Con un breve paréntesis en el 2013, coincidiendo con los peores momentos de la crisis en Grecia, España lleva afincada en el 'top' 4 de los países de la Unión Europea con mayor pobreza laboral desde el 2012.
En España tener un empleo no es suficiente para escapar de la pobreza. O no lo es, al menos, para el 12,9% de los españoles con trabajo. España acumula ocho años de manera casi ininterrumpida entre el infausto grupo de los países de la Unión Europea con mayores índices de pobreza laboral; según los últimos datos disponibles publicados por Eurostat esta semana. Ese 12,9% de trabajadores pobres coloca a España como el tercer país con la mayor tasa de pobreza laboral de la UE.
Con un breve paréntesis en el 2013, coincidiendo con los peores momentos de la crisis en Grecia, España lleva afincada en el 'top' 4 de los países de la Unión Europea con mayor pobreza laboral desde el 2012. Y, paradójicamente, cuando la economía española salió de la recesión y volvió a la senda del crecimiento, a partir del 2014, la pobreza laboral repuntó en España. Estable desde principios de siglo en torno a una ratio del 10%, alcanzó su máximo en el 2015, cuando afectaba al 13,1% de ocupados.
España comparte ese podio de la pobreza laboral con Rumanía (15,3%) y Luxemburgo (13,5%); con Italia (12,2%) y Grecia (11%) alternándose las siguientes posiciones de lo alto de la tabla. Los datos de Eurostat todavía no reflejan qué efectos han provocado las dos últimas subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) en España, hasta los 950 euros actuales. Pues el principal objetivo de este concepto es reducir los índices de pobreza laboral. No siempre funciona y Luxemburgo es un ejemplo en este sentido; pues ostenta el salario mínimo más alto de la UE (de 2.071 euros brutos al mes) y la segunda tasa de pobreza laboral más alta (13,5%).
Rumanía ejerce, en este sentido, como contraejemplo. En el 2018 registraba la tasa de pobreza laboral más alta (15,3%) del entonces club de los 28 (hoy ya 27, tras el 'Brexit'); aunque esta ha experimentado un notable descenso en el último lustro. En paralelo a una también notable subida del salario mínimo; pues el Gobierno rumano lo ha triplicado en la última década; hasta los actuales 446 euros. Lo que no evita que sea el tercer salario mínimo más bajo de la UE.
Los más jóvenes, los más precarios
En España la precariedad de las condiciones de trabajo afecta en mayor medida a los jóvenes, lo que se traduce en mayores tasas de pobreza laboral. En el 2018 si esta afectaba de media al 12,9% de los ocupados; entre los menores de 30 años dicho porcentaje escalaba hasta el 16,3%. El repunte de los índices de trabajadores pobres en pleno proceso de expansión de la economía cohabita con el incremento de las formas de subocupación. Es decir, aquellas relaciones laborales en las que el trabajador desearía poder trabajar más horas para engrosar así su nómina. Los últimos datos de la encuesta de población activa (EPA) dan fe de ello, pues si bien el número total de ocupados actualmente ya supera los registros previos al estallido de la crisis, el número de horas trabajadas todavía es el 5,8% inferior. Y la jornada laboral media cerró el año en 33,8 horas, la segunda cifra más baja desde el 2008.