El ahora condenado aprovechó su destino en el almacén de aprovisionamiento de Madrid para firmar «como efectivamente recepcionados víveres y otros materiales descritos en los distintos albaranes emitidos por la empresa Nova Xove, de la sociedad de responsabilidad limitada Meis Martínez», según consta en la sentencia del Supremo. Los magistrados consideran probado que en ningún caso las mercancías a las que hacían referencia los albaranes llegaron a entrar en la nave de suministros de la Armada.
Para consumar el fraude, que está tipificado como un delito continuado contra la Hacienda en el ámbito militar, Blas Monerris se aprovechó de las claves de banca electrónica que le habían concedido. De este modo, únicamente tuvo que transferir las cantidades que consideraba apropiadas, que oscilaban entre 700 y 16.929,54 euros, a las dos empresas pontevedresas.
Se da la circunstancia de que los más de 180.000 euros salieron de una cuenta «cuyo depósito estaba constituido por dinero de Caja Fija pendiente de reintegrar al Tesoro». En definitiva, se trataba de dinero que no podía ser utilizado más que para su reintegro al Tesoro.
Por si fuera poco, el comandante no comunicó trimestralmente a los órganos gestores los ingresos y reintegros al Tesoro, según consta en una orden del Ministerio de Defensa.
Durante la vista oral, el personal del almacén de aprovisionamiento de la Armada, «en forma abrumadoramente mayoritaria», manifestó desconocer la existencia de las dos empresas. Tales datos son incontestables para los magistrados del Supremo, quienes sostienen que el militar únicamente buscó obtener un beneficio económico propio.