En Brasil, a pesar de sus nueve millones de kilómetros cuadrados de tierra fértil, administrada por el sistema capitalista y estatal, los trabajadores para no sucumbir de miseria, tuvieron que defender sus derechos por medio de la organización e incluso sin ella; con actos de rebeldía organizados o esporádicos; de tan costosos sacrificios humanos, que a los europeos les serian difíciles de comprender.
Según documentación, la Federación Obrera Brasileña, toma parte en el Congreso de la A.I.T., en Londres en 1913, como así en el Congreso en el que quedó constituida la Asociación Continental Americana del Trabajo en Buenos Aires, 1929.
En las poblaciones portuarias del Brasil, el movimiento obrero que responde a los principios de la A.I.T., data de tiempos lejanos. Las luchas por mejores condiciones de vida fueron constantes, y solo interrumpidas por los periodos que duraron las dictaduras con sus feroces persecuciones, por las que tanto han sufrido los trabajadores y todo el pueblo del Brasil. En su extenso territorio, donde se reunieron conglomerados de trabajadores en obras publicas y los braceros campesinos, conatos de rebeldía se produjeron en todo el país; porque las injusticias llegaron a tales extremos que a los oprimidos no les quedaba otra alternativa que rebelarse o sucumbir.
Brasil fue de los últimos países del nuevo continente en que se abolió la esclavitud oficial en 1888; no pudiéndose impedir que actos de rebeldía se produjeran contra toda suerte de injusticias. En los trabajos públicos en que los empresarios eran obligados a emplear obreros especializados, incluso llevados de Europa, entre los que iban idealistas combatientes, que tras las injusticias que allí sufrían lograban plantear reclamaciones de respeto y huelgas que por las condiciones naturales y de trato no podían por menos que ser violentas. Por la campiña también los idealistas andariegos con su propaganda para la que en el Brasil salieron buenas publicaciones sembraban rebeldías de las que nuestros periódicos hablaron poco por falta de comunicaciones; pero la prensa burguesa hablo mucho diciendo que aquellos movimientos eran obra de bandidaje.
Los actos de rebeldía en aquellos soleados desiertos que en Europa apenas se pueden creer, los idealistas que querían orientar y llevar a buen fin los movimientos que se producían, en la mayoría de los casos no les quedaba otra disyuntiva que ser triturados por la persecución o huir y caminar de prisa cientos y hasta miles de kilómetros en tupida selva, poblada de animales feroces, aunque no tan peligrosos como los esbirros que los perseguían. Sobre aquellas odiseas mucho se ha escrito por los que lograron salir de la selva, pero lo mas trágico quedó sin decir por los que sucumbieron en ella.
En los focos principales donde pudo arraigar la organización, tales como Sao Paulo, Río de Janeiro y otros, el carácter solidario e internacionalista de la misma estuvo siempre latente. En 1907 el Parlamento sanciono una ley que autorizaba al gobierno a expulsar del país a los extranjeros que se destacaban en la militancia del movimiento obrero y su propaganda. Contra dicha ley la Federación Obrera Brasileña emprendió una campaña de agitación, que, si bien no logró hacerla derogar, aminoró sus graves efectos.
En el Brasil, como en otros países del nuevo continente, se da el caso paradójico de que sus fabulosas riquezas naturales y gran productividad agravan la mísera situación de los productores. Tales riquezas acaparadas por los consorcios capitalistas y controladas por los Estados, miles y millones de toneladas de tales productos que faltan en las mesas de los productores se pudren en los depósitos o van a parar al fondo de los mares. El pretexto es evitar las competencias, mantener los precios para salvar los intereses nacionales de los que todo lo tienen, porque lo robaron y roban a los que no tienen nada.
El movimiento obrero inspirado en los principios de la A.I.T., que en los periodos que disfrutó de un mínimo de libertad, tuvo un gran florecimiento en el Brasil. Con la dictadura de Getulio Vargas que duró de 1934 a 1945, sufrió un rudo golpe.
Gobernantes y dictadores, con el movimiento obrero con que más se ensañaron es con el de influencia anarquista. Los periodos que duran los dictadores son para nuestros movimientos verdaderas noches de lobos. Cuando calma la ferocidad de los persecutores, con lo poco que no han destrozado hay que empezar de nuevo. Y es necesario hacerlo, porque en su misión emancipadora el movimiento de influencia anarquista no fue ni será reemplazado por los movimientos reformistas sobornados por los americanos o los movimientos marxistas sobornados por los rusos o por los chinos. O aunque sea sin sobornar, por su propia orfandad idealista.
En el temperamento del nativo brasileño como en los de las demás republicas se pueden tener esperanzas si se le sabe descubrir y cultivar. El éxito que los marxistas tuvieron en Europa no lo lograron en el nuevo mundo con sus sensacionalistas parodias conspirativas. Y gastar cantidad de millones que no se cuentan con los dedos ni con los pelos. Y ello en gran parte se debe a la resistencia de los nativos, a los que una falsa civilización no hizo perder el buen sentido. Por estas y otras razones los compañeros brasileños y los demás de allá, no deben perder las esperanzas en dar cima y continuación al movimiento que responde a los principios de la A.I.T., por qué, como se ha dicho, es irreemplazable en su misión emancipadora.
