Utilizaba su uniforme reglamentario, accedía a las viviendas advirtiendo que se trataba de un registro de estupefacientes, y esposaba a las víctimas
El Tribunal Supremo ha confirmado la expulsión de la Guardia Civil a un cabo que fue detenido por asaltar viviendas y robar en su interior. Utilizaba para ello su uniforme y contaba con dos cómplices que se hacían pasar por agentes. Una vez dentro, esposaba a los inquilinos y buscaba droga, joyas y dinero.
“¿Dónde está la farlopa y la marihuana?”. Esa fue la pregunta que hizo el cabo de la Guardia Civil a un matrimonio, víctima de su primer asalto. Los hechos ocurrieron hace ahora tres años, en 2012, en la provincia de Zaragoza.
En este primer golpe, el agente contó con la colaboración de un cómplice, civil, que también iba ataviado con chaleco reflectante con identificación del Instituto Armado, ropa de color verde y un pasamontañas negro. “Guardia Civil, registro de drogas”
Tras golpear la puerta de la vivienda asaltada, informó a los inquilinos: “Guardia Civil, registro de drogas”. Una vez dentro procedieron a esposar al matrimonio, procediendo a buscar droga dentro del domicilio. No encontraron droga, pero se llevaron numerosas piezas de joyería y dinero en metálico. Tras hacerse con el botín, abandonaron el domicilio.
Las víctimas del robo denunciaron los hechos, y la Unidad Orgánica de Policía Judicial de Zaragoza comenzó a investigar con las sospechas de que algún miembro de la Guardia Civil podría estar implicado. ‘Pinchazo’ del teléfono
La investigación corrió a a cargo del Grupo de Información de la Comandancia de la Guardia Civil, quien tras las primeras pesquisas dio con la pista del cabo. Un juzgado autorizó la intervención de sus teléfonos, y consiguieron así dar con el agente, que antes de ser detenido tuvo tiempo de llevar a cabo otro asalto.
Un mes después del primer golpe, con los equipos de la Guardia Civil ya sobre la banda –incluso con vigilancias grabadas en vídeo-, los detenidos –esta vez le acompañaban dos cómplices- se dirigieron a un domicilio en la localidad de Pedrola (Zaragoza).
Otro asalto
Con el mismo ‘modus operandi’, anunciaron a los inquilinos que se trataba de un registro de la Guardia Civil. Una vez dentro de la vivienda engrilletaron al matrimonio y, pese a que iban a hacer lo mismo con la hija de 13 años, las insistentes peticiones de sus padres les persuadieron de dejarla sin esposas.
La joven maniobró discretamente y avisó con su teléfono móvil a un amigo de la familia, que se personó en el domicilio acompañado de otro hombre mientras la banda registraba y robaba multitud de joyas, esclavas, cadenas, un reloj, un sello de oro con el rostro de ’Camarón’ y dinero en metálico. “¡No entréis, no son guardias civiles!”
Tras llamar a la puerta del domicilio, uno de los asaltantes les instó a irse del lugar ya que se estaba produciendo un registro “de la Guardia Civil”, enseñándoles una placa. En ese momento, la mujer esposada gritó “¡no entréis, no son guardias civiles!”. Se produjo un forcejeo y finalmente los ladrones huyeron en un coche que les esperaba a la puerta. El equipo de la Guardia Civil que les vigilaba interceptó el coche y los detuvo.
En esta ocasión, los asaltantes se pusieron el pasamontañas una vez dentro, por lo que las víctimas pudieron identificarles posteriormente. El agente, cuya defensa admitió que tenía una adicción a sustancias estupefacientes, fue condenado por numerosos delitos a 7 años y medio de prisión. Adicción al cannabis y al alcohol
Además, Defensa tramitó su expediente disciplinario que derivó en su separación del servicio. El condenado recurrió advirtiendo que en ese momento se encontraba de baja psicológica, trastorno del humor del tipo depresión-ansiedad, y que tenía cierta adicción al cannabis y al alcohol.
El recurso llegó hasta el Tribunal Supremo, que finalmente ha rechazado la petición de la defensa y ha ratificado su condena y su expulsión de la Guardia Civil.