A los anarquistas nos ha tocado escribir muchas veces desde situaciones complicadas, puesto que los textos publicados por los libertarios siempre han resultado peligrosos e incomodos para quienes no hacen uno con sus ideas o están en los puestos de poder.
Escritos hechos en diferentes circunstancias han acompañado su historia: en clandestinidad, en dictaduras, censuras, e incluso en el presidio, pero pocas veces bajo una cuarentena por pandemia, encerrados en casa mientras nuestros enemigos cuidan más que nunca de las calles. Crea nerviosismo esta situación donde falta todo tipo de información y nos sentimos inseguros. Una vez más la clase obrera es la que sufrirá las consecuencias de un virus que no sabemos de dónde viene y por su puesto somos quienes pagaremos la crisis que posteriormente vendrá por culpa de ella o utilizándola como excusa.
Nos preguntamos constantemente: si toda la vida hemos creído que para el Estado y el capital solo somos simple mano de obra, si hemos entendido que los políticos y los burgueses nunca se han preocupado por nuestro bien ¿por qué confiar ahora en todos estos que nunca han hecho nada por nosotros? Es más, ¿cómo confiar en políticos que muchísimas veces han tomado medidas y han hecho recortes contra nuestra vida y salud? Es un tema que dará mucho que hablar y luchar, y esperamos que el movimiento libertario sepa estar a la altura de todos los acontecimientos que sucederán tras el paso del coronavirus.
Todo cambia, todo evoluciona, en algunos casos a nuestro favor pero en la mayoría de los casos en nuestra contra. Muy calmados en nuestras casas mirando el televisor o Netflix, podemos observar claramente que si no luchamos, el capitalismo y su sistema represor avanza. El coronavirus ha dormido gran parte de la lucha social, bajo la justificación de pandemia han acabado o silenciado gran parte de las protestas de los pensionistas, de los chalecos amarillos de Francia, lar revueltas de Chile, Hong Kong… todo dormido, o en muchos casos desaparecido. Por otra parte otras comunidades y luchas buscan maneras autónomas de hacer frente al virus y seguir luchando. Esto nos llena de ilusión: ver que hay grupos que se autoorganizan y enseñan los dientes al margen de lo que digan o impongan los Estados. No insinuamos que no haya que tomar medidas frente a una crisis de este nivel, pero esperamos que después de la cuarentena lleguemos a entender y ver que solo el pueblo salva al pueblo, que los políticos y las empresas han antepuesto como siempre el negocio a la salud y la vida. Nos hemos contagiado en el trabajo, en los medios de transporte… Si después de esto no vemos quién está a nuestro favor y quién no, ya no sabremos qué decir.
Dejando a un lado el tema de la pandemia, queremos centrarnos en la razón por la que se escribe este texto: El Primero de Mayo.
Este año los sindicatos no nos sacarán de paseo, con diferencia de otros años, nos manifestaremos desde nuestras casas o ventanas para rechazar los asesinatos de aquel 1 de mayo de 1886. Seis compañeros ahorcados, trabajadores conocidos por los demás obreros y obreras, pero también por los burgueses y la policía. No nos olvidamos de la conmemoración del Primero de Mayo ni de seguir con la lucha de todas las maneras posibles: En panfletos, acciones, internet… pero preferiblemente en la calle, y cuanto antes.
Tan lejos y tan presente aquel mayo de 1886; lejos queda aquel año pero siguen siendo presentes y necesarias las ideas de estos viejos compañeros asesinados por defender la justicia social. Muchísimos compañeros asesinadas en defensa de un mundo nuevo que hoy más que nunca debemos conseguir. Nos encontramos frente a una gran necesidad de que el pueblo tome las riendas de la vida, cuando ya de manera descarada los psicópatas del poder juegan con nuestra salud y vida. Es hora de organizarse en los barrios y centros de trabajo, en asambleas. Es la hora de la agitación social.
Hoy los grandes sindicatos financiados por el enemigo (el Estado y la patronal), los políticos y otras organizaciones que lejos de conseguir mejoras para el pueblo llevan años en la labor de empobrecer aún más al pueblo, intentan quedarse con nuestras luchas, nuestra historia y hasta nuestros muertos. Nunca ha sido tan difusa la línea que separa a los enemigos del pueblo de sus aliados, cada vez estudiamos o analizamos menos, no aprendemos de la historia y además nos dejamos guiar por políticos y sindicatos que hacen el juego a la patronal y a los adinerados. La población rechaza a las organizaciones que luchan por ella y apoya a quienes acabarán con sus libertades, ese es el poder de los medios de comunicación y la represión.
No debemos olvidar que la mejor manera para mantener la memoria es continuar con la lucha que ellos y otros muchos empezaron. Somos anarquistas en un mundo que nos quiere dejar en la historia, toca ponerse al frente. Si conmemoramos el Primero de Mayo debemos hacer ver al mundo cuáles son las razones por las que fueron asesinados los compañeros de Chicago. Estos trabajadores fueron asesinados por defender una sociedad basada en la igualdad y en la libertad, por eso los mataron, tal como lo hacen hoy y lo seguirán haciendo con métodos más camuflados como la cárcel, que te convierte en un muerto en vida. Una sociedad o movimiento que al igual que en la memoria histórica se centra en hablar de los muertos y no del porqué los mataron está condenada al fracaso. Ese es el gran logro del sistema, que recordemos sin ideología y que la lucha se muera poco a poco. Si no somos críticos, eso es lo que hace el capitalismo y las patronales: asesinar, manipular la realidad y por supuesto transformar la historia a su beneficio. Como durante la dictadura franquista, se atreven a llamarle “la fiesta del trabajo” al Primero de Mayo.
Los Mártires de Chicago lo luchaban por un trabajo, no luchaban por tener hipoteca y una casa. No luchaban por que la policía les “cuidase las calles”, ni porque los políticos decidiesen por ellos y les mintiesen; luchaban por la revolución social, en la incansable idea de que la clase trabajadora sea dueñas de lo producido y decida qué producir y cómo organizar sus vidas, sin jefes ni explotadores, en comunidad y