"Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, quien está haciendo la guerra y la estamos ganando.”
Warren Buffett. Multimillonario Americano
30 horas semanales de jornada laboral, he aquí una reivindicación histórica de nuestro sindicato que hoy, quizás más que en ningún otro momento de nuestra historia reciente, se hace urgente y oportuna.
Así pues, estamos en un país con más de 5 millones de parados. Esta cifra, más arriba o más abajo, sobretodo refleja un paro estructural, no pasajero, constante, con el fin de disciplinarnos y de que aceptemos condiciones de trabajo cada vez más precarias con tal de no perecer. De estos parados gran parte de los cuales están en la pobreza relativa al agotar las miserables compensaciones económicas con que el estado español se ríe de nosotros al pretender restaurarnos con algo que en realidad es nuestro. De otra parte están los trabajadores en activo cada vez más precarizados e indefensos y una vida cada vez más deteriorada, reforma laboral tras reforma laboral. En definitiva estamos en un país que, por contraposición, las grandes empresas, digan lo que digan, no dejan de ganar, donde el estado sigue subvencionando obscenamente a la Iglesia, dando prebendas a la clase política y sindical, y aquellas a los que viven de hacernos creer que lo cambiarán todo para que en realidad se mantenga todo igual, siempre con el apoyo de las empresas de comunicación, por poner algunos ejemplos hirientes.
30 horas semanales sin reducción de salario, sin reducción de derechos, sin horas extras, sin destajos, sin aumento de la edad de jubilación, ésa es nuestra exigencia. Y lo exigimos porque es la forma directa de terminar con el paro, porque pedir las 30 horas es pedir el reparto del trabajo y la riqueza, es pedir justicia social.
No olvidemos que el trabajo asalariado es la forma moderna de esclavitud. Las 30 horas no han de ser una reivindicación aislada sino el camino para liberarnos del salario que configuran un tiempo y una vida que no es nuestra. Un paso adelante para reivindicarnos como personas y reapropiarnos de nuestras vidas, así como un revulsivo que ponga en marcha el apoyo mutuo y la solidaridad en la sociedad del egoísmo, la irresponsabilidad y la competitividad.
No será mendigando lo que nos pertenece en manifestaciones-paseos ni con huelgas-pantomimas de un día como conseguiremos salir de la pobre vida en la que nos han metido, sino siendo conscientes de nuestra fuerza y de lo justo de nuestra reivindicaciones, exigiendo y arrebatando aquellos que nos han robado los derechos que nos pertenecen por ser lo que somos, personas. Y nuestras herramientas son, hoy como ayer, la acción directa, el apoyo mutuo, la solidaridad, la huelga ..., para cambiar de raíz este mundo de patrones.
Con el deso y la pelea de aquellos que eran como nosotros, trabajadores, ayudados de la solidaridad y la acción directa, sin intermediarios que tradujeran sus voces, lograron conquistar la jornada de 8 horas, aunque nuestra memoria histórica sea débil y aún están trabajando para que lo sea más y más.
Llegaron a más y demostraron de forma tan convincente, ingeniosa y comprensible cómo el trabajo, el tiempo liberado y la riqueza socialmente producida pueden ser redistribuidos, los problemas horarios disminuidos o incluso abolidos, los espacios de autonomía ensanchados en una gran diversidad de formas en función de las necesidades, de los deseos, de las elecciones de cada uno; en resumen, cómo lo necesario puede hacerse deseable y lo deseable, factible.
Las cosas claras: nuestra economía no está en crisis, nuestra economía es la crisis; el trabajo no es lo que falta, el trabajo es lo que sobra, lo que falta es igualdad y reparto de la riqueza.
Por las 30 horas de jornada laboral
Sin reducción de salario y sin aumento de productividad
Por el reparto del trabajo, por el reparto de la riqueza