miércoles, 12 de diciembre de 2007

Recordando a Juan Gómez Casas un auténtico anarcosindicalista

ATENCIÓN: NUEVAS DEFINICIONES SOBRE ANARCOSINDICALISMO. Juan Gómez Casas Extraído de "Solidaridad Obrera" nº 128 (especial VI Congreso)


Al abordar este tema con objetividad, pero con preocupación, deseo referirme a los análisis desarrollados por José Bondía en el nº 72 de "CNT" correspondiente al mes de marzo. Movido por un afán de coherencia en la argumentación, quiero referirme a ese párrafo en que el compañero afirma que muchos olvidan, o desconocen, "Que el mismo concepto de anarcosindicalismo entraña una neta contradicción al tratar de conjugar dos conceptos cercanos al antagonismo: el sindicalismo, necesariamente reformista e integrador, y el anarquismo, necesariamente revolucionario y trascendente". Por esta razón, dice el compañero, la acción social o sindical de la CNT y su propia existencia se desarrolla en la frontera entre lo reformista y lo revolucionario, entre lo integrador y lo trascendente respecto al sistema. Se deduce así que el anarcosindicalismo por su propia realidad constitutiva tendrá dos fuerzas impulsoras, dos naturalezas en lucha susceptibles de inclinarse del lado del reformismo o del revolucionarismo. Habría una lucha del "bien y del mal" dentro de la CNT. El razonamiento del compañero es una elucubración. Este olvida, o desconoce, y éstas son las consecuencias de no leer historia, que la proyección directa de anarquismo en el movimiento obrero por medio de asociaciones, primero y luego de sindicatos, creó el sindicalismo revolucionario. Esto es lo que ocurrió con la Primera Internacional en España en 1870, primer congreso obrero celebrado en Barcelona. Allí, el anarquismo hecho ya asociación obrera, se decantó por la federación de libres asociaciones de obreros como fórmula de sustitución revolucionaria al Capitalismo y al Estado. El sindicalismo revolucionario de la vieja CGT francesa sirvió de pauta, junto con los antecedentes y las experiencias históricas de la Internacional, para la creación de la CNT española.
El anarquismo contribuía a crear un sindicalismo revolucionario por sus contenidos, que no sería otra cosa que anarcosindicalismo. Es por esto que la CNT anarcosindicalista no tienen problemas de personalidad, pues ese sindicalismo neutro que puede ser fascista, comunista, socialista, o reformista, no es un componente de la organización. Ello se traduce en que la CNT pueda tener unos principios, tácticas y finalidades únicos que no podrían darse si estuviera la pobre fluctuando siempre en precario entre el reformismo y la anarquía. Ese supuesto dualismo sólo existe en la confusión de algunos amigos. Porque la coherencia del anarcosindicalismo cenetista impide que pueda haber contradicción entre los principios, las tácticas y las finalidades. Si esta condición aparece y se institucionaliza, entonces e s cuando debemos empezar a temer por la propia existencia del anarcosindicalismo. La tremenda ventaja de la coherencia, que por abulia no aplicamos eficazmente, en el campo del socialismo genéricamente hablando, nos permite prefigurar dentro de la CNT una realidad anticipatoria de una sociedad sin Estado y sin clases, con militantes responsables que no delegan su responsabilidad personal e intransferible y toman, por ello, las decisiones.
Independientemente de sus finalidades, la CNT sabe que se han de crear las condiciones objetivas para el cambio radical. Que esto no es una broma, que se actúa contra corriente y que sólo se logrará haciendo crecer la conciencia revolucionaria de los trabajadores y de los ciudadanos en los ámbitos donde éstos se desenvuelven: en el hábitat donde viven y en los lugares en que trabajan (los que pueden). La CNT, cuya concepción del sindicalismo es revolucionaria por provenir del anarquismo, sabe también que en el período hasta la transición tendrá que defender las reivindicaciones obreras como siempre lo hizo en el curso de la historia, utilizando la acción directa, o no mediada, de acuerdo con sus fuerzas. Esto explica que unas veces haya obtenido éxitos en su empeño y otras fracasos. En la historia de la CNT ha habido también graves contradicciones circunstancialistas, como durante la guerra civil. La profunda coherencia de que hablo debe servir para evitar repeticiones de estos hechos.
A ver si nos aclaramos.
El compañero Bondía afirma que la CNT, como los demás sindicatos entra en el ranking de las fuerzas sindicales del Estado y como tal favorece la evolución del sistema en éste o aquel sentido y se convierte se quiera o no en evolucionista en ausencia de situaciones revolucionarias. Sí, en cierto modo. Es evolucionista en el sentido de que durante la preparación al dilatado tránsito revolucionario es o debe ser un formidable factor de impregnación y contagio que haga evolucionar al pueblo hacia las condiciones que van a propiciar el cambio radica. Esa evolución es lo que yo llamo el crecimiento de la conciencia revolucionaria dentro y fuera de los lugares de trabajo (algunos sonríen al oír hablar de esto) De cualquier manera, el compañero Bondía se equivoca cuando nos llama "estáticos", porque sólo esa nueva conciencia significa un cambio real. La imitación clara de lo que hacen otros, con pretensiones de originalidad es como pretender avanzar pedaleando en esas bicicletas inmóviles que se utilizan para hacer ejercicios físicos en el interior de una habitación. Pero, acto seguido, se perfila una actitud mucho más ambigua en el trabajo de Bondía, al afirmar éste que para equilibrar la balanza y para reencontrarse con el anarcosindicalismo habría que ir a posiciones más sindicalistas. Un pequeño galimatías. Porque si por definición somos anarcosindicalistas y no otra cosa, ¿tenemos que ir al sindicalismo para luego regresar a lo que somos por naturaleza? ¿Qué significa esto?
