto a los ácratas, no solo porque querían castigar a la izquierda parlamentaria, sino, como rezaba su consigna (la Revolución Social), la verdadera solución no pasaba por las urnas, sino por la voluntad popular y su capacidad de movilizarse, ante la cual nada podían hacer escaños y gobiernos de papel. En lo que no cabe duda es que la campaña abstencionista se iba a hacer sí o sí y como se mostró luego, la militancia confederal cumplió masivamente. De haberse dado dinero, no suponía más que un extra adicional para los propósitos revolucionarios. Y de ahí, el absurdo y ridículo que pudo apreciar el dirigente falangista.
Aunque no hablase muy positivamente de los libertarios, hubiera sido muy interesante conservar esta obra, como parte de la peculiar visión que Primo de Rivera tenía sobre los anarquistas de su época, que le llevó a intentos de acercamiento a las bases de la CNT y a una entrevista con Ángel Pestaña, famoso cenetista, que tuvo como resultado el esclarecimiento de sus grandes diferencias, que radicaba en el nacionalismo patriotero del falangista, con el internacionalismo obrero de Pestaña, que en ese punto no andó desencaminado respecto al resto de los libertarios.
Notas
1Koldo Artieda y Rafael Zarza: Diseño Sin Diseño: cincuenta objetos anarquistas. Ed. FAL y Vacaciones en Polonia, Madrid, 2013, pp. 100-101.
2Julio Rodríguez Puértolas: Historia de la literatura fascista española, volumen 1. Ed. Akal, Madrid, 2008, p. 134.
3Stanley G. Payne: Falange. Historia del Fascismo Español. Ed. Sarpe, Madrid, 1985, p. 64, en un apunte a pie de página.
4Arthur H. Landis: Spain the unfinished revolution. Ed. International Publishers, Nueva York, 1975. Versión electrónica: https://espressostalinist.files.wordpress.com/2010/12/espana.pdf.
5Robert Franklin Sanders: La Vértice narrativa del fascismo español: 1937-1942. Ed. University of Arizona, Tucson, 2001, p. 11.
6Sanders: La Vértice…, p. 255, en nota 73.
7Sanders: La Vértice…, p. 119.
8Diego Caro Cancela: Implantación sindical y participación electoral en la Segunda República: Cádiz (1933-1936). En la revista Trocadero, nº 5, Cádiz, 1993, p. 619.
9Artieda y Zarza: Diseño Sin Diseño, p. 70.
“José Antonio Primo de Rivera trabajó en dos novelas inacabadas: Los anarcocarrancistas, que escribía en ingles hacia 1933, y El navegante solitario, cuya redaccion fue truncada por su ejecucion en 1936 (Rodriguez Puértolas I, 102). La primera trata la intervencion de Ramón Carranza en las elecciones de 1933. Según Myrtia de Osuna, amiga de José Antonio, El navegante solitario era una novela psicológica y en parte autobiográfica (Molina Fajardo, s.p.). Estas novelas no las tenemos, y en su testamento José Antonio les encarga a Raimundo Fernández Cuesta (futuro Ministro de Agricultura, de Justicia, y Secretario General del Partido o Movimiento) y Ramón Serrano Suñer (futuro Ministro de Orden Público, y de Asuntos Exteriores): ‘Que revisen mis papeles privados y destruyan todos los de carácter personalísimo, los que contengan trabajos meramente literarios y los que sean simples esbozos y proyectos en período atrasado de elaboración, asi como cualesquiera obras prohibidas por la Iglesia o de pemiciosa lectura que pudieran hallarse entre los míos. (Obras completas de Jose Antonio Primo de Rivera IV, 427)”7
En su interesante trabajo que muestra cómo las localidades gaditanas de menor participación electoral ganaron las derechas coinciden con la hegemonía cenetista, mientras que en las de hegemonía socialista al menos se llega al cuarenta por ciento de participación ganan las izquierdas, menciona este episodio:
“Cuenta Stanley Payne, en su libro sobre la Falange, que Ramón de Carranza, el ‘gran cacique’ de las derechas monárquicas gaditanas, no dudó en asegurar el abstencionismo anarquista, sobornando a algunos dirigentes sindicalistas, en un extraño pacto que el propio José Antonio Primo de Rivera quiso recrear en una novela político-humorística, que comenzó a escribir en inglés, con el título de Los anarco-carrancistas. Acción que también recoge Felipe Ximénez de Sandoval, uno de los biógrafos del líder falangista:
‘Había bastado que alguien, que sabía lo que se hacia desde un punto de vista muñidor y electorero subvencionara a algún dirigente de la CNT, para que ésta acentuase su táctica inhibicionista.’”8
Al respecto, es interesante leer su artículo, con bastantes datos, que muestra que las derechas solo perdieron mil votantes en las elecciones de 1936, en comparación a las de 1933, de los 65.000 que solían tener. El cambio se dio en la mayor participación, donde los libertarios, a pesar de no pedir que se vote, se abstuvieron de su tradicional campaña por la abstención, esperanzados con la liberación de los presos de la Revolución Asturiana, el cese de la fuerte represión a la CNT, la libertad de prensa y la apertura de los locales clausurados.
