miércoles, 17 de julio de 2019

Disponible el último número de "Orto" revista cultural de Ideas Ácratas



Editorial: Pactos post-electorales: contubernios y cambalaches

El sábado 15 de junio, como era preceptivo, tuvieron lugar los nombramientos de alcaldesas y alcaldes de pueblos y ciudades de todo el territorio español, así como quién iba a representar a cada una de las comunidades autónomas, aunque en este caso el plazo no finaliza hasta el próximo 26 de junio, un mes después de celebradas las elecciones de mayo. Como no en todas las autonomías hubo elecciones, sólo se podían nombrar presidentes, o bien presidentas, en doce de las diecisiete comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas Melilla y Ceuta. 
 
La cifra de municipios en España asciende a 8.116, repartidos en 50 provincias, a esta cifra hay que añadir a las mencionadas ciudades autónomas. A día de hoy, aún queda por ser nombrado el presidente del Gobierno central. Una vez consultados todos los grupos políticos que tienen representantes en el Congreso de los Diputados, después de las elecciones del 26 de abril, el rey Felipe VI ha designado al representante socialista Pedro Sánchez Castejón, en la actualidad presidente en funciones, como el candidato para ser investido nuevo presidente de la legislatura 2019-2023. Todo está en el aire, ya que los pactos necesarios para obtener una mayoría simple por parte del PSOE son toda una incógnita.

Hay quien se pregunta el porqué de que sólo haya habido elecciones autonómicas en solo 12 comunidades, ya que en España hay 17 y dos ciudades autónomas, que son Melilla y Ceuta. El motivo está en que, una vez aprobada la Constitución Española en 1978, comenzó la negociación de los estatutos autonómicos. Es una especie de constitución para cada región. Euskadi lo refrendó en 1979, lo mismo que Catalunya. El de Galicia se estableció en 1980, y el de Andalucía en 1981. Después llegaron las elecciones autonómicas para esos territorios: las vascas y las catalanas en 1980, las gallegas en 1981 y las andaluzas en 1982. 
 
Así pues, esas tres comunidades autónomas se adelantaron a las demás, pues la Constitución estableció una vía rápida para conseguir sus respectivas autonomías. Esa diferencia está recogida en la Carta Magna: “los territorios que en el pasado hubiesen plebiscitado afirmativamente proyectos de Estatuto de autonomía” podían acelerar el proceso. Estas tres comunidades del Norte de España aprobaron estatutos durante la Segunda República. El caso de Andalucía es distinto. Fue la comunidad autónoma más ágil. Consiguió superar los requisitos del artículo 151 de la Constitución, pese a no tener un estatuto en la Segunda República. Fue la única comunidad autónoma que sometió a un referéndum su estatuto. Las otras comunidades celebraron sus elecciones en 1983. La comunidad valenciana no ha tenido elecciones autonómicas ya que las hicieron el 28 de abril, coincidiendo con las generales, y ello porque su estatuto permite al presidente adelantar las elecciones autonómicas. La comunidad valenciana ha sido un caso aparte, ya que, según su estatuto de autonomía, modificado no hace mucho tiempo, permite a su presidente convocar elecciones autonómicas fuera del marco general. Y así ha sucedido esta vez, ya que el presidente Ximo Puig las ha hecho coincidir con las generales del pasado 28 de abril.

Antes de hablar de pactos, contubernios y cambalaches post-electorales, veamos cómo quedó la situación política, respecto a la representación de cada partido en el Congreso de los Diputados, que es el que marca el devenir de la toma de decisiones a nivel estatal. El senado es en la actualidad un nido de “barrigas contentas que ni pincha ni corta” en el quehacer político del actual sistema de democracia delegada, abanderada por una corrupta monarquía, repleta de buitres y vividores de todo pelaje tanto empresarial como político. En primer lugar, aparecerá el número de escaños que cada partido ha conseguido en las elecciones del pasado 28 de abril. Entre paréntesis se anota el número que obtuvieron en 2016. El partido de ultraderecha Vox no se presentó a dichas elecciones generales. 
 
El orden viene dado, como es lógico, por los resultados obtenidos. PSOE 123 (85), PP 66 (137), C,s 57 (32), Unidas-Podemos 42 (71), Vox 24 (-). Como se puede comprobar por estos datos el ganador ha sido el PSOE, aunque muy lejos de los resultados de elecciones anteriores a 2016, las cuales fueron una auténtica debacle para los socialistas. En esta ocasión los malos resultados electorales han sido para el Partido Popular y Unidas- Podemos. En cuanto el partido que preside Pablo Casado, hoy en día escorado a la extrema derecha, afirma que está en el centro, su deriva derechista es totalmente incuestionable. El zarpazo, en toda la yugular, que le ha dado el nuevo partido de extrema derecha adornado con encajes neonazis y actuaciones del franquismo más rancio y nostálgico, hablamos de Vox, zarpazo electoral que le ha arrebatado exactamente 2.677,163 votos, o lo que es lo mismo, un 10,6 de votantes que antes iban al zurrón de los populares ha hecho que el batacazo de una parte de la derecha española haya sido de una gran importancia política.

