Ante la desmemoria y el negacionismo que hacen mella en parte de los integrantes del movimiento libertario, conviene rescatar del olvido el legado teórico abolicionista de la prostitución, que la agrupación Mujeres Libres dejó publicado en los 13 números de su revista.
Es por ello que este blog da paso a la publicación del siguiente resumen, no sin hacer antes esta aclaración: se habla de negacionismo, porque es notable el hecho de que los partidarios de la sindicación de esta actividad, en su discurso, invisibilizan este legado de Mujeres Libres, invisibilizan el hecho de que históricamente el abolicionismo ha sido el posicionamiento mayoritario en el movimiento libertario español, y por último, evitan cualquier mención al abolicionismo libertario actual, como si éste no existiera. Se está dando así por hecho que los libertarios hemos asumido ese discurso liberal que no pertenece, ni por raíz histórica, ni por ética, al movimiento libertario, lo cual no es cierto, no responde a la realidad. Aunque bien es cierto que sigue existiendo indiferencia hacia la cuestión de la mujer en parte de la militancia de, que la considera cuestión secundaria o irrelevante, la obra de Mujeres Libres va a tener continuación en la CNT-AIT o en su entorno organizativo, porque la necesidad de hacer frente tanto al patriarcado como al feminismo capitalista, así lo exigen. Esto es lo que dijeron ellas acerca de la prostitución en su revista:
En el número 3, hay un artículo dedicado al amor libre, Elogio del amor libre, de Amparo Poch, donde defiende que la sexualidad no se puede vender, es “inalienable”. Lo dice respecto al matrimonio: “De la envilecedora aceptación del matrimonio, contrato y reglamentación de lo inalienable”. En el mismo artículo, defiende que el amor libre precisa “plena libertad, pero también capacidad plena, pues sin ésta la libertad es una ficción. No se es libre más que cuando se puede tomar una decisión entre todas las que la ocasión ofrece”. Es decir, la libertad necesita alternativas, Termina: “la vida está harta de la mujer esposa (…); está harta de la mujer prostituta, a la que solo le queda la raíz escuetamente animal (…) aprende a concebir el valor de ser libre, si nada: ni por dinero, no por paz, ni por sosiego: amor libre”.
Lo más claro es el artículo final del número 5, Liberatorios de prostitución, en p.8. Dice que su supresión es la primera tarea de la revolución. Merece la pena la referencia textual: “La empresa más urgente a realizar en la nueva estructura social es la de suprimir la prostitución. Antes que ocuparnos de la economía o de la enseñanza, desde ahora mismo, en plena lucha antifascista aún, tenemos que acabar radicalmente con esta degradación social. No podemos pensar en la producción, en el trabajo, en ninguna clase de justicia, mientras quede en pie la mayor de las esclavitudes: la que incapacita para todo vivir digno.” “Que no se reconozca la decencia de ninguna mujer mientras no podamos atribuírnosla todas.” “Todas las mujeres españolas habremos de ponernos ahora mismo a esta empresa liberadora. Ninguna farsa más de “ligas y discursos contra la trata de blancas”. No más sombríos conventos de arrepentidas.” “Mujeres Libres está organizando liberatorios de prostitución, que empezarán a funcionar en plazo breve. A este fin se destinan locales adecuados en distintas provincias, y en ellos se desarrollará el siguiente plan:
1º Investigación y tratamiento médico-psiquiátricos.
2º Curación psicológica y ética para fomentar en las alumnas un sentido de la responsabilidad.
3º Orientación y capacitación profesional.
4º Ayuda moral y material en cualquier momento que les sea necesaria, aun después de haberse independizado de los liberatorios.
En estos días aparecerán en las calles unos carteles con indicaciones precisas sobre información e inscripción en estos liberatorios.”
El número 6, p.8, cierra con un artículo de Emma Goldman, Situación social de la mujer, sobre el machismo entre los anarquistas españoles, que consideran (y se asombra también de que se lo ha encontrado entre los compañeros) a las mujeres como objetos de placer y productoras de niños.
En el número 9, el artículo El problema sexual y la revolución, explica cómo la guerra ha agudizado el problema económico de la mujer. Las que antes ejercían un oficio como costurera, o sirvienta, ahora se quedan sin nada, y al tiempo que la juventud masculina tiene poco sentido de ponderación y tensión sexual de vivir con otros hombres en el ejército, de esa abundancia y de esta escasez se deriva la creciente prostitución. A la necesidad se une la falta de educación en la liberación y la libertad mal entendida tras el derrumbamiento de los conceptos moralistas en este contexto y conciben prostituirse como un derecho. No merecen palabra de reproche, puesto que “han sido juguetes ciegos de un proceso histórico”. Han salido los instintos, los buenos y los malos, en la revolución, y así, se ve a los pacíficos verter sangre, a los austeros, sentarse en sillones, y meterse en el lecho que antes ocuparon los burgueses. Se afirma que si la revolución no abarca este problema…no será revolución. El único camino es la igualdad económica y política, factores de capacitación de la mujer para adquirir un sentido del deber y una responsabilidad. “Cualquier institución para la capacitación de la mujer, es, más que un liberatorio, un preventorio de la prostitución”.
En el número 11, p.15, La mujer como productora, Postguerra de 1918, se habla del tema cuando se dice que el deseo de emulación de las hijas de la clase media con las de clase alta, las lleva a integrarse al trabajo remunerado, y a una “doble forma de esclavitud, doble forma de prostitución: la del sueldo que no alcanza para vivir y la de la consabida “merienda con el subjefe”
Finalmente, en Acciones contra la prostitución, p.20, se parte de una acotación del tema al concepto sumamente estrecho que tiene la gente en general: “cambio por cualquier cosa, distinta al amor, de las caricias que sólo al amor se deben”. Y se critica que la forma de luchar contra ella ha sido ineficaz, no ha secado la fuente del daño: medidas policíacas, condescendencia abusiva, reglamentaria y cobradora de impuestos, y dejar estar o ignorar la prostitución. En cambio, se dice, la acción eficaz tiene lugar en lugares insospechados, en personas no relacionadas directamente, en sus sentimientos, ideas… “La mujer ha de ser económicamente libre, solo la libertad económica hace posible las demás libertades”. Se entiende que la mujer que vive en dependencia económica recibe una paga, aunque sea del marido, y que lo único que da derecho a una retribución económica es el trabajo para la colectividad, y no el servicio que se haga, por muy bello que se lo pinte en sentimientos, dentro de la esfera privada, del hogar o donde sea. En este sentido, “los deberes de trabajadora y ama de casa se excluyen mutuamente”
Se trata de unos textos lo bastante aclarativos y sugerentes como para considerarse un legado, porque tocan todos los aspectos y todos los razonamientos propios del abolicionismo libertario. Que sirva esto para sostenerse en el debate a los que lo defienden, y para hacerlo visible a quien no lo quiere ver.
Fuente: CNT-AIT, Cieza Libertaria