Más de dos millones de europe@s trabajan destinad@s en otros países comunitarios, algun@s con salarios, horarios o esfuerzos "inaceptables" y que solo persiguen rebajar los costes para la empresa, aumentando beneficios.
Saint-Nazaire, es una pequeña ciudad francesa situada en la vasta desembocadura del Loira en el Atlántico, cuyosos astilleros, símbolo y orgullo de la industria nacional, se han convertido también en un caso paradigmático de una realidad: la de los trabajadores desplazados por sus empresas desde otros países comunitarios que compiten deslealmente al cobrar salarios más bajos y aceptar peores condiciones. Hubo algún que otro trabajador que terminó dejando la empresa española - gallega para más señas - por no cobrar las horas extras trabajadas en Francia…empleados europeos en un país de Europa que se sienten discriminados por su nacionalidad.
Alain Georget es uno de los 8.000 trabajadores que viven directa o indirectamente de los astilleros de Saint-Nazaire, y en los que hasta hace poco se construían buques metaneros o portahelicópteros. “Las condiciones para el trabajador francés son muy duras: mucho esfuerzo físico, salarios insuficientes, malos horarios; pero para el trabajador desplazado suelen ser mucho peores”, explica a la salida de los astilleros.
La libre circulación de trabajadores es un pilar fundamental de la Unión Europea. Dos millones de europeos trabajan en otros países comunitarios destinados por sus empleadores. En Alemania, un tercio de los 30.000 trabajadores en los mataderos es personal destinado desde el sur o el este del continente. Empresas radicadas en Luxemburgo han contratado a franceses para después enviarlos a trabajar a su país y ahorrarse elevadas cargas sociales. En el sector de la construcción en Bélgica —en el que un tercio de los trabajadores son desplazados— ha habido casos con 22 niveles de subcontratación. Algunas empresas han exprimido la brecha salarial entre los socios antiguos y nuevos de la UE para contratar con condiciones ventajosas y desleales, aprovechando que la directiva que regula el desplazamiento es de hace más de 20 años y hasta ahora no había entrado en fase de reforma.
Saint-Nazaire, es una pequeña ciudad francesa situada en la vasta desembocadura del Loira en el Atlántico, cuyosos astilleros, símbolo y orgullo de la industria nacional, se han convertido también en un caso paradigmático de una realidad: la de los trabajadores desplazados por sus empresas desde otros países comunitarios que compiten deslealmente al cobrar salarios más bajos y aceptar peores condiciones. Hubo algún que otro trabajador que terminó dejando la empresa española - gallega para más señas - por no cobrar las horas extras trabajadas en Francia…empleados europeos en un país de Europa que se sienten discriminados por su nacionalidad.
Alain Georget es uno de los 8.000 trabajadores que viven directa o indirectamente de los astilleros de Saint-Nazaire, y en los que hasta hace poco se construían buques metaneros o portahelicópteros. “Las condiciones para el trabajador francés son muy duras: mucho esfuerzo físico, salarios insuficientes, malos horarios; pero para el trabajador desplazado suelen ser mucho peores”, explica a la salida de los astilleros.
La libre circulación de trabajadores es un pilar fundamental de la Unión Europea. Dos millones de europeos trabajan en otros países comunitarios destinados por sus empleadores. En Alemania, un tercio de los 30.000 trabajadores en los mataderos es personal destinado desde el sur o el este del continente. Empresas radicadas en Luxemburgo han contratado a franceses para después enviarlos a trabajar a su país y ahorrarse elevadas cargas sociales. En el sector de la construcción en Bélgica —en el que un tercio de los trabajadores son desplazados— ha habido casos con 22 niveles de subcontratación. Algunas empresas han exprimido la brecha salarial entre los socios antiguos y nuevos de la UE para contratar con condiciones ventajosas y desleales, aprovechando que la directiva que regula el desplazamiento es de hace más de 20 años y hasta ahora no había entrado en fase de reforma.
