sábado, 3 de agosto de 2013

Anarquismo ilustrado: nuestros carteles


Autor: Vicente Ballester
Edita: CNT-AIT. Comité Nacional Oficina de Información y Propaganda
Año: 1936-1939

Las Organizaciones libertarias (Confederación Nacional del Trabajo, CNT; Federación Anarquista Ibérica, FAI y la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias FIJL) durante la cruenta contienda de 1936-39, fueron las que movilizaron mayor cantidad de hombres y mujeres en los primeros momentos de la sublevación facciosa y posteriormente cuando el reclutamiento se hizo obligatorio en la España Republicana. 

Los libertarios movilizaron el mayor número de efectivos con que contó el Ejército Popular de la República, todos voluntarios, aunque en los últimos momentos de la contienda (1937) se decretara el reclutamiento forzoso. Estos efectivos, salidos de las filas anarquistas, oscilaron entre el 30 y el 40% de las tropas totales republicanas.

Si el golpe militar consiguió pararse en los primeros momentos en gran parte de la zona antifascista, fue gracias, principalmente, a la movilización del Pueblo español a través de la más potente de sus organizaciones obreras, fundamentalmente, la CNT . La República no hubiera podido parar la sublevación militar sin la movilización en la calle de las bases obreras, eso no es óbice para reconocer el destacado papel que realizaron unidades de las fuerzas de orden público que se sumaron al entusiasmo popular y combatieron codo con codo junto al Pueblo en armas. Armas que en muchos lugares llegaron tarde a manos de las organizaciones obreras o no llegaron, facilitando de esa manera el triunfo de los fascistas y la posterior represión. Muchos dirigentes republicanos, principalmente Gobernadores Civiles y una parte importante de las autoridades militares, apostaron desde el principio por los militares sublevados contra la República, facilitando el triunfo de los facciosos al no ofrecer resistencia de ningún tipo y negando las armas a las organizaciones antifascistas y revolucionarias que estaban dispuestas a enfrentarse a los sublevados.

Las demás Organizaciones que conformaban el espectro político y social de la República burguesa (UGT, PSOE, PCE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, P.Sindicalista, POUM, y los nacionalistas catalanes y vascos) también movilizaron sus efectivos, pero el número de estos sería inferior al de los libertarios. Entre los movilizados anarquistas muchos no serían encuadrados en unidades afines sino que se integrarían en otras columnas con mandos de otras tendencias, para suplir ausencias: No debemos olvidar que la mayoría de los cuadros técnicos del Ejército de la República burguesa (Jefes y oficiales) se adhirieron o eran afines al levantamiento fascista. No existía ejército en los primeros meses del golpe. 

La organización militar de las bases obreras en milicias y columnas serían el embrión de lo que luego, tras la militarización de 1937, sería el Ejército Popular de la República española. Juan García Oliver impulsaría desde el primer momento la creación de las Escuelas Populares de Guerra de las que saldrían los futuros oficiales del Ejército Popular de la República. Las milicias y columnas por las "necesidades de la guerra moderna" fueron obligadas a militarizárse. Estas milicias, que serían injustamente denostadas por los defensores a ultranzas de un Ejército Republicano moderno, con sus consiguientes jerarquías, unidad de mando y disciplina cuartelera.
Las milicias cumplieron su papel cuando el ejército profesional en su mayoría se había pasado a los facciosos. Ellas fueron las que defendieron la legalidad vigente y el Derecho del Pueblo español a decidir su destino. Las que consolidaron las conquistas revolucionarias en el frente y la retaguardia y en muchos casos, como en Aragón, las impulsaron. Pero esa es otra historia.

En la recta final de la guerra, en el año 1939, tras constituirse el Consejo Nacional de Defensa, la CNT y las organizaciones libertarias estimaban contar en el Ejército Popular Republicano con unos 150.000 efectivos en los frentes sobre 450.000; otro datos también apuntan al número de 300.000 soldados sobre un total de 600.000. Este número tan elevado no debe extrañar, ya que en las levas de jóvenes reclutados desde 1937 había muchos influidos por las ideas anarquistas: las Juventudes Libertarias de la época dieron cifras de afiliación de unos 200.000 afiliados.