Consciente de que algo grave se estaba gestando, José Bonat Ortega dirigió sus pasos hacia la Casa del Pueblo de Cádiz. En el mediodía del 18 de julio de 1936, el destacado anarquista se despidió de su mujer Concepción con un “ahora vengo”. Pero nunca volvió, ni siquiera pudo averiguar la veracidad de los rumores que hablaban de una sublevación del ejército. A escasos metros de su casa, en la calle Libertad, Bonat cayó muerto, víctima de un disparo por la espalda. Sin esperarlo y sin reconocimiento hasta el momento, el carpintero de profesión se convirtió en el primer asesinado en Cádiz en el golpe de Estado.
El Ayuntamiento y su familia han querido homenajear por primera vez a Bonat con el descubrimiento de una placa en la fachada de la casa en la que vivía, en la calle Pericón de Cádiz. "Aquí vivió José Bonat Ortega. Anarcosindicalista, soñador bohemio. Primera víctima de la Guerra Civil en Cádiz luchando por la libertad", reza la placa. Más de una decena de sus nietos han sido los encargados de dejarla a la luz, entre lágrimas de emoción. "Fue un asesinato injusto, nunca resuelto", ha reconocido durante el acto Santiago Moreno, historiador especializado en Memoria Histórica. Durante el encuentro, promovido por la familia, han intervenido la también historiadora Alicia Domínguez y el concejal de Memoria Democrática, Martín Vila. Casi un centenar de personas se ha acercado a un homenaje en el que una de sus nietas, Ana Bonat, ha reconocido emocionada que el recuerdo de su abuelo "sigue vivo". Tras el acto, muchos de los asistentes reconstruyeron los últimos pasos de Bonat de camino a la Diputación de Cádiz, donde se ha proyectado un documental sobre lo ocurrido en la provincia los primeros días tras la sublevación.
“Muerte natural”. Esa es la causa que figura en la partida de defunción del anarquista, tal y como ha explicado su nieto Fernando Bonat. En consecuencia, su abuelo nunca fue reconocido como víctima de guerra y su nombre se perdió en la noche de los tiempos. Su mujer, Concepción Santander, se encargó de quemar todos los documentos que Bonat conservaba en casa, ante el temor de represalias. También le tocó limpiar la sangre que su marido dejó en la acera de la calle Libertad, ayudada por su hija mayor, Carmen.
El régimen tenía otro nombre para consagrar como la primera víctima del alzamiento militar: Rafael Soto Guerrero. El joven corneta, con tan solo 18 años, encontró la muerte en un fuego cruzado cuando asistía al general golpista José Enrique Varela, mientras intentaban asaltar la sede del Gobierno Civil. Una placa, una calle y un ascenso póstumo a sargento honraron la memoria del joven que no tenía filiación política conocida, más allá de la de cumplir su deber como soldado.
Según el certificado de defunción de Soto Guerrero, “una hemorragia aguda por herida de arma de fuego” fue la causa de su muerte ese 18 de julio a las seis de la tarde. Pero, para ese entonces, Bonat ya había fallecido de un disparo realizado por atacante desconocido. La familia sospecha de un abogado que quería neutralizar a un hombre clave del anarquismo en Cádiz, antes de que el golpe se consumara oficialmente. De hecho, su muerte (aproximadamente entre las 14.30 o 15.00) se produjo antes de que se publicara el bando del alzamiento a las 16.00 horas.
‘Soñador Bohemio’
“Mi abuelo era una persona reconocida, por eso estaba en el punto de mira”, ha reconocido esta tarde Fernando. De hecho, aunque su profesión era la de carpintero tallista, su vida literaria y política empezó bien pronto. “Es, sin duda, uno de los principales líderes anarquistas de Andalucía en la primera mitad del siglo XX”, reconoce el historiador Santiago Moreno, autor de Periodistas represaliados en Cádiz y presente en el homenaje.
Se cree que Bonet se afilió a la CNT entre 1916 y 1919. Desde esa época, su nombre ya aparece vinculado a la prensa local. Sin embargo, no fue hasta la primera mitad de los años 30 cuando participa en periódicos ácratas del momento como El Libertario, La Voz del Campesino o CNT de Madrid. Solía firmar sus artículos bajo el pseudónimo Soñador Bohemio, un apelativo que su propia familia ha querido hacer constar en la placa descubierta en la fachada de su casa.
Bonat dejó huérfanos a siete hijos: Carmen, Germinal, Salud, Aurora, Anselmo, Libertad y Flora. Ninguno de ellos ha vivido para ver el restablecimiento de la memoria de su padre. Durante todos estos años, su familia recordaba “en silencio” el fallecimiento de su padre y abuelo, vinculado al histórico golpe de estado. Este lunes, justo a los 80 años de su muerte, el reconocimiento por fin llegó, como ha sentenciado su nieto: “Ya era hora”.