jueves, 15 de abril de 2021

Reafirmación del Anarcosindicalismo




Es la segunda vez que, en mis cuarenta y tres años y ocho meses desde que mi gran amigo y compañero, Rafa Sánchez, me entregó el carné confederal (16-6-1977) en el local que la Confederación Nacional del Trabajo, adherida a la Asociación Internacional del Trabajo (CNT-AIT), tenía en la calle Cervantes de Badalona, voy a escribir públicamente sobre la situación por la que atraviesa la CNT. Me tocó vivir, en la década de los ochenta, los dolorosos acontecimientos que se produjeron tras la celebración del V Congreso Confederal, en la Casa de Campo de Madrid. Allí pude comprobar, en primera persona, la situación de pugna ideológica con relación a los Principios, Tácticas y Finalidades del Anarcosindicalismo. Los defensores de la línea continuadora, de lo que era la base fundamental del anarcosindicalismo, tuvieron que enfrentarse con las nuevas corrientes reformistas, verticalistas y marxistas que pululaban dentro de la Organización. También estaban presentes antiguos componentes del Frente Libertario y del “cincopuntismo” español. Todavía militan, en el Sindicato de Badalona, varios compañeros que participaron en dicho Congreso y que pueden confirmar lo que sucedió aquellos días de finales de diciembre de 1979. A dicho Congreso asistí como delegado del Sindicato de Industrias Químicas, pues en ese momento no pertenecía al de la Enseñanza, como hice a partir de 1982.

Antes de la celebración del V Congreso, en el Sindicato se hablaba de un grupo, más o menos organizado, al que se le conocía, extraoficialmente, como “Paralelos”, de tendencia comunista “libertaria”. Componentes de ese grupo llegaron a tener cargos importantes tanto a nivel local como regional, incluso nacional, cuando el Secretariado Permanente del Comité Nacional tuvo su sede en Barcelona capital, en el que consiguieron varias secretarías. No es mi intención en este artículo, poner nombres a quienes estuvieron al frente de las actuaciones realizadas para formar la primera escisión, que tuvo que ponerse otro nombre al perder el contencioso de la siglas, aunque no renunciaron a todo y cogieron el logo de las manos entrelazadas para ponerlas en sus señas de identidad, pues no estaba registrado. La situación de convivencia en aquellos años fue convulsa y desgarradora, ya que tanto sindicatos enteros como afiliados y afiliadas, militantes o no, con los que habíamos compartido actividades y luchas en los conflictos laborales y sociales, se convirtieron en disidentes ideológicos, que no enemigos, y pasaron a formar parte de una corriente que quería hacerse con las siglas de la Organización, y sobre todo con su Patrimonio de locales, documentos, archivos nacionales e internacionales, impronta ideológica, etc. Nos costó enfrentamientos, en algunos casos físicos, los menos, hasta que los tribunales, a los que nos obligaron a acudir, nos dio la razón y tuvieron que utilizar unas siglas diferentes a CNT, y optaron por imitar a la sindical francesa, de ideología comunista, la CGT. Sin embargo, la lucha interna continuaba, pues mientras que una gran parte no estábamos de acuerdo en participar en cambalaches sindicales, de corte netamente político, como son las Elecciones Sindicales, algunos sindicatos sí apostaban por la participación en las mismas. Y aunque el Congreso de Torrejón de Ardoz dejó la cuestión “zanjada”, en sucesivos Congresos, Plenos Nacionales de Sindicatos, Conferencias de Militantes, etc., algunos sindicatos y militantes intentaban volver a plantear la cuestión bajo el pretexto de que teníamos que estar en los Comités de Empresa para, desde ellos, luchar contra la Patronal y los sindicatos correa de trasmisión de los partidos políticos. Algunos de los fervientes defensores de la acción política/sindical dentro del Sistema, están hoy al frente de la actuación reformista de la CNT-CIT, los cuales, siempre han visto con malos ojos, y peor mente, que la Organización Confederal sea de orientación anarquista, con sus Principios y Estructura Anarcosindicalista: Acción directa, sin participación política, sin comités ejecutivos, sin liberados, autonomía propia, sin subvenciones de ningún tipo, militancia activa y con respeto solidario hacia quienes en un momento puntual opinan de manera diferente, aunque sea minoritaria su postura. Aunque se funciona por acuerdos mayoritarios, siempre se ha tenido en cuenta la opinión del que tiene una manera diferente de ver las cuestiones que se debaten en todo tipo de reuniones y encuentros confederales. Quien opina diferente a lo que una/uno piensa no es nuestra enemiga, sino una compañera o compañero que tiene otra visión de una cuestión concreta y la manera de enfrentarse a ella, se trate tanto de un tema ideológico como de una acción concreta a llevar a cabo.

