Autor: Anónimo
Editor: Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. Federación Anarquista Ibérica.
Año: 1936-1939.
Se trata de un cartel poco conocido, de autoría anónima y sin fecha de edición. Representa a una mano adulta que presenta varias camisas a un niño que llora con cara de confusión. Si recordamos que durante el período de la República burguesa y posterior guerra civil, los miembros juveniles de los diversos partidos políticos llevaban un uniforme distintivo, la aparente oscuridad del cartel desaparece. “No envenenéis a la infancia” es una llamada contra la excesiva politización de los pequeños, un intento de alertar contra los peligros de introducir en la mente de alguien de pocos años las ideas que solo pueden asimilar fanáticamente. Todos hemos visto imágenes de padres satisfechos que fotografían a sus hijos, junto a ellos, portando armas. En la actualidad estar en desacuerdo con estas actitudes es normal. Pero criticarlo en medio de un conflicto, es una idea que denota un utopismo y una capacidad de autocrítica que solo podía estar4 avalados por las Juventudes Libertarias y la FAI. Utopismo porque nada parece tan inútil y contra corriente como pedir serenidad y lucidez en un conflicto civil, donde la supervivencia de muchas cosas, sobre todo las ideas y la vida, está mucho más en peligro que en un conflicto internacional.
Capacidad autocrítica, porque el dibujante de las Juventudes libertarias, no pensaba en la camisa azul del bando fascista, sino en los socialistas, con su camisa roja y en los comunistas con su camisa celeste, tambien blanca en algunos casos y corbata roja. Y en los anarcosindicalistas representados con la camisa negra. Autocrítica, hemos dicho. El drama del movimiento libertario español: luchar contra el fascismo y no estar de acuerdo de la forma de combatirlo con los demás intergrantes del bando antifascista.
La originalidad del cartel no acaba en su contenido. Formalmente tiene una fuerza y una cautividad de las que están alejadas obras de temática ”más importante”. No cabe duda que lo infantil tiene más facilidad de cautivar al observador, pero eso no quita el reconocer sus méritos: suprimiendo la consigna, y la imagen del niño llorando ante el adulto que le presenta varios signos políticos, seguiría explicando perfectamente la intención del autor.