lunes, 8 de junio de 2009

Ya no recuerdan...


El alcalde de Pisa propone un programa de repatriación de inmigrantes rumanos. Dentro de este programa los inmigrantes firmarán un contrato en el que se indica que no podrán volver a Pisa en los próximos 12 meses. El ayuntamiento dispondrá de un autobús pagado para que los inmigrantes que lleguen a la misma ciudad en Rumanía, reciban un bono que asciende a cientos de euros para poder subsistir en su país al momento de su llegada. Entre tanto, las "chozas", donde solían vivir en Pisa serán destruidas. Este programa es una de las consecuencias de la nueva legislación nacional sobre la seguridad y la protección que otorgan más poderes a los alcaldes. En realidad, incluso tratando de razón dentro de los términos de estos caracteres neofascistas, no hay "problemas de seguridad" en Pisa, causados por los inmigrantes. Las estadísticas muestran que el número de delitos es estático. Por lo tanto, detrás de las campañas alarmistas sólo existe el deseo político de representar a los inmigrantes como delincuentes. El aumento de la marginación social que caracteriza las vidas de los inmigrantes en Pisa y los estudios de investigación (realizada por el ayuntamiento de Pisa en 2006) demuestran que en la zona de Pisa el 10% de los inmigrantes trabajan más de 10 horas por día y uno de cada cuatro inmigrantes gana un salario de menos de 500 euros al mes. La discriminación parece ser la regla comun también en el mercado de la vivienda: muchos organismos estarían dispuestos a alquilar a un italiano, pero no a un inmigrante. Muchos italianos parecen utilizar las mismas palabras para describir los inmigrantes como el utilizado por los estadounidenses en el momento de la emigración italiana: "No les gusta el agua, muchos de ellos huelen porque usan la misma ropa durante semanas. Construyen cabañas de madera y aluminio en las afueras de las ciudades donde viven. Cuando logran llegar al centro de la ciudad alquilan apartamentos desmoronados. Suelen aparecer en pareja y por lo general busca una habitación con una cocina. Después de unos días, se convierten en cuatro, seis, diez. Entre ellos hablan idiomas imposibles de entender, probablemente antiguos dialectos. Muchos niños son utilizados para mendigar, y a menudo las mujeres mal vestidas y con carteles apelan a la piedad delante de las iglesias. Tienen muchos niños que no pueden mantener y que están muy cerca uno del otro en edad. Dicen que se dedican al robo y, si se les ofrece resistencia, se vuelven violentos. Evitan a nuestras mujeres no sólo porque no se ven bien y salvajes, sino porque hay rumores acerca de violaciones que tuvieron lugar en la calle cuando las mujeres volvian del trabajo. Nuestro gobierno abrió demasiado las puertas de nuestro país a los inmigrantes, pero, sobre todo, no lograron seleccionar a los que vinieron a nuestro país para trabajar de los que quieren vivir una vida de delincuencia. " (...)Los otros, a los que la mayor parte de esta descripción se refiere, provienen del sur de Italia. Le sugiero que, comprueben sus documentos y repatrien a la mayoría. Nuestra seguridad debe ser nuestra primera preocupación " Este texto es un extracto de un documento expedido por la Inspección de Inmigración del Congreso americano sobre inmigrantes italianos en Estados Unidos, octubre de 1912.