Como se afirma, y con razón, que desde fuera es casi imposible acabar con el Anarcosindicalismo, pues mientras haya explotadores y explotados, la lucha de clases no terminará, y siempre habrá quien luche por su dignidad como persona explotada y humillada, pues lo intentan una vez más desde dentro, queriendo llevar al Anarcosindicalismo nacional e internacional al más burdo reformismo sindical: entrar en el sistema para que éste termine engullendo los más nobles ideales de las personas y los colectivos que se oponen a sus intereses de clase.

Vuelven los fantasmas del pasado, pero en esta ocasión siendo una nefasta realidad para la CNT-AIT y el Anarcosindicalismo Internacional. Como pude comprobar in situ, en 1988, en el Congreso de Burdeos de la AIT, los reformistas de todo pelaje querían dar un vuelco a los Principios, Tácticas y Finalidades del Anarcosindicalismo en temas que la nueva CNT-CIT lleva como bandera de la actualización de la CNT y el Anarcosindicalismo: voto proporcional, elecciones a los Comités de Empresa, más poder para los COMITÉS EJECUTIVOS, algún tipo de trabajo pagado por la Organización bajo la triquiñuela de autónomos, etc. De aquellos sucios polvos, llevados a cabo con oscura nocturnidad y alevosía dentro de los sindicatos confederales, estos fétidos barros: comités ejecutivos, liberados, elecciones sindicales, coordinadoras con sindicatos que colaboran con el Estado y la Patronal (SAC sueca, FAU alemana, USI italiana, CNT- Vignoles, SO francesa, CGT española, Solidaridad Obrera española, IP polaca, ESE griega…). Todas esas organizaciones reformistas tienen un rencor especial contra todo lo que suene o respire Anarquismo y por ende al Anarcosindicalismo, que no claudica ante los cantos de sirena de las promesas o prebendas del Estado y del Capitalismo salvaje y asesino. Un ejemplo claro de esa inquina contra la influencia lógica del anarquismo en la ideología de la CNT-AIT. Una prueba contundente de esa intención de arrancar del Anarcosindicalismo su impronta Anarquista, fue el acuerdo tomado por la IWW norteamericana, en su Congreso de septiembre de 2017, para que la “Nueva Internacional” no fuese de orientación Anarquista. Ellos y ellas tienen bastante con que se autodenomine sindicato revolucionario, sin especificar lo más mínimo qué tipo de Revolución es la que pretenden y desde qué ámbito. ¿Desde dentro de las instituciones del Estado? ¿Es que, de verdad, es tan supina su ignorancia sobre lo que se ha hecho desde esa institución opresora, cuando se ha querido cambiarla desde dentro? La Historia es testigo de lo que ha pasado. Todo grupo (partido político, sindicato, entidad social, etc.), que lo ha intentado ha sido integrado en su seno y ha perdido su fuerza reivindicativa, el Estado no admite medias tintas, o estás con él o contra él. Nada ni nadie lo ha conseguido ni lo conseguirá, pues su malvado engranaje corrompe a quienes se meten dentro de él, máxime si lo único a lo que se aspira es a obtener las miserables migajas que quiera dar a sus lacayos.