Lo que nos resulta algo extraño es la necesidad de los caciques en gastar dinero para “asegurar” una abstención que sin duda se iba a cumplir entre todos los libertarios españoles en 1933, por la reciente y dura represión sufrida por las autoridades. Más bien, para asegurar su mayoría, se trató de conseguir más votos a su favor, es decir, lo que se compró fue que se votase a los partidos derechistas, y en concreto, la figura de Primo de Rivera. Es solo así como se explica que el asunto llegase a los oídos de Primo de Rivera, que de tratarse de una simple abstención, hubiera llegado a otros oídos, tal como los de dirigentes como Gil Robles o los propios carlistas. De esta suposición que sacamos de la lógica, la sacamos también de estas líneas del hermoso libro Diseño Sin Diseño:
“Según algunos relatos joseantonianos, Ramón de Carranza, marqués de la Pesadilla, arquetipo de la casta aristocrático-militar andaluza y cacique local despótico y autoritario ancien régime, lo ayudó (a José Antonio) sobornando a algunos militantes cenetistas para que votaran a Primo. Ante la asistencia masiva de los votantes de derecha a las urnas, aquéllos, naturalmente, se embolsaron el pequeño estipendio de la picaresca y, siguiendo la consigna de la CNT llamando a no votar, se abstuvieron de hacerlo. Este episodio sirvió para que después el sobrevalorado y estólido líder falangista escribiera en inglés una fútil novelita más o menos político-humorística, titulada Los anarco-carrancistas.”9
Desgraciadamente no podemos adivinar qué tenía en mente Primo de Rivera y la información, veraz o no, que había recibido (por sus palabras, solo sabemos que cuando fue a Cádiz a supervisar la mesa electoral, pudo percatarse que no asistía a votar ni un solo trabajador). Quizás la obra no hacía referencia a ninguna compra, pero sí al hecho, que le resultó interesante, de que la estrategia anarquista favorecía circunstancialmente los objetivos derechistas de ganar elecciones. Cuestión que no importaba tanto a los ácratas, no solo porque querían castigar a la izquierda parlamentaria, sino, como rezaba su consigna (la Revolución Social), la verdadera solución no pasaba por las urnas, sino por la voluntad popular y su capacidad de movilizarse, ante la cual nada podían hacer escaños y gobiernos de papel. En lo que no cabe duda es que la campaña abstencionista se iba a hacer sí o sí y como se mostró luego, la militancia confederal cumplió masivamente. De haberse dado dinero, no suponía más que un extra adicional para los propósitos revolucionarios. Y de ahí, el absurdo y ridículo que pudo apreciar el dirigente falangista.
Aunque no hablase muy positivamente de los libertarios, hubiera sido muy interesante conservar esta obra, como parte de la peculiar visión que Primo de Rivera tenía sobre los anarquistas de su época, que le llevó a intentos de acercamiento a las bases de la CNT y a una entrevista con Ángel Pestaña, famoso cenetista, que tuvo como resultado el esclarecimiento de sus grandes diferencias, que radicaba en el nacionalismo patriotero del falangista, con el internacionalismo obrero de Pestaña, que en ese punto no andó desencaminado respecto al resto de los libertarios.
Notas
1Koldo Artieda y Rafael Zarza: Diseño Sin Diseño: cincuenta objetos anarquistas. Ed. FAL y Vacaciones en Polonia, Madrid, 2013, pp. 100-101.
2Julio Rodríguez Puértolas: Historia de la literatura fascista española, volumen 1. Ed. Akal, Madrid, 2008, p. 134.
3Stanley G. Payne: Falange. Historia del Fascismo Español. Ed. Sarpe, Madrid, 1985, p. 64, en un apunte a pie de página.
4Arthur H. Landis: Spain the unfinished revolution. Ed. International Publishers, Nueva York, 1975. Versión electrónica: https://espressostalinist.files.wordpress.com/2010/12/espana.pdf.
5Robert Franklin Sanders: La Vértice narrativa del fascismo español: 1937-1942. Ed. University of Arizona, Tucson, 2001, p. 11.
6Sanders: La Vértice…, p. 255, en nota 73.
7Sanders: La Vértice…, p. 119.
8Diego Caro Cancela: Implantación sindical y participación electoral en la Segunda República: Cádiz (1933-1936). En la revista Trocadero, nº 5, Cádiz, 1993, p. 619.
9Artieda y Zarza: Diseño Sin Diseño, p. 70.
Escrito por Fran Andújar.
Doctorado en Historia. Universidad de Granada.