Vaciamiento de los contenido de la CNT. El problema de la integración.
Como a Bondía no le agrada mucho la historia, sobre todo cuando va contra sus improvisaciones, puede que no sepa que situaciones confusas como ésta ya se dieron en la CNT durante la dictadura de Primo de Rivera y posteriormente con las polémicas entre Santillán, Pestaña y Peiró, sobre todo en las de estos dos últimos. Pestaña acabó definiendo a la CNT como un continente más que como un contenido. Un continente sirve para meter cosas dentro. Habiéndose agarrado al sindicalismo neutro acabó fundando un partido para infundir a aquél desde fuera un cierto contenido. Cierto que la postura de Bondía no es esto, pero las implicaciones de cuanto dice son imprevisibles.
Tras afirmar que, descartando la integración política o de participación en la lucha por el poder, queda nuestra necesaria e inevitable integración en el tejido de la sociedad española, termina diciendo que porque tenemos voluntad de constituirnos en fuerza social, esta no marginación (entiéndase integración, digo yo) ha de ser lo más profunda posible, siendo una parte fundamental en el entramado social. Pero la sociedad española o el entramado como lo conocemos hoy es el sistema. Y la sociedad española, o el sistema es todo, es decir, los que trabajan, los parados, los marginados, los oprimidos, los opresores, los cuerpos represivos, los políticos, la pluralidad de instituciones, el Estado. ¿Es aquí donde hemos de integrarnos de una forma "potente" se nos dice? Ante todo, qué es estar integrados? Integrar es reunir .las partes de un todo, armonizarlas, para que ese todo pueda cumplir sus funciones naturales. Tales funciones reconocen incluso discrepancias, diversidad y oposición hasta ciertos límites, pero todo ello en razón de que es necesario para el funcionamiento normal del todo. Por consiguiente, para la consolidación del todo es decir, del sistema. Así es como entiende la cuestión el reformismo político. ¿Están la CNT y el movimiento libertario integrados así en el sistema? NO. Estamos dentro del entramado del sistema. Esto nos condiciona ciertamente, nos limita, nos reprime, se nos impone por medio de regulaciones autoritarias. Pero estamos contra el sistema, no somos una pieza indispensable para el desarrollo del sistema. De hecho, estamos en una situación real de marginación conscientemente asumida. Desde ésta intentamos contagiar nuestros valores y nuestras ideas-fuerza, penetrar hasta el corazón mismo de esta sociedad por nuestra teoría y nuestra práctica. La integración-colaboración, como la entiende, quiera o no, Bondía, nos dejaría inermes y desarmados para la defensa de alternativas tendentes al cambio radical y profundo de la sociedad y convertidos en simple tejido del sistema.
Bases para una estrategia.
En el apartado Bases para una estrategia se nos da a entender qué podría ser una profunda integración en el entramado social, que no debería ser política. Se empieza por decir que habría que empezar por demostrar "que en el ocaso del siglo XX puede existir una organización anarcosindicalista capaz de desenvolverse con realismo y eficacia en la resolución de las problemáticas laborales o sociales". ¿Esto quiere decir resolver las enormes contradicciones del capitalismo que terminan en crisis económica, paro, marginación, represión? ¿Un movimiento anarcosindicalista integrado va a resolver todo esto sin hacer la revolución social? Luego se nos dice, entre otras cosas, que se deberían "controlar aquellos procesos estrictamente laborales o sindicales donde están en juego intereses directos, no políticos, del mundo del trabajo: Seguridad Social, Desempleo, etc". A esto hay que hacer extensivo, pues, todos los organismos técnicos y sociales que se relacionan con aquel: el IMAC, el JSP, el INEM, el INSS, el Consejo Económico y Social, donde se instalan las burocracias sindicales junto a los funcionarios del Estado. Los tinglados políticos de que dependen todos estos mecanismos "económicos y sociales" se encargan de controlarlos los partidos guía de esos sindicatos.
En la segunda conferencia de militantes de Madrid, se le dijo a Pepe Bondía que las instituciones y organismos sociales y económicos son inseparables de los políticos que los crean y condicionan. De manera que para ser coherentes, esa política de presencia en algunos ámbitos pronto estaría proyectando una presencia complementaria en los organismos políticos, desde donde, de acuerdo con la lógica que anima todo el análisis, se podrían defender las primeras "con eficacia y realismo".
Con lo dicho, creo que es suficiente para sacar algunas conclusiones sobre las fórmulas nuevas que se nos proponen. ¿Estaría aleteando a nuestro alrededor el sindicalismo político?