Autor: Cartelistas CNT-AIT.
Editor: Delegación de Propaganda y Prensa, Valencia.
Año: 1937.
Este cartel, que muestra a un gallo y una gallina muy prolíficos, fue publicado en Valencia por la Confederación Nacional del Trabajo y a través del Consejo Económico de Agricultura y Ganadería. Fue lanzado en el invierno de 1937, durante una campaña llamada la Batalla del Huevo, que fue diseñado para aumentar la producción de huevos en la zona antifascista. En esta imagen, el gallo y la gallina mantienen la cabeza en alto y sacando pecho, manifestando su orgullo. Actúan como si se diesen cuenta de que la producción y aumento de pollos contribuirá directamente al sustento de la lucha antifascista, y por lo tanto a alimentar la revolución. Al hacer copia de los polluelos al carbón una de la otra, el artista sutilmente reafirma la importancia de la reproducción. El uso por el artista de tonos rojos, azules y amarillos aseguró que el cartel sería llamativo y llamaría la atención sobre la campaña.
El 25 de enero de 1937, el Consell d'Economía de Cataluya lanzó una campaña llamada la "Batalla de l'Ou", diseñado para aliviar la escasez de huevos en la región catalana. El hecho de que este cartel fuese publicado en Valencia sugiere que el Consejo Económico de Agricultura y Ganadería, realizó una campaña simultánea en la zona del Levante español. A medida que la Guerra Civil avanzaba, las campañas fueron encontrándose con una situación paradójica, las familias que tenían el dinero para pagar por las gallinas (a precios muy elevados) encontró que la escasez de cereales les impidió mantener a sus animales, y en última instancia, los obligó a alimentarse de sus pollos.
Cuatro días después de que comenzara la guerra, la zona antifascista consistía en poco más de un sesenta por ciento de la superficie total de España, incluyendo las áreas de alto desarrollo industrial del norte, noroeste y este. Sin embargo, estos territorios incluían pocas regiones de cultivo o tierras de pastoreo. Además, las constantes hostilidades interrumpieron la distribución de alimentos creando a la vez una mayor densidad de población debido a los refugiados. Las líneas regulares de distribución fueron interrumpidas en el verano de 1936 y los productos alimenticios importantes como la carne y los huevos no estaban disponibles a menos que se obtuviesen a través del mercado negro.Gran parte del problema se derivaba de la manipulación de precios y el acaparamiento. Por ejemplo, cuando los precios se fijaron en 17,50 pesetas por una docena de huevos en el año 1937, el valor real de la calle era de 110 pesetas. Además, muchos agricultores por sobrevivir no podían entregar sus productos a las agencias de racionamiento. Las personas se vieron obligadas a comer cáscaras de naranjas, cáscaras de cacahuetes, de remolacha, y rebabas para sobrevivir. La constricción continua, obligó a la población a alimentarse no sólo de su ganado, sino también de gatos y perros, sus mascotas. A medida que la guerra avanzaba, no era raro que las personas muriesen por avitaminosis, deshidratación y hambre.