lunes, 29 de noviembre de 2021





Si en todos los países donde se van a celebrar elecciones, la izquierda siempre considera esas elecciones como las decisivas y hace un llamamiento generalizado contra el fascismo que acecha, y culpa del auge del fascismo a quienes no votan, es porque hay que desconfiar de esos argumentos, porque tal vez han construido una coyuntura falaz en la que, en realidad, se hace un llamamiento para sostener el sistema capitalista y sus instituciones. 

Y tal vez sea el momento para hacer un análisis profundo sobre el concepto del antifascismo, sobre el Estado, sobre el sistema capitalista y sobre las múltiples pieles que adopta. 

La democracia y los totalitarismos, fascistas o no, son varias de esas pieles. Eso nos debería llevar, a quienes aspiramos a una vida libre de autoritarismos, a otro análisis, en cada territorio, acerca de qué luchas deberíamos emprender, qué vías deberíamos descartar y, en base a eso, qué modelo de vida y de organización social y económica queremos construir.

Creo que esa consideración, aparentemente inocente, de que las luchas se tornan más eficaces si las desarrollamos de manera paralela "en la calle" (mediante la acción directa) y en las instituciones del Estado, que todo suma, es bastante peligrosa. La acción directa debería ser una herramienta para la organización al margen del Estado y frente a la delegación de la gestión de nuestras propias vidas. No un medio más para consolidar el poder.

Paula Martinez