Según documentación, la Federación Obrera Brasileña, toma parte en el Congreso de la A.I.T., en Londres en 1913, como así en el Congreso en el que quedó constituida la Asociación Continental Americana del Trabajo en Buenos Aires, 1929.
En las poblaciones portuarias del Brasil, el movimiento obrero que responde a los principios de la A.I.T., data de tiempos lejanos. Las luchas por mejores condiciones de vida fueron constantes, y solo interrumpidas por los periodos que duraron las dictaduras con sus feroces persecuciones, por las que tanto han sufrido los trabajadores y todo el pueblo del Brasil. En su extenso territorio, donde se reunieron conglomerados de trabajadores en obras publicas y los braceros campesinos, conatos de rebeldía se produjeron en todo el país; porque las injusticias llegaron a tales extremos que a los oprimidos no les quedaba otra alternativa que rebelarse o sucumbir.
Brasil fue de los últimos países del nuevo continente en que se abolió la esclavitud oficial en 1888; no pudiéndose impedir que actos de rebeldía se produjeran contra toda suerte de injusticias. En los trabajos públicos en que los empresarios eran obligados a emplear obreros especializados, incluso llevados de Europa, entre los que iban idealistas combatientes, que tras las injusticias que allí sufrían lograban plantear reclamaciones de respeto y huelgas que por las condiciones naturales y de trato no podían por menos que ser violentas. Por la campiña también los idealistas andariegos con su propaganda para la que en el Brasil salieron buenas publicaciones sembraban rebeldías de las que nuestros periódicos hablaron poco por falta de comunicaciones; pero la prensa burguesa hablo mucho diciendo que aquellos movimientos eran obra de bandidaje.
Los actos de rebeldía en aquellos soleados desiertos que en Europa apenas se pueden creer, los idealistas que querían orientar y llevar a buen fin los movimientos que se producían, en la mayoría de los casos no les quedaba otra disyuntiva que ser triturados por la persecución o huir y caminar de prisa cientos y hasta miles de kilómetros en tupida selva, poblada de animales feroces, aunque no tan peligrosos como los esbirros que los perseguían. Sobre aquellas odiseas mucho se ha escrito por los que lograron salir de la selva, pero lo mas trágico quedó sin decir por los que sucumbieron en ella.
En los focos principales donde pudo arraigar la organización, tales como Sao Paulo, Río de Janeiro y otros, el carácter solidario e internacionalista de la misma estuvo siempre latente. En 1907 el Parlamento sanciono una ley que autorizaba al gobierno a expulsar del país a los extranjeros que se destacaban en la militancia del movimiento obrero y su propaganda. Contra dicha ley la Federación Obrera Brasileña emprendió una campaña de agitación, que, si bien no logró hacerla derogar, aminoró sus graves efectos.
En el Brasil, como en otros países del nuevo continente, se da el caso paradójico de que sus fabulosas riquezas naturales y gran productividad agravan la mísera situación de los productores. Tales riquezas acaparadas por los consorcios capitalistas y controladas por los Estados, miles y millones de toneladas de tales productos que faltan en las mesas de los productores se pudren en los depósitos o van a parar al fondo de los mares. El pretexto es evitar las competencias, mantener los precios para salvar los intereses nacionales de los que todo lo tienen, porque lo robaron y roban a los que no tienen nada.
El movimiento obrero inspirado en los principios de la A.I.T., que en los periodos que disfrutó de un mínimo de libertad, tuvo un gran florecimiento en el Brasil. Con la dictadura de Getulio Vargas que duró de 1934 a 1945, sufrió un rudo golpe.
Gobernantes y dictadores, con el movimiento obrero con que más se ensañaron es con el de influencia anarquista. Los periodos que duran los dictadores son para nuestros movimientos verdaderas noches de lobos. Cuando calma la ferocidad de los persecutores, con lo poco que no han destrozado hay que empezar de nuevo. Y es necesario hacerlo, porque en su misión emancipadora el movimiento de influencia anarquista no fue ni será reemplazado por los movimientos reformistas sobornados por los americanos o los movimientos marxistas sobornados por los rusos o por los chinos. O aunque sea sin sobornar, por su propia orfandad idealista.
En el temperamento del nativo brasileño como en los de las demás republicas se pueden tener esperanzas si se le sabe descubrir y cultivar. El éxito que los marxistas tuvieron en Europa no lo lograron en el nuevo mundo con sus sensacionalistas parodias conspirativas. Y gastar cantidad de millones que no se cuentan con los dedos ni con los pelos. Y ello en gran parte se debe a la resistencia de los nativos, a los que una falsa civilización no hizo perder el buen sentido. Por estas y otras razones los compañeros brasileños y los demás de allá, no deben perder las esperanzas en dar cima y continuación al movimiento que responde a los principios de la A.I.T., por qué, como se ha dicho, es irreemplazable en su misión emancipadora.