Los eurodiputados españoles se aferran a sus privilegios, mientras sufrimos en nuestras carnes recortes, olas de despidos, pérdidas de derechos y bajadas de sueldos. Al menos media docena de eurodiputados españoles volaron en clase business
en el avión de la compañía Brussels Airlines con destino a Madrid que
despegó de la capital belga a las 14.20 horas del pasado jueves. Entre
ellos, el "proletario" Juan Fernando López Aguilar, del PSOE, y las privilegiadas Pilar del Castillo y Carmen Fraga del PP.
El precio del billete de ida y vuelta en la clase business de Brussels Airlines, compañía controlada por la alemana Lufthansa, asciende a 1.450 euros por un trayecto de poco más de dos horas, mientras que la tarifa en turista, la de los parias, se reduce hasta los 360 euros.
Según el Parlamento Europeo, los eurodiputados españoles prefieren
viajar en Brussels Airlines porque esta compañía ofrece un vuelo los
jueves, último día laboral de la semana para la mayoría, a las 14.20
horas, que les permite aterrizar en España antes de las cinco de la
tarde. Si volasen con Iberia deberían tomar el vuelo que parte de
Bruselas a las 19.05, lo que robaría algunas horas a su fin se semana caribeño.
En
abril de 2011, los furibundos ataques de una ciudadanía harta de las
prebendas de los políticos y de los "sindicalistas" y cada vez más empobrecida por la crisis provocada por los de siempre, y
los recortes sacaron los colores a los 750
europarlamentarios de los 27 países socios de la UE, que rechazaron
mayoritariamente -entre ellos 50 de los 54 españoles- aplicarse medidas
de austeridad. Entre ellas, viajar en clase turista en lugar de en business
o congelar su salario en 2012, que asciende a casi 8.000 euros
mensuales, además de 4.299 euros para gastos de oficina y otros 20.000
más para asesores y personal administrativo.
La propuesta de volar en clase turista, y no en business, cuando los trayectos fueran inferiores a cuatro horas, partió del eurodiputado portugués Miquel Portas, fallecido el pasado mes de abril. Portas pretendía que los miembros del Parlamento Europeo dieran ejemplo a los ciudadanos
apretándose el cinturón igual que lo hacían millones de compatriotas en
toda la UE, agobiados por las políticas de contención del gasto, las
subidas de impuestos y el desempleo.
Su iniciativa fue rechazada con el voto en contra de 50 europarlamentarios españoles -todos salvo Raúl Romeva, Rosa Estarás, Ramón Tremosa y Oriol Junqueras-,
lo que provocó una ola generalizada de repulsa en la sociedad española,
especialmente visible en las redes sociales. Hasta el punto de que las
direcciones del PSOE y UPyD forzaron a sus representantes en Bruselas a dar marcha atrás, mientras que la del PP se comprometió a rectificar más
adelante, cuando el Parlamento Europeo debatiese su presupuesto de
funcionamiento para 2012.
Pero llegó ese momento, el pasado mes de octubre, y de nuevo la mayoría de la Eurocámara rechazó apretarse el cinturón.
Ni siquiera aceptó recortar un 5% los gastos de oficina de los
parlamentarios, y mucho menos una rebaja salarial o la supresión del
privilegio de viajar en primera clase en sus desplazamientos en avión.
La única concesión a la austeridad fue la congelación de las dietas que
cada politicucho cobra por asistir a las sesiones plenarias, que asciende a 304 euros diarios.
Así
que, la
inmensa mayoría de esta casta, tanto españoles como de
otras nacionalidades, siguen volando en clase business. Eso sí, nuestros sonrientes europarlamentarios no nos dirán si el billete de business se lo pagan de su bolsillo o se lo están pagando con la paga extraordinaria que acaban de quitar a los funcionarios.