Autor: Rafael García Escribá
Edita: CNT-AIT. Sindicato Único de Profesiones Liberales.
Año: 1936-1937
Impulsado por diversas instituciones - ( Consejo Provincial de Valencia) y organizaciones (CNT-AIT), tal es este caso, - el cartel de guerra sirvió fielmente a los fines propagandísticos de la zona antifascista, y por ende al gobierno republicano burgués una vez trasladado a Valencia, tras su huida de Madrid. Formalmente, los carteles, participaban de diferentes lenguajes artísticos: el art decó, el constructivismo o el fotomontaje (ruso y alemán), de rasgos expresionistas, llamados a enfatizar un mensaje que se presentaba directo y revolucionario, cuyas ideas se transmitían mediante prototipos de indudable calado social: el combatiente, el héroe. En definitiva, el revolucionario antifascista. La exaltación del deporte y la máquina (como elementos que permiten una superación de los límites humanos) y también la cultura (símbolo final de victoria social y emancipación humana), se presentan como rasgos esenciales y diferenciadores del hombre antifascista, que es llamado a formar parte de un proyecto político-social común y que utiliza el arte como medio de expresión de sus ideales. La ridiculización del enemigo o el papel de la mujer a quien se otorga un valor dual: trabajadora, madre o víctima o la encarnación del mal o prostituta transmisora de enfermedades venéreas y que simbólicamente se asocia con la muerte. El niño, el obrero, la mujer, los ancianos, el campesino o el miliciano o la economía y las fuerzas de producción, forman parte del discurso antifascista del momento.