Los últimos artículos de los compañeros Floreal Rodríguez de la Paz y de Un CeNeTista (Orto nº 199, páginas 15,16, 24 y 25), dejan la cuestión del rumbo que ha tomado CNT-CIT perfectamente aclarada. A ello hay que añadir los 10 artículos del compañero de redacción de la revista, Rafael Sánchez García y del entrañable José Luis García Rúa (Orto nº 181, página 20 y 21. “En defensa del Anarcosindicalismo”), nacido en Gijón el 31 de agosto de 1923 y fallecido en Granada el 6 de enero de 2017, a los 94 años. Un ejemplo de dignidad personal y confederal como todas y todos pudimos, en sus largos años de militancia, comprobar por su sencillez y su gran talla intelectual, tanto en conferencias como mítines de la CNT-AIT, por la que luchó hasta sus últimos días de vida. Fue siempre el azote de quienes querían apartar a la Confederación de su impronta Anarquista. Hemos tenido que soportar, recientemente, que un aspirante a liberado sindical, que está preparando una tesis sobre el “Caso Scala”, diga de manera despectiva de Rúa que era un santón anarquista. Si tan valiente es para hacer dicha afirmación, que nos lo diga a la cara que ya le contestaremos como se merece.

Como en esos interesantísimos artículos se desgranan los diversos aspectos de la cuestión referida a la CNT-CIT, su deriva reformista, autoritaria y ejecutivista, no voy a seguir en esa línea argumentativa, ya que ellos lo hacen de forma clara y contundente. Por mi parte, en este segundo artículo, quiero hacer hincapié en un aspecto que podría pasar desapercibido, y que me llenó de asombro y de indignación cuando en el Congreso de Zaragoza (2015) una compañera y un compañero, de un Sindicato de Oficios Varios de la Regional Catalana, se desgañitaban por defender su postura a favor de la no desaparición de su Sindicato. Era imposible para ellos conseguir el número de afiliadas y afiliados que el Congreso había acordado. Triplicar su afiliación era una tarea del todo imposible, y más en una población tan pequeña, en la que tenía la sede el Sindicato. El desprecio manifestado desde la mesa que presidía la sesión hacia los dos era de una bajeza moral y de una ética propia de personas pertenecientes a una organización fascista y no libertaria como es la CNT. Tanto una como el otro militante salieron de la sala donde se había celebrado la última sesión de XI Congreso Confederal con lágrimas en los ojos. En mi caso, aunque vivía en La Rioja, sabía perfectamente lo entusiasmados que estaban, ya que habían decido irse de la gran ciudad a un pequeño pueblo de la costa del Maresme. Habían conseguido el número mínimo para formar un Sindicato y así lo hicieron. Ella es maestra y él metalúrgico, a quien conocí en reuniones de la CNT, y a ella en las luchas sindicales de la Enseñanza.

Con ello los nuevos dirigentes de la CNT-CIT se había conseguido uno más de sus propósitos, la desaparición del sindicato de jubilados. Tanto los sindicatos de Oficios Varios, en su mayoría, como los pocos sindicatos que habían de Jubilados, en Badalona teníamos uno, eran muy reacios a las nuevas propuestas que iban colando los que iban haciéndose con los comités de gestión. La razón de la oposición era debida a que los sindicatos de Jubilados estaban formados por compañeros y compañeras que tenían muy claro lo que era la CNT, y su forma de ser y de actuar. Tampoco querían que existiese la Regional del Exterior, o al menos que no tuvieran voto a la hora de tomar acuerdos. El número Sindicatos de Jubilados era insignificante en el conjunto de la Organización, la cosa era llevadera, pues muchos compañeros y compañeras que se jubilaban preferían continuar en su sindicato. El sindicato de Jubilados, por su edad, se reunía a partir de las cuatro de la tarde. Realizaban una doble labor, muy importante para el resto de los sindicatos de la Federación Local. Abrían el local, con lo cual, si alguna trabajadora o trabajador venía a esa hora esa atendido, si era afiliada/o podía cotizar, y después pasaban la cotización al correspondiente Sindicato. Éramos en la época de la calle Cervantes y Antón Romeu más de diez sindicatos, siendo la segunda Federación Local en Catalunya, después de Barcelona. Sólo en el Sindicato del Metal eran cerca de 1500 afiliadas/os, Textil pasaban de los 600. Además, el Sindicato de Jubilados procuraba que toda/o el que pasaba por el Sindicato se fuera con la propaganda correspondiente: CNT, La Soli, Ideas/Orto, Tierra y Libertad, Adarga, Estudios, etc.

