Con este nombre tan italiano Fratelli Tutti (“Hermanos todos”), el papa Francisco ha publicado su tercera encíclica, que se podría calificar de netamente suya, y que es de carácter social, con la que se aleja de sus dos antecesores en la dirección de la curia vaticana, Juan Pablo II (santificado por gracia y dinero del Opus Dei) y el papa emérito Benedicto XVI, los cuales sólo se preocupaban de la moral de los feligreses y de lo que tenían que hacer quienes no comulgan con sus principios religiosos retrógrados y oscurantistas: no al aborto, no a la eutanasia, no a los matrimonios entre personas del mismo sexo, no a las células madre, etc. Mucha doctrina trasnochada y poco acercamiento a los problemas reales de sus seguidores y de la ciudadanía en general. Desde su llegada al pontificado, el 13de marzo de 2013, Francisco ha publicado tres cartas encíclicas: Lumen Fidei (5 de julio de 2013), sobre la Fe desde la Teología católica con motivo del Año de la Fe. Ladato Sí (24 de mayo de 2015), sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible. Y la tercera Fratelli Tutti, de la que me estoy ocupando en este artículo. Desde hace muchísimo tiempo, el Papa se preocupa de temas sociales: ecología (encíclica “Laudato Sí “), por las actuales crisis de los mercados, crítica del neoliberalismo, excesos de los populismos, no atacando per se al comunismo, que prioriza a los descartados/marginados de la sociedad, poniendo especial énfasis en el drama de los refugiados y de los migrantes. Es el “catecismo social de Bergoglio”. Esa postura del Papa ha causado un gran impacto tanto dentro como fuera de la ICAR, por su contenido: en defensa de los pobres, los migrantes, igualdad de la mujer, contra el capitalismo salvaje. Aunque en la práctica, la cuestión de la mujer dentro la Iglesia Católica continúa como siempre, la mujer sólo cuenta para limpiar iglesias y hacer catequesis.
El Papa Mario Bergoglio no es el papa que más escribe textos magistrales, sólo tres encíclicas, pero sí el que más se ha pronunciado sobre temas sensibles, con claridad y cierta cercanía, tanto en sus homilías como en sus entrevistas y discursos improvisados. Es el Papa que más entrevistas ha concedido a los medios de comunicación. Francisco va dejando píldoras que reflejan un cambio doctrinal y, sobre todo, un cambio en las prioridades de su pontificado, que ha dejado de hablar únicamente de doctrina moral y sexual, y se ha centrado en la ecología, la cultura del encuentro con otras culturas y religiones, la acogida y el diálogo. Pero la curia vaticana sigue siendo la misma: siempre a favor de los que ostentan el poder.
Veamos algunas de las claves del “catecismo social de Francisco” que tanto molesta a los cavernícolas de la ICAR, destacando por encima de todos los componentes de la CEE (Conferencia Episcopal Española), que se encontraban tan a gusto con el papado de Juan Pablo II y Benedicto XVI y con la dirección de dicha conferencia del cardenal franquista Antonio María Rouco Varela, de nefasto recuerdo. Entre otras, estas son dichas claves. 1ª Defensa del medio ambiente: el cual es uno de os ejes del pontificado del Papa Francisco, como queda reflejado en su anterior encíclica Laudato Sí, de 2015. En ella denuncia cómo “la Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”. “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y del de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta”. “Si todo está conectado, es difícil pensar que este desastre mundial no tenga relación con nuestro modo de enfrentar la realidad”. “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. 2ª igualdad: el Papa Francisco, sin ser un papa “feminista”, sí ha abierto el debate sobre el papel de la mujer en la Iglesia. De momento los frutos en este aspecto son casi nulos, pues la jerarquía vaticana se resiste, como gato panza arriba, a mover un dedo en favor de las mujeres, las cuales no ven cambios reales a su función en puestos de responsabilidad efectivos. Aunque ha abierto la posibilidad de que las mujeres pudieran llegar a ser diáconos (lenguaje machista), el sacerdocio está vetado para más de la mitad del mundo católico, o lo que es lo mismo, para el colectivo que caso de abandonar los templos éstos quedarían vacíos en un 99%. 3ª Migrantes y refugiados: “Una persona que piensa en construir muros, cualquier muro, y no en construir puentes, este hombre no es cristiano si ha dicho cosas como éstas”. Esta fue la respuesta que dio el Papa en febrero de 2016, cuando se le preguntó sobre el muro que Trump planteaba construir entre Estados Unidos de Norteamérica y México. La lucha contra la “cultura del descarte “es otro de los ejes del pontificado actual, con momentos clave como la visita a Lampedusa, visitas a cárceles, leproserías, barrios marginales, etc.
Es bien cierto que “del dicho al hecho hay un gran techo”, y que “una cosa es predicar, y otra dar trigo”, como ha ocurrido con la Iglesia Católica desde hace más de veinte siglos, y sigue ocurriendo en la actualidad. Una cosa es la teoría clerical y otra la práctica diaria en cuestiones de índole social. Mientras que la Iglesia Católica predica que hay que estar a favor de la paz, durante décadas ha invertido sus muchos millones de euros en acciones de empresas dedicadas a la fabricación de armas de todo tipo, mientras era accionista mayoritario en fábricas dedicadas a la elaboración de alimentos, sobre todo en Nápoles, obteniendo pingües beneficios, hacía campañas contra el hambre en todo el mundo católico apoyando bancos de alimentos en vez de reclamar justicia social, y reparto equitativo de las ganancias que genera la sociedad. Una cosa es escribir encíclicas y otra muy diferente es que los fieles que siguen a quien las escribe cumplan sus deberes como verdaderos seguidores de su guía espiritual. Las últimas sectas que han surgido en España en las últimas décadas no son un ejemplo de pobreza ni de fraternidad para todos. Más bien todo lo contrario, como pasa con la Iglesia Neocatecumenal (leáse Kikos) que, en poco tiempo, ya dispone de un enorme patrimonio material, aunque su reino no es de este mundo.
