miércoles, 17 de febrero de 2016

FIJL, Madrid: CAMPAÑA, GOBIERNE QUIEN GOBIERNE… EL PUEBLO SIEMPRE PIERDE


El espectáculo democrático que empezó semanas antes del 20 de diciembre, fecha de las pasadas elecciones, continúa a través de pactos, encuentros y desencuentros. El aparato del Estado necesita de un gobierno electo, para justificar la esencia de toda forma de poder: la dominación, la explotación, la desigualdad, las condiciones inherentes a la existencia de gobernantes y gobernados.

Bajo este prisma y el lema “Gobierne quien gobierne” damos por iniciada una campaña que se desarrollará aprovechando la coyuntura actual donde la clase política se reparte los cachitos de poder. Pancartas, panfletos, pintadas… cualuier método es bueno para dejar claro, que, bajo cualquier forma de gobierno, nosotras y nosotros, perdemos. Y dejarles claro también, que bajo cualquier gobierno, seremos ingobernables.

Dejamos a continuación el texto que pretendemos repartir por miles, para todo aquel que tenga interés en su lectura y/o en su difusión (en formato imprimible), así como algunas fotos de la propaganda que se ha empezado a mover por Madrid. Hacemos un llamamiento para todo aquel que quiera unirse.

Gobierne quien gobierne

nosotras/os siempre perdemos

La tardanza en la constitución de este nuevo gobierno nos ha llevado a querer repetir de nuevo uno de los principios del anarquismo, tan sencillo de entender como ajeno al pensamiento dominante que nos inculcan desde pequeños. Y es uno de los principios no sólo por la importancia que ha tenido a lo largo de su historia sino porque es esencial a su significado. Ejercer el poder corrompe y someterse a él degrada, que diría Bakunin hace ya más de un siglo.

El poder mismo es el que sitúa a unos/as como poseedores de él y a otros/as bajo su dominio. Es la piedra angular que, con distintas caras, condena a las personas a estar bajo la dominación de distintas autoridades.

El moderno Estado-nación delimita el alcance geográfico del poder del gobierno. Gobierno electo en el caso del sistema democrático, que no es sino una forma burocrática más de gestionar el poder mediante la representatividad. Una forma que se ha demostrado efectiva para conseguir la adhesión de propios los/as dominados/as a los/as mismos/as poderosos que les dominan. La cuadratura del círculo: el gobernante electo como un ilusionista que no sólo moviliza en su favor a una parte de la población (en base a su carisma o su programa político, ya que para conseguir gobernar ambas cosas son sólo elementos de marketing que buscan nuestra atención), sino que se convierte en la diana de críticas y quejas, inhibiendo la construcción de una posible crítica social hacia el problema real: la existencia del gobierno mismo y el principio de autoridad que lo sustenta.

La supuesta de oposición ideológica entre derecha e izquierda es inexistente: su ideología es la de la dominación, la de la desigualdad y el mantenimiento de un orden en el que unos/as viven a costa de los/as otros/as, desposeyendo a la mayor parte de la humanidad de la capacidad de decidir sobre nuestra vida. Los partidos de izquierda y de derecha sólo representan formas de gestionar la represión: sólo son la cara dura y la cara más o menos amable (dependiendo siempre de la coyuntura social) de la misma moneda en un juego en el a los/as oprimidos/as siempre nos toca perder. Fomentar más un tipo de represión administrativa (multas) o la violencia física directa (cargas policiales, torturas…) o los juicios, condenas y cárceles, no quita que sigan manteniendo la represión contra todos los que intentamos recuperar nuestra vida, intentando desmovilizarnos mediante el miedo, dejarnos sin recursos económicos y en último término encarcelarnos.

El Estado es el leviatán, el representante político solo es el pastor que nos guía a sus fauces. No pretendemos ni gobernar ni dejaremos que nos gobiernen, ni pretendemos transformar la institución democrática. Porque no importa que quien nos gobierne sea simpático, ni que haga más referéndum ni tenga en cuenta lo que se les dice por redes sociales cuando al final la decisión que incumbe a nuestra vida y a nuestras relaciones no la hemos tomado nosotros/as. Quien se arroga el derecho y la autoridad para imponernos su opinión no merece más que desprecio: sentarnos con ellos/as a intentar negociar migajas sería asumir nuestro papel de inferioridad. Quien asume tratar a un/a igual como autoridad, ha vendido su propia dignidad a cambio de nada y es tan culpable del mantenimiento de nuestra opresión como el gobernante.

¡¡¡Muerte al Estado,

Viva la Anarquía!!!

Puedes descargarlo en formato imprimible desde aquí. Un folio a dos caras tamaño A4.