Cuando la afiliación disminuyó drásticamente, muchos sindicatos tuvieron que formar un único Sindicato, el de Oficios Varios: Banca, Vidrio y Cerámica, Madera y Corcho, Construcción, Enseñanza, etc., los cuales habían sido sindicatos independientes, pero que tuvieron que amoldarse a las nuevas circunstancias. La diferencia radica en que un sindicato grande, en una población grande, es más fácil de existir, mientras que un grupo de trabajadoras y trabajadores que quieran formar un sindicato Anarcosindicalista en una pequeña localidad es mucho más difícil, porque la relación con su entorno es de un mayor compromiso personal, y más siendo la CNT un Sindicato que tiene enemigos por todas partes: Partidos políticos, Sindicatos, Asociaciones Culturales, que no ven con buenos ojos las actividades provenientes del Movimiento Libertario: CNT, Mujeres Libres, Ateneos, grupos culturales libertarios de teatro, música etc. Todo ello conduce a que quienes dan el paso y se afilian a la CNT, por lo general, están muy concienciados y optan por una alternativa más social y menos sindical, lo cual lleva a que sean más críticos con ciertas posturas de carácter autoritario o ejecutivista. Esta situación la he vivido en primera persona. Los votos de esos sindicatos no interesan a la corriente actual que MANDA en la CNT-CIT, pues entorpecen la buena marcha de su línea reformista. Esos sindicatos de Oficios Varios, y todos los que denuncian las tropelías inorgánicas de los comités, ahora ejecutivos, no interesan. No quieren sindicatos con militantes verdaderamente conscientes, sino simples cotizantes. Y si con ello no llegan para cubrir gastos de liberados y gabinetes técnicos, pues ya está el Estado para echarles una mano con el dinero que durante tantos años han negado a la CNT-AIT. En cuanto el Estado, a través de partidos y sindicatos, ha visto la deriva que ha tomado la CNT-CIT, pues dinero que no falte, que ya nos cobraremos el favor.

No se puede prescindir de pequeños sindicatos ni de grupos de afinidad libertaria, no tenemos medios para llegar al conjunto de la población, y si encima hacemos desaparecer esos sindicatos confederales que organizan charlas, que ponen carteles de propaganda anarcosindicalista y anarquista o de carácter libertario, en el más amplio sentido de la palabra, nuestro mensaje queda muy reducido. La CNT-AIT tiene que volver a acoger en su seno a esos grupos de compañeras y compañeros que quieren compartir con nosotras y nosotros sus ansias de luchar por cambiar esta podrida sociedad, conseguir una más libre (de parásitos y vividores que hay en la actual CNT-CIT), más justa, más solidaria con las minorías de todo tipo, el sindical también. Nos tenemos que REAFIRMAR, muy abiertamente, en el ANACOSINDICALISMO. Ha llegado, definitivamente, el crucial momento de apostar de manera clara y contundente por nuestra historia de lucha a favor de los explotados, sin pactos con los explotadores. Las afiliadas y afiliados pueden ser o no anarquistas o anarcosindicalistas, pero la CNT- AIT, si quiere ser digna de esas siglas, tiene que ser ANARCOSINDICALISTA.

Salud

Artículo de Miguel Correas Aneas
Revista Cultural de Ideas Ácratas "Orto", nº 200