Ante las enésimas elecciones autonómicas que se avecinan en Andalucía, la CNT-AIT quiere manifestar su oposición clara y contundente al espectáculo del circo electoral.
Nosotros y nosotras, como anarquistas y anarcosindicalistas, defendemos la única vía posible en estos casos: la Abstención Activa, es decir, la abstención por convencimiento propio. Un convencimiento que deriva directamente del rechazo a la llamada “legalidad democrática”. No queremos legitimar este sistema inhumano que nos está robando la vida y para ello denunciamos los mecanismos de representación que el Estado y el Capital establecen para generar la falsa ilusión de que vivimos en una sociedad democrática. Denunciamos el parlamentarismo como un pilar básico de este sistema asesino y por ello nos abstenemos activamente en todos los procesos electorales que supongan una delegación del poder político de los trabajadores y trabajadoras. No votamos ni en las elecciones políticas ni en las sindicales, porque no queremos que ningún político o liberado hable por nosotros y nosotras. No queremos perder nuestra voz. Creemos en la autogestión y entendemos que ésta también es posible a nivel político.
Y es que el parlamentarismo persigue la consolidación de la delegación política como una actitud personal ante la vida, con todo lo que eso conlleva a nivel individual y sobre todo colectivamente. Lo dijo Malatesta: ”Acostumbrar al pueblo a delegar en otros la conquista y la defensa de sus derechos, es el modo más seguro de dejar vía libre al arbitrio de los gobernantes”. Gobernantes, que, como su propio nombre indica, se encargan de despojarnos de la capacidad de decisión, que sólo a nosotrxs nos pertenece, para ponerla al servicio de sus propios intereses de clase. No podemos dejarnos gobernar por estos políticos profesionales que conforman una casta parasitaria y una clase social privilegiada con ideas, intereses y fuerzas contrarias en esencia al pueblo. Un pueblo que, a través de la delegación a todos los niveles, es progresivamente deshabituado a tomar las riendas de su propia vida, siendo ésta una escuela de servilismo aniquilador de la conciencia popular.
Nosotros y nosotras, como trabajadores y trabajadoras de la CNT-AIT, y a diferencia de los movimientos ciudadanistas, no reconocemos a nadie el derecho a gobernarnos, por lo que no perseguimos la reforma del sistema electoral, ya que dicha reforma lo único que conseguiría sería apuntalar aún más este sistema jerárquico, autoritario y alienador del individuo (cambiar algo para que todo siga igual). Ningún partido nos representa, porque ningún partido desprecia el poder, sino que aspira a conquistarlo. No nos equivoquemos, el bipartidismo no es el problema. Como tampoco lo es la celebración de más o menos referéndums populares en un momento determinado. No. El problema de fondo tiene que ver con la necesidad de desprendernos de una buena vez de la venda, de negarnos en rotundo a la ingestión cada cuatro años de este tipo de drogas diseñadas expresamente para el adormecimiento de las masas en una sociedad supuestamente libre. Porque la libertad no consiste en elegir a los amos que nos van a someter, sino en librarse de ellos de una vez y construir entre todos y todas, de forma colectiva, una organización social que posibilite la recuperación de nuestras vidas a través de la solidaridad, la igualdad y la libertad.
Debería avergonzarnos la propia existencia de seres humanos que manejan a su antojo el destino de otros; “legitimados” aquéllos por la complicidad de éstos mediante el voto, los primeros disponen de veda abierta durante años para campar a sus anchas mientras se les llena la boca de palabras como democracia o libertad; palabras que inevitablemente pierden todo su significado en estas circunstancias.
Como libertarios y libertarias, los combatiremos cualquiera que sea el maquillaje ideológico tras el cual se parapeten y allá donde intenten posar sus garras. No nos representan. Queremos una sociedad de iguales y eso también significa una sociedad sin gobernantes ni políticos que decidan por nosotros y nosotras.
Nosotros y nosotras, como anarquistas y anarcosindicalistas, defendemos la única vía posible en estos casos: la Abstención Activa, es decir, la abstención por convencimiento propio. Un convencimiento que deriva directamente del rechazo a la llamada “legalidad democrática”. No queremos legitimar este sistema inhumano que nos está robando la vida y para ello denunciamos los mecanismos de representación que el Estado y el Capital establecen para generar la falsa ilusión de que vivimos en una sociedad democrática. Denunciamos el parlamentarismo como un pilar básico de este sistema asesino y por ello nos abstenemos activamente en todos los procesos electorales que supongan una delegación del poder político de los trabajadores y trabajadoras. No votamos ni en las elecciones políticas ni en las sindicales, porque no queremos que ningún político o liberado hable por nosotros y nosotras. No queremos perder nuestra voz. Creemos en la autogestión y entendemos que ésta también es posible a nivel político.
Y es que el parlamentarismo persigue la consolidación de la delegación política como una actitud personal ante la vida, con todo lo que eso conlleva a nivel individual y sobre todo colectivamente. Lo dijo Malatesta: ”Acostumbrar al pueblo a delegar en otros la conquista y la defensa de sus derechos, es el modo más seguro de dejar vía libre al arbitrio de los gobernantes”. Gobernantes, que, como su propio nombre indica, se encargan de despojarnos de la capacidad de decisión, que sólo a nosotrxs nos pertenece, para ponerla al servicio de sus propios intereses de clase. No podemos dejarnos gobernar por estos políticos profesionales que conforman una casta parasitaria y una clase social privilegiada con ideas, intereses y fuerzas contrarias en esencia al pueblo. Un pueblo que, a través de la delegación a todos los niveles, es progresivamente deshabituado a tomar las riendas de su propia vida, siendo ésta una escuela de servilismo aniquilador de la conciencia popular.
Nosotros y nosotras, como trabajadores y trabajadoras de la CNT-AIT, y a diferencia de los movimientos ciudadanistas, no reconocemos a nadie el derecho a gobernarnos, por lo que no perseguimos la reforma del sistema electoral, ya que dicha reforma lo único que conseguiría sería apuntalar aún más este sistema jerárquico, autoritario y alienador del individuo (cambiar algo para que todo siga igual). Ningún partido nos representa, porque ningún partido desprecia el poder, sino que aspira a conquistarlo. No nos equivoquemos, el bipartidismo no es el problema. Como tampoco lo es la celebración de más o menos referéndums populares en un momento determinado. No. El problema de fondo tiene que ver con la necesidad de desprendernos de una buena vez de la venda, de negarnos en rotundo a la ingestión cada cuatro años de este tipo de drogas diseñadas expresamente para el adormecimiento de las masas en una sociedad supuestamente libre. Porque la libertad no consiste en elegir a los amos que nos van a someter, sino en librarse de ellos de una vez y construir entre todos y todas, de forma colectiva, una organización social que posibilite la recuperación de nuestras vidas a través de la solidaridad, la igualdad y la libertad.
Debería avergonzarnos la propia existencia de seres humanos que manejan a su antojo el destino de otros; “legitimados” aquéllos por la complicidad de éstos mediante el voto, los primeros disponen de veda abierta durante años para campar a sus anchas mientras se les llena la boca de palabras como democracia o libertad; palabras que inevitablemente pierden todo su significado en estas circunstancias.
Como libertarios y libertarias, los combatiremos cualquiera que sea el maquillaje ideológico tras el cual se parapeten y allá donde intenten posar sus garras. No nos representan. Queremos una sociedad de iguales y eso también significa una sociedad sin gobernantes ni políticos que decidan por nosotros y nosotras.
Contra la farsa electoral: ¡No votes! ¡Actúa y no delegues!