¿Tienes hambre? ¿Tienes sed? ¿Estás en Madrid o tienes pensado visitar la capital en breve? Existe un local, no sabemos si de ocio o de caraduras en el que sirven comida y bebida a precios de hace veinte años por lo menos. ¿Serán capaces las nuevas fuerzas políticas emergentes de presionar para que no subvencionemos los cubatas a 3,40 euros? ¿Enarbolarán la bandera de la austeridad los que exigen paralizar los desahucios?
Hasta 350 diputados, asesores y resto de empleados públicos, periodistas, invitados o cualquier persona que esté acreditada o no, como diría en gallego Mariano Rajoy, son los que pueden disfrutar de precios subvencionados para desayunar, almorzar, comer, merendar y cenar en el Congreso de los Diputados. Entre ratos muertos, también se incluyen los cafés de primera hora, el de media mañana, el de sobremesa y lo que el estómago aguante. ¿Que te apetece una caña a las nueve de la mañana? El Congreso dispone, el contribuyente paga una parte y el diputado bebe. A tu salud. Total, 0,95 euros de barril y en copa pequeña. ‘Tirao de precio’. En la página 37 del documento (pincha) tienes un anexo con los precios. El contato de explotación de las cafeterías y comedores del Congreso, con la posible prórrogas alcanzaba casi los 4,3 millones de euros, IVA no incluido.
El 23 de mayo este documento se cubrió de gloria con los detalles del contrato de explotación del servicio de cafetería y restauración del Congreso de los Diputados, en otros tiempos, llamada Casa del Pueblo. Y tan de pueblo, ya te digo, diría mi vecino. Ni que se celebraran fiestas patronales en el hemiciclo. El poder adquisitivo de sus señorías en comparación con las tarifas de estos productos y servicios respecto de lo que nos podemos encontrar en cualquier bar de la esquina de la capital de España arroja un diferencial estratosférico. Vamos, que hacer un botellón en la Carrera de San Jerónimo sí que sale a cuenta. A cuenta de los ciudadanos, claro.