Lo que hemos podido ver, relacionado con la formación de ayuntamientos y gobiernos autonómicos es un brillante anticipo de lo que queda por venir. La lógica de la política democrática actual no difiere apenas de la del neoliberalismo, el cual rige de manera desastrosa los destinos de millones de personas en muchas partes del mundo. Dicho de otra manera, la política y sus partidos representantes, siempre hay alguna excepción que confirma la regla, se rige también por la búsqueda del beneficio, del poder a toda costa, como un fin en sí mismo. 
 
Todo se ha convertido en un juego de mesa de tema político, similar al juego del Monopoly, donde cada jugador/partido tiene un número de votos limitado y que aplicando distintas estrategias de juego se hacen con los votos ajenos (llamémosle: cambalaches, contubernios, transfuguismos, traiciones, corruptelas…) y así llegan al poder. Ejemplos de lo antes afirmado: Melilla, Navarra, Huesca, Burgos, Barcelona, Madrid Ayuntamiento y Comunidad, etc. En este juego de compraventa de poder local, autonómico o estatal no cuenta ni lo prometido al electorado, ni los programas salvadores repartidos por correo o a mano en las campañas pidiendo el voto. Aquí lo que vale es lo que es rentable para auparse al poder. En la actualidad la palabra dada ha dejado de cotizar en la política. Todo este circo mediático, para embaucar a quienes se dejan, es un gran mercado, auténtico mercado persa donde todo se puede vender y comprar. Donde se compran y se venden mentiras, incoherencias, contradicciones, las cuales son moneda de cambio de uso corriente entre los partidos políticos españoles. 
 
Veamos un sólo ejemplo de lo que es la dinámica política, y sus incoherencias. Allá por el año 2016, el actual presidente del PP y líder de la Oposición, Pablo Casado, mal que le pese a Ciudadanos, dijo las siguientes palabras cuando tenía que ser investido Mariano Rajoy: “Imaginaos que el PSOE le saca 52 escaños y dos millones y medio de votos al P.P. ¿Alguien podría entender que nosotros bloqueásemos la investidura al líder del PSOE?”. Pues está a punto de que Casado se trague sus palabras, es decir, que se le pille en una fragante incoherencia, cuando sea él quien tenga que votar en la investidura de Pedro Sánchez. El Partido Popular ya ha adelantado que votará en contra de la investidura del líder del PSOE. ¿Dónde queda aquello de los 52 escaños, ya que el Partido Socialista tiene 57 más que los populares? ¿Dónde queda aquello de los dos millones y medio de votos, cuando el PSOE tiene exactamente tres millones ciento veinticuatro mil setecientos treinta y dos mil votos más que el PP? Así funciona una gran parte de la clase política que tenemos que sufrir, todo vale con tal de obtener el poder o mantenerse en él.

Pero no nos engañemos a nosotros mismos. No nos acordamos de lo que hizo el PSOE cuando estaba de presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y lo volverá a hacer Pedro Sánchez cuando la ocasión lo requiera. Muchos han ido a votar para que no mande la derecha, cada una/uno es libre de hacer lo que vea conveniente, pero por nuestra parte pensamos que los políticos y sus partidos no son de fiar, pues cuando tienen el poder se rigen por lo que el filósofo alemán Max Weber afirma en su libro La política como profesión: “El político opera con la ambición de poder como un medio inevitable. Pero el pecado contra el Espíritu Santo de su profesión comienza cuando esta ambición de poder se convierte en objeto de una pura embriaguez personal, en vez de ponerse al servicio de su causa”. 
 
Estas acertadas palabras las hemos visto reflejadas en los contubernios y cambalaches para formar gobiernos después de las elecciones del 26 de mayo- No nos extrañará nada de lo que pase en lo referente a la investidura de Pedro Sánchez, ya que los políticos, como actuales Alcibíades (sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates), pueden defender una cosa y la contraria. Visto lo visto estas dos últimas semanas, continúa vigente aquella frase del Despotismo Ilustrado, en su vertiente paternalista: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. 
 
Los partidos políticos piden de manera machacona que se vote cuando hay elecciones, pero una vez colocada la papeleta, ellos y ellas hacen lo que les va bien a sus intereses partidarios, sin acordarse de sus promesas hechas a la ciudadanía. Si confiamos nuestro destino a la clase política no avanzaremos ni un ápice en la verdadera emancipación de los pueblos. Hoy más que nunca están vigentes las afirmaciones centenarias de la Primera Internacional (AIT): “Si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti”, “La emancipación de la clase trabajadora es obra de ella misma o no será”.
 
"Orto" revista cultural de Ideas Ácratas, nº 193