Los gobiernos de Noruega y Japón están usando los impuestos de sus ciudadanos para subvencionar un sector que hace ya mucho tiempo que dejó de ser productivo.
El informe ‘Sink or swim, The economics of whaling today’ revela que los gobiernos de Noruega y Japón proporcionan a las compañías balleneras enormes subsidios, aunque los datos evidencian que la caza de ballenas nunca volverá a ser una industria rentable por sus propios medios.
En estos tiempos de crisis, el uso de los impuestos de los ciudadanos para sostener una industria básicamente deficitaria no es estratégico, sostenible, ni supone un uso apropiado de los fondos públicos.
El análisis de WWF considera un rango de costes directos e indirectos asociados a la industria ballenera, así como al procesamiento y venta de sus productos derivados, principalmente la carne y la grasa. Los científicos concluyen que los crecientes costes, combinados con una demanda decreciente y el riesgo de impactos negativos como boicots comerciales o del turismo, hacen bastante improbable que la caza comercial produzca beneficios para ninguno de los países.
Según el informe, en Noruega, desde 1992, el Gobierno ha gastado más de 3,5 millones de euros en información, relaciones públicas y campañas para conseguir el respaldo de su industria de caza de ballenas y focas. Además, el importe de los subsidios gubernamentales para la industria ballenera iguala la mitad del valor de toda la carne de ballena que llega a Noruega a través de Rafisklaget, la Organización de Venta de los Pescadores Noruegos.
Las cifras que se desprenden del estudio advierten una tendencia similar en Japón. Durante la temporada 2008-2009 la industria ballenera japonesa necesitó 9 millones de euros de sus contribuyentes, sólo para no registrar pérdidas. En general, los subsidios del gobierno japonés desde 1988 superan los 117 millones de euros.
Otros números del informe
El precio al por mayor del kilo de carne de ballena en Japón ha caído desde los 21€ de 1994 hasta los 11€ de 2006.
Noruega destinó 7 millones de euros desde 1993 hasta 2006 en un programa de inspección. En 2006 fue cancelado debido a las pérdidas que estaba acarreando a los balleneros del país.
Desde la moratoria oficial a la caza comercial de ballenas en 1986, Japón y Noruega han desafiado a la Comisión Ballenera Internacional (CBI) y explotado todos los resquicios legales del tratado. Noruega bajo la figura de la ‘objección’, y Japón en el caso de la ‘caza científica’, o lo que es lo mismo, la caza comercial con la excusa de un propósito de estudio.
Un golpe al turismo
A punto de inaugurarse la 61 edición de la reunión anual de la CBI, los científicos resaltan que el asesinato estas especies pone en peligro el turismo relacionado con el avistamiento de ballenas, así como el comercio y la imagen internacional de Noruega y Japón – impactos que sobrepasarían con creces cualquier beneficio económico que pudiera reportar su caza.
La delegación norteamericana de la Sociedad de Conservación de Ballenas y Delfines, advierte: “Noruega y Japón están lastimando el turismo, una industria potencial en sus países, simplemente para gastar millones de euros obteniendo carne de ballena cuya venta no produce ningún beneficio”, y añade: “¿Cuánto tiempo van a seguir malgastando los impuestos de sus ciudadanos?”.