España es el líder europeo en leones cazados en África, ya que supera ampliamente a otros países de la Unión Europea e incluso a Rusia como el principal destino de piezas cobradas en los países en los que se cazan leones, que llegan como recuerdos en forma de pieles, cabezas, ejemplares disecados u otras partes del cuerpo del animal. Lo que más indigna es que en torno al 80% de estos leones se han cazado gracias a la controvertida caza enlatada: leones que han sido criados para ser liberados en recintos cerrados ante el arma de un turista.
España, con 364 trofeos exportados desde África, queda muy por delante de países como Francia (128) y Alemania (160) como líder en la caza de leones africanos entre 2010 y 2013, el último año del que tiene registros el convenio Cites sobre el comercio de especies en peligro. En todo el mundo, únicamente superan a España los cazadores de Estados Unidos, con más de 3.000 trofeos. El liderazgo español en este campo ya se conocía, pero es un dato que ha ganado importancia al saberse que un cazador procedente de España habría sido el responsable de dar muerte de forma atroz a Cecil, un ejemplar simbólico en Zimbabwe (22 trofeos de los importados por españoles).
"España es el principal importador europeo de estos trofeos y el 82% provienen de leones abatidos en caza enlatada, que suelen terminar como cabezas colgadas en paredes, leones enteros para exhibir, pieles para ser usadas como alfombras, etc.", explica Chris Macsween, de Lion Aid, una organización dedicada a la conservación de los leones y que publicó un estudio que mostraba que los españoles son de los que más recurren a esta modalidad, frente al 50% que rondan franceses y alemanes. Los leones no son salvajes, sino que son criados en cautividad con el objetivo de que, al llegar a la edad adulta, sean abatidos por cazadores extranjeros que quieren vivir la experiencia de acabar con la vida delrey de la selva. La gran mayoría de estos leones enlatados crecen en Sudáfrica, donde es una práctica perfectamente legal.
Los leones viven en unas 200 granjas sudafricanas hasta que tienen edad de saltar al ruedo: recintos cerrados en el que el animal no tiene escapatoria y donde los cazadores pueden matarlos en poco tiempo: por encima del 99% de efectividad en apenas tres días de caza. Los leones salvajes se cazan durante jornadas de entre dos o tres semanas, siguiendo el rastro del felino hasta dar con él en una situación propicia. De ahí que matar un león enlatado sea mucho más barato: entre 20.000 y 30.000 euros por animal (4.500 las hembras), frente a los 75.000 a 110.000 euros que cuesta cazar un león salvaje, según datos de Lion Aid. Cecil fue abatido previo pago de 50.000 euros.
Solo en Sudáfrica, se trata de una industria turística que ha crecido de forma notable en las últimas décadas hasta generar casi 10 millones de euros anuales, a partir de los 6.000 u 8.000 leones que se crían al año para satisfacer la demanda.
En un caso parecido al de las corridas de toros, los defensores de la caza enlatada aseguran que se trata de una práctica que garantiza la supervivencia del animal salvaje, porque incentiva a los latifundistas sudafricanos para que críen leones, cuidando a su vez del entorno al mantener grandes fincas protegidas. Además, serviría para desincentivar la caza furtiva, ya que se hace muy accesible cazar un león cautivo.
Sin embargo, estos argumentos no convencen ni a organizaciones conservacionistas, ni a los estudiosos, ni a muchos colectivos de cazadores (incluso en Sudáfrica) que ven este tipo de caza como una práctica inmoral. Al margen de las consideraciones éticas, algunos expertos consideran que la caza enlatada no desincentiva la caza furtiva sino que devalúa el valor de la vida salvaje y promueve la avidez de trofeos al margen de la legalidad, como en el caso de Cecil.
Además, no hay pruebas de que el aumento de la caza enlatada esté mejorando la situación del león africano salvaje, considerado en situación vulnerable con unos 15.000 ejemplares en libertad, de los que apenas 2.000 serían machos adultos. Un estudio reciente de varias universidades sudafricanas recomienda reducir las cuotas de leones cazados y reforzar la edad mínima para la caza para garantizar la sostenibilidad de esta industria.
Otros impactos negativos pueden ser la modificación de la genética de estos animales y el relanzamiento del mercado de productos derivados del cadáver del león, según varios estudios. No en vano, a medida que se lograba reducir el volumen del mercado de productos del tigre en los últimos años se disparaba el del león en el mercado asiático de productos pseudomedicinales.
Todos estos argumentos llevaron a Australia, a prohibir la importación de trofeos de león a su país por ser una práctica "cruel y bárbara". Diversos colectivos han reclamado a la Comisión Europea que haga lo mismo. En enero, el comisario de Medio Ambiente, Karmenu Vella, reconocía la controversia y se remitía a una nueva legislación recién estrenada que prohíbe la importación de trofeos de león de dudoso origen o países en los que sea ilegal cazarlos, pero los leones enlatados de Sudáfrica tienen todos los papeles en regla.
En un caso parecido al de las corridas de toros, los defensores de la caza enlatada aseguran que se trata de una práctica que garantiza la supervivencia del animal salvaje, porque incentiva a los latifundistas sudafricanos para que críen leones, cuidando a su vez del entorno al mantener grandes fincas protegidas. Además, serviría para desincentivar la caza furtiva, ya que se hace muy accesible cazar un león cautivo.
Sin embargo, estos argumentos no convencen ni a organizaciones conservacionistas, ni a los estudiosos, ni a muchos colectivos de cazadores (incluso en Sudáfrica) que ven este tipo de caza como una práctica inmoral. Al margen de las consideraciones éticas, algunos expertos consideran que la caza enlatada no desincentiva la caza furtiva sino que devalúa el valor de la vida salvaje y promueve la avidez de trofeos al margen de la legalidad, como en el caso de Cecil.
Además, no hay pruebas de que el aumento de la caza enlatada esté mejorando la situación del león africano salvaje, considerado en situación vulnerable con unos 15.000 ejemplares en libertad, de los que apenas 2.000 serían machos adultos. Un estudio reciente de varias universidades sudafricanas recomienda reducir las cuotas de leones cazados y reforzar la edad mínima para la caza para garantizar la sostenibilidad de esta industria.
Otros impactos negativos pueden ser la modificación de la genética de estos animales y el relanzamiento del mercado de productos derivados del cadáver del león, según varios estudios. No en vano, a medida que se lograba reducir el volumen del mercado de productos del tigre en los últimos años se disparaba el del león en el mercado asiático de productos pseudomedicinales.
Todos estos argumentos llevaron a Australia, a prohibir la importación de trofeos de león a su país por ser una práctica "cruel y bárbara". Diversos colectivos han reclamado a la Comisión Europea que haga lo mismo. En enero, el comisario de Medio Ambiente, Karmenu Vella, reconocía la controversia y se remitía a una nueva legislación recién estrenada que prohíbe la importación de trofeos de león de dudoso origen o países en los que sea ilegal cazarlos, pero los leones enlatados de Sudáfrica tienen todos los papeles en regla.