El Consejo Regional de Defensa de Aragón o simplemente Consejo de Aragón, se constituye el 8 de Octubre de 1936 en un Congreso Extraordinario de los sindicatos aragoneses de CNT, celebrado en la recién liberada localidad zaragozana de Bujaraloz. Al Congreso acudieron delegados que representaban a las columnas confederales y a más de 300 sindicatos cenetistas aragoneses.
Se materializaba así lo aprobado en Madrid el 15 de Septiembre de 1936 en el Pleno Nacional de Regionales de la CNT, donde se acordó la constitución de Consejos Regionales de Defensa vinculados de forma federada a un Consejo Nacional que haría las veces de un Gobierno Central.
Se materializaba así lo aprobado en Madrid el 15 de Septiembre de 1936 en el Pleno Nacional de Regionales de la CNT, donde se acordó la constitución de Consejos Regionales de Defensa vinculados de forma federada a un Consejo Nacional que haría las veces de un Gobierno Central.
El Consejo de Aragón se hará cargo de los aspectos políticos, económicos y sociales del territorio, también se aprueban los departamentos que lo conformarían y que fueron : Justicia, Agricultura, Obras Públicas, Industria y Comercio, Información y Propaganda, Orden Público, Transportes y Comunicaciones, Higiene y Sanidad, Instrucción Pública y Economía y Abastos. Así mismo se acordaron otras cosas como nombrar dos delegados para la representación del Consejo en el Departamento de la Guerra de Barcelona y creación de un Comité de Guerra y sus componentes.
Días después, la Regional de Aragón de CNT, eligió a los integrantes del Consejo que, en principio, quedó establecido con 6 consejeros, el secretario y el presidente Joaquín Ascaso. Se eligió en principio la ciudad de Fraga como sede de este organismo, y allí vio la luz el primer Boletín Oficial el 26 de Octubre. Poco tiempo después se trasladaría a Caspe.
Los Consejeros fueron: Adolfo Arnal, José Mavilla, Adolfo Ballano, Miguel Chueca, Miguel Jiménez, José Alberola que se harían cargo de las diferentes áreas más arriba indicadas y Secretario General, Benito Pavón
El Consejo Regional de Defensa de Aragón, el primer, y prácticamente único, episodio de gobierno libertario del que hay constancia en la historia. Este organismo, presidido por Joaquín Ascaso, gobernó durante diez meses, entre el 6 de octubre de 1936 –hoy hace 80 años- y el 11 de agosto de 1937, la mitad oriental de lo que hoy es la comunidad autónoma.
El Consejo, íntegramente formado por CNT en sus primeros tres meses y hegemonizado por los anarquistas a partir de enero de 1937, cuando entraron en él dirigentes del PCE, Izquierda Republicana y UGT –dos por organización por siete libertarios-, fue una forma de organizar una administración en la zona aragonesa que resistió al avance fascista, que se encontraba en una situación caótica cuando, alrededor de septiembre, los responsables del Frente Popular comenzaron a ser conscientes de que afrontaban a una guerra larga y contra un enemigo profesional y bien pertrechado.
El hecho de que los sublevados controlaran las tres capitales había estrangulado el tráfico comercial y desconectado la administración al dejar de haber diputaciones y gobiernos civiles. Por otro lado, las milicias - mayormente, las libertarias- controlaban las zonas rurales y los pueblos, en la mayoría los cuales las tierras habían sido colectivizadas, y pasaban a ser controladas por los comités revolucionarios formados por milicianos y vecinos.
Y, por otra parte, habían llegado a la zona oriental miles de refugiados que habían logrado salir de la zona controlada por los fascistas, especialmente de Zaragoza, antes de que el frente quedara estabilizado en los Monegros.
Ese cuadro llevó a la CNT a convocar un plenario sindical en Bujaraloz en septiembre de 1936 para impulsar la creación del Consejo, que tuvo su primera sede en Fraga antes de trasladarse a Caspe, que ofrecía la ventaja logística de estar comunicada por tren con Barcelona.
El balance del Consejo Regional de Defensa de Aragón incluye varios logros. Consiguió su objetivo fundamental, que era normalizar la vida civil. Su prioridad era consolidar las conquistas sociales, como la colectivización, y asentar las militares.
La sustitución de los comités revolucionarios por consejos municipales con representación de todos los partidos y sindicatos con presencia en cada pueblo significó un paso en la normalización de la vida local a partir de enero de 1937, mes en el que también fueron creados el Consejo de Seguridad, el Tribunal Popular de Caspe y los juzgados especiales de apoyo de esa ciudad, de Barbastro y de Alcañiz. Su entrada en funcionamiento provocó un segundo descenso en la represión en su territorio logrando reequilibrar el orden público.
El Consejo puso en marcha las brigadas de alfabetización itinerantes, inició la construcción de escuelas –en Caspe y Barbastro, entre otras localidades- y activó campañas de lectura, con camiones que recorrían los pueblos dejando y recogiendo libros. Y, tras la situación de colapso inicial, activó nuevos circuitos comerciales que permitieron, con un sistema centralizado en la Consejería de Economía exportar, y comerciar con ellos en zonas como Catalunya y Valencia, con excedentes de productos primarios como cereales, aceite y frutos secos para reinvertir ese dinero en la adquisición de otros como leche, pescado y legumbres y avanzar en la mecanización del campo.La cosecha de 1937 fue buena, e incluso hay testimonios de las filas franquistas que reconocen que, cuando ocuparon la zona en la primavera de 1938, había importantes reservas almacenadas de grano y de aceite.
La República burguesa arrolló y ordenó su disolución: la orden dada por Indalecio Prieto, fue ejecutada por las tropas del criminal estalinista Enrique Líster y consumada con la entrega del poder en la zona oriental de Aragón al general Ignacio Mantecón, un militar de Izquierda Republicana –en esos tiempos ya cercano al PCE- que había ocupado la cartera de Justicia en el Consejo, como gobernador general.
El anarquista Joaquín Ascaso, un albañil emigrado a Barcelona que había regresado a Aragón con la columna Durruti, tras cárcel, sufrimiento terminó su vida en el exilio... pero esa es otra historia.