El trabajador desplazado tras ser contratado en su país de origen —no confundir con el ciudadano que emigra de forma voluntaria para buscar empleo— deberá beneficiarse de los mismos convenios que sus colegas del país de acogida que ejerzan las mismas labores, según la reforma que se pactó en octubre en Bruselas y que todavía tardará al menos un par de años en empezar a ser efectiva. La UE repite como un mantra el principio básico de la reforma: misma remuneración por un mismo trabajo en un mismo lugar. Un ejemplo: los eslovacos que estén subcontratados en una obra en Viena tendrán derecho a la misma paga navideña que sus compañeros austriacos.
Entre los vehículos aparcados en los alrededores del puerto o de los astilleros escasean las matrículas francesas. Abundan las furgonetas patentadas en Polonia, Hungría y en los países bálticos. También es fácil encontrar algún coche español, portugués o griego, incluso de Estados no comunitarios como Serbia o Ucrania. Los sindicatos calculan que generalmente hay más de 2.000 trabajadores desplazados en Saint-Nazaire.
Los astilleros no cierran, siempre hay alguien trabajando. Muchos de los soldadores o carpinteros desplazados en Saint-Nazaire desconocen sus derechos y trabajan más horas de las que marca su contrato, según fuentes sindicales, quien considera que además de alcanzar acuerdos en Bruselas es necesario que la inspección laboral destape mucho más el fraude. “Puede que lo firmado sea legal, pero en el caso de los desplazados casi nunca se adecua a la realidad. Los contratados en Francia cumplimos las 35 horas semanales; los desplazados hacen 50 por menos dinero”
Los trabajadores desplazados en Saint-Nazaire llevan, por lo general, una vida rutinaria y austera. La mayoría no pasa allí más de un año. A pesar de que sus condiciones laborales son peores que las de sus colegas, algunos de estos operarios del Este cuadruplican sus ingresos mensuales al cobrar el salario mínimo francés. Su intención suele ser ahorrar todo lo posible durante su estancia en Francia y regresar a su país cuando termine el desplazamiento para seguir trabajando en la misma empresa, lo que los sindicatos consideran un freno a la hora de denunciar.
Las negociaciones en Bruselas para alcanzar acuerdos sobre la reforma han vuelto a evidenciar las discrepancias entre Este y Oeste. El presidente francés, Emmanuel Macron, asumió el asunto como su primera cause célèbre en Europa y llegó a condicionar la viabilidad de la Unión al acuerdo alcanzado. “Hay que poner coto a aquellos que contratan mano de obra en el extranjero con el único fin de abaratar costes”, señala Agnes Jongerius, eurodiputada holandesa que ha sido ponente en la revisión de la directiva debatida en la Comisión. Jongerius destaca que hay trabajadores desplazados que viven en condiciones “inaceptables” para la UE y que, cuando la reforma entre en vigor, los costes de alojamiento y transporte deberán siempre correr a cargo del empleador. En Polonia se ha rechazado vehementemente la reforma alegando que una de las consecuencias del mercado único debería ser la oferta de mano de obra más barata. Hungría, Lituania y Letonia se han posicionado firmemente con Varsovia.
La tasa de paro de Saint-Nazaire se sitúa por encima del 10%, ligeramente superior a la media de la región (Países del Loira) y la nacional. Además del puerto y los astilleros, una planta de Airbus da empleo a 3.000 personas más. “El desplazamiento de trabajadores y el dumping salarial o laboral que conlleva dificulta la contratación de jóvenes locales”, subraya Xavier Perrin, teniente de alcalde de la ciudad, quien añade que el uso fraudulento del desplazamiento en el trabajo es caldo de cultivo para los nacionalismos y populismos. El político socialista añade que son muchos los franceses que se mudan a Saint-Nazaire para trabajar en su industria y que la región debería renovar y adaptar los estudios de formación de empleo a las necesidades locales.
Las medidas pactadas en Bruselas encarecerán el coste y aumentarán la carga burocrática del desplazamiento de trabajadores. Aún así, estos solo representan el 0,9% de la fuerza laboral europea, y solo el 0,4% está destinado en países con un salario mínimo superior al de origen, por lo que el impacto de las medidas en el global de la economía del continente será limitado. En Saint-Nazaire sí que confían en que las medidas tengan un impacto en su economía y terminen con la competencia salarial desleal. Martínez, que terminó dejando la empresa gallega por no cobrar las horas extras trabajadas en Francia, espera que los empleados dejen de sentirse discriminados en Europa por su nacionalidad.