Este Papa ha cogido cierto predicamento entre algunos políticos de izquierdas, como el actual presidente del gobierno Pedro Sánchez, prueba de ello es la visita del presidente Sánchez al “ciudadano Bergoglio” (como le llaman sus detractores dentro de la ICAR), la cual tuvo lugar, en la mañana del pasado 4 de noviembre, en la biblioteca privada del Palacio Apostólico, con una duración de 35 minutos hora, lago habitual en las audiencias con jefes de Gobierno. El presidente Sánchez, una vez terminada la visita, mandó un tuit al Papa en estos términos: “Gracias Pontífice por recibirme en el Vaticano. Coincidimos en abordar la crisis ocasionada por el Covid-19 desde el multilateralismo y con una mirada social; protegiendo a los más vulnerables y avanzando, toda la sociedad unida, hacia un mundo más justo y solidario”. En esa línea de entendimiento están también muchos políticos, con postulados cercanos a la socialdemocracia tanto europea como latinoamericana. La sintonía entre el Papa y el presidente fue tal que Francisco dedicó un breve discurso a la delegación española, hecho algo insólito, pues no se recuerda ninguna otra ocasión en la que el Pontífice dedicase un discurso a un mandatario. En el largo comunicado de la Presidencia del Gobierno español, se señalan las similitudes sobre la visión de la sociedad internacional que tiene el Gobierno y la última encíclica del Papa, Fratelli Tutti, “ya que ambos ven un mundo donde la cooperación y la solidaridad son necesarias, partiendo de la fraternidad”.
Al final de la reunión se produjo el tradicional intercambio de regalos. Sánchez entregó al jesuita un facsímil del Libro de la Horas del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, una reproducción -el manuscrito original data del siglo XV- que es un libro de rezo para uso privado ricamente ilustrado. Por su parte, Francisco regaló a Sánchez un bajorrelieve en bronce dedicado al tema de la misericordia, la acogida y la fraternidad, en el que en segundo plano están representados una mujer y un niño en brazos entrando en la Plaza de San Pedro y de fondo una barca con migrantes. También le dio la copia de sus siete documentos, encíclicas y exhortaciones apostólicas, que se han publicado en sus siete años de pontificado, y entre ellas la última Fratelli Tutti, que tanto le ha gustado al presidente del Gobierno.
Aunque sea de manera muy resumida, reseño algunas de las ideas que tanto gustan a políticos de izquierdas. Son pensamientos que vienen señalando quienes ni son políticos ni necesitan ir al Vaticano, para ser refrendados por el Papa, y así ser consideradas buenas personas y merecedores de gobernar un país. Nada nuevo que no hayamos denunciado una y mil veces. Las cosas son como son y no hay vuelta de hoja, lo diga el Papa o Perico el de los palotes. El Papa puede escribir encíclicas, hacer manifiestos, exhortaciones, discursos, comunicados, entrevistas con mandatarios políticos de todos los colores, que los que de verdad mandan y dirigen las vidas de la población son sus amiguetes, que tienen las finanzas de su parte. Como ejemplo pongo lo que dice la Fratelli Tutti en su primer capítulo “Las sombras de un mundo cerrado”. Las numerosas distorsiones de la época contemporánea: la manipulación y la deformación de conceptos como democracia, libertad o justicia; la pérdida del sentido de lo social y de la historia; el egoísmo y la falta de interés por el bien común, la prevalencia de una lógica de mercado basada en el lucro y la cultura del descarte; el desempleo, el racismo, la pobreza; la desigualdad de derechos y sus aberraciones, como la esclavitud, la trata las mujeres sometidas y luego obligadas a abortar, y el tráfico de órganos, la cultura de los muros con la proliferación de mafias, alimentadas por el miedo y la soledad, el deterioro de la ética a la que contribuye los medios de comunicación de masas, que hacen pedazos el respeto al otro y eliminan todo pudor, creando círculos virtuales aislados y autorreferenciales, en los que la libertad es una ilusión y el diálogo no es constructivo. El derecho a vivir con dignidad no puede ser negado a nadie, los derechos no tienen fronteras y por ello nadie puede ser excluido de esos derechos, con independencia de donde haya nacido. Hay que pensar una “ética de las relaciones internacionales”, porque todo país es también del extranjero y los bienes del territorio no pueden ser negados a los necesitados que vienen de otro lugar. El derecho natural a la propiedad privada será secundario respecto al principio del destino universal de los bienes creados. En cuanto a la deuda externa, sin perjuicio del principio de que debe ser pagada, se espera que ello no comprometa el crecimiento y la subsistencia de los países más pobres.
Termino diciendo que suscribo muchas de las ideas que el Papa menciona en su última carta encíclica, pero recuerdo que todo eso y mucho más es lo que llevamos postulando desde hace muchos años, y que una gran culpa de que la situación mundial sea la que es, se debe a los seguidores de la ICAR y otras religiones que tienen a Cristo como su guía espiritual, y que dicen una cosa y después hacen todo lo contrario. Sí, todos somos hermanos, pero si son pobres, de diferente color de piel, si tienen otra religión, si piensan diferente, si tienen costumbres diferentes, si vienen a nuestro país en busca de una vida mejor, entonces ya no son bien recibidos, ni son tan hermanos. Una cosa es predicar y otra es estar con los más necesitados, en vez de ponerse siempre de parte de los que ostentan el Poder y acumulan riquezas hasta límites vergonzosos, como lo hace la propia Iglesia Católica Apostólica y Romana (ICAR).