La crisis, el desempleo y los casos de corrupción protagonizados por líderillos "sindicales" en los últimos años han desgastado de forma notable la representatividad de los "sindicatos" vendeobreros. Entre 2009 y 2015, las cuatro centrales amarillas de España -CCOO, UGT, CSIF y USO-, que "representan" en torno al 80% de los trabajadores españoles en la negociación colectiva, han perdido más de medio millón de afiliados. En concreto, en siete años se han desapuntado de sus filas 584.788 personas, según datos de las propias organizaciones reformistas.
El "sindicato" amarillo que más pierde, tanto comparativamente como en términos absolutos, es CCOO. Sus afiliados han caído un 24,4% desde los 1.203.307 registrados en 2009 a los 909.052 apuntados a cierre de 2015. A continuación, la chiquilicuatrera UGT es el más castigado: sufre una sangría de 276.617 miembros, los que median entre los 1.205.463 de 2009 a los 928.846 del pasado ejercicio, cuando por primera vez desde que empezó la crisis la cifra de asociados ha quedado por debajo del millón. Precisamente el "sindicato"-empresa UGT inicia esta semana su 42º Congreso Confederal para elegir a un nuevo líder, tras los 22 años de mandato del coleccionista de relojes de lujo, Cándido Méndez.
Por su parte, aunque su tamaño y representatividad sean mucho menores, en los últimos siete años también han disminuido los afiliados de CSIF (-6.622) y USO (-7.249).
La imagen y la influencia de los "sindicatos2 vendidos han sufrido un gran deterioro durante los últimos siete años. Escándalos como el de los ERE en Andalucía, las cuentas millonarias del histórico dirigente asturiano José Ángel Fernández Villa, el uso de tarjetas black de Caja Madrid por parte de "representantes" de los trabajadores y el dinero público dedicado a mariscadas y viajes de placer han disminuido el prestigio, si alguna vez lo tuvieron, de las centrales reformistas.