Entre los vehículos aparcados en los alrededores del puerto o de los astilleros escasean las matrículas francesas. Abundan las furgonetas patentadas en Polonia, Hungría y en los países bálticos. También es fácil encontrar algún coche español, portugués o griego, incluso de Estados no comunitarios como Serbia o Ucrania. Los sindicatos calculan que generalmente hay más de 2.000 trabajadores desplazados en Saint-Nazaire.
Los astilleros no cierran, siempre hay alguien trabajando. Muchos de los soldadores o carpinteros desplazados en Saint-Nazaire desconocen sus derechos y trabajan más horas de las que marca su contrato, según fuentes sindicales, quien considera que además de alcanzar acuerdos en Bruselas es necesario que la inspección laboral destape mucho más el fraude. “Puede que lo firmado sea legal, pero en el caso de los desplazados casi nunca se adecua a la realidad. Los contratados en Francia cumplimos las 35 horas semanales; los desplazados hacen 50 por menos dinero”
Los trabajadores desplazados en Saint-Nazaire llevan, por lo general, una vida rutinaria y austera. La mayoría no pasa allí más de un año. A pesar de que sus condiciones laborales son peores que las de sus colegas, algunos de estos operarios del Este cuadruplican sus ingresos mensuales al cobrar el salario mínimo francés. Su intención suele ser ahorrar todo lo posible durante su estancia en Francia y regresar a su país cuando termine el desplazamiento para seguir trabajando en la misma empresa, lo que los sindicatos consideran un freno a la hora de denunciar.
Las negociaciones en Bruselas para alcanzar acuerdos sobre la reforma han vuelto a evidenciar las discrepancias entre Este y Oeste. El presidente francés, Emmanuel Macron, asumió el asunto como su primera cause célèbre en Europa y llegó a condicionar la viabilidad de la Unión al acuerdo alcanzado. “Hay que poner coto a aquellos que contratan mano de obra en el extranjero con el único fin de abaratar costes”, señala Agnes Jongerius, eurodiputada holandesa que ha sido ponente en la revisión de la directiva debatida en la Comisión. Jongerius destaca que hay trabajadores desplazados que viven en condiciones “inaceptables” para la UE y que, cuando la reforma entre en vigor, los costes de alojamiento y transporte deberán siempre correr a cargo del empleador. En Polonia se ha rechazado vehementemente la reforma alegando que una de las consecuencias del mercado único debería ser la oferta de mano de obra más barata. Hungría, Lituania y Letonia se han posicionado firmemente con Varsovia.
La tasa de paro de Saint-Nazaire se sitúa por encima del 10%, ligeramente superior a la media de la región (Países del Loira) y la nacional. Además del puerto y los astilleros, una planta de Airbus da empleo a 3.000 personas más. “El desplazamiento de trabajadores y el dumping salarial o laboral que conlleva dificulta la contratación de jóvenes locales”, subraya Xavier Perrin, teniente de alcalde de la ciudad, quien añade que el uso fraudulento del desplazamiento en el trabajo es caldo de cultivo para los nacionalismos y populismos. El político socialista añade que son muchos los franceses que se mudan a Saint-Nazaire para trabajar en su industria y que la región debería renovar y adaptar los estudios de formación de empleo a las necesidades locales.
Las medidas pactadas en Bruselas encarecerán el coste y aumentarán la carga burocrática del desplazamiento de trabajadores. Aún así, estos solo representan el 0,9% de la fuerza laboral europea, y solo el 0,4% está destinado en países con un salario mínimo superior al de origen, por lo que el impacto de las medidas en el global de la economía del continente será limitado. En Saint-Nazaire sí que confían en que las medidas tengan un impacto en su economía y terminen con la competencia salarial desleal. Martínez, que terminó dejando la empresa gallega por no cobrar las horas extras trabajadas en Francia, espera que los empleados dejen de sentirse discriminados en Europa por su nacionalidad.