domingo, 28 de diciembre de 2008

El ministerio del Interior de Pérez Rubalcaba compra cien mil pelotas de goma para “disolver masas agresivas”



O el stock de pelotas de goma de las unidades antidisturbios se ha agotado o el Ministerio del Interior teme que la aguda crisis económica provoque un aumento de la conflictividad social en las calles. El departamento de Alfredo Pérez Rubalcaba no ha querido aclararlo, pero la Guardia Civil, según han asegurado fuentes del instituto armado, ha ordenado la compra de 100.000 bolas de caucho para "disolver masas agresivas" con destino a sus Grupos de Reserva y Seguridad.

La Dirección General de la Policía y la Guardia Civil, cuyo máximo responsable es Francisco Javier Velázquez, ha convocado un concurso público para el suministro de 100.000 "bolas de caucho antidisturbios" a la Guardia Civil, que serán utilizadas en la Comunidad de Madrid "para la disolución de masas agresivas como paso inmediatamente anterior a la carga policial".
Interior ha presupuestado un coste de 0,99 euros por cada pelota de goma, por lo que el precio del lote completo ascenderá a casi 100.000 euros, que serán abonados en dos anualidades.
La empresa adjudicataria deberá cumplir un extenso catálogo de prescripciones técnicas -elaborado por el Servicio de Armamento de la Guardia Civil-, que incluyen el diámetro de las bolas (54,60 milímetros), su peso (90 gramos) o el llamado control de rebote: para comprobar si una bola es idónea para las unidades antidisturbios, debe rebotar más de 60 centímetros cuando se la deja caer desde una altura de un metro.

Las bolas son lanzadas por un fusil al que se le agrega una bocacha especial, pero todas las Fuerzas de Seguridad del Estado -incluidas las policías autonómicas- se rigen por la misma norma: ningún agente puede disparar su arma a menos de 30 metros de su objetivo, y siempre a las extremedidades inferiores.

La razón es que, aunque la velocidad que adquieren las pelotas de goma es muy inferior a la de las balas, su impacto puede resultar letal si se lanzan desde una distancia inferior a la reglamentaria. De hecho, una técnica muy habitual consiste en disparar al suelo para que el rebote amortigüe el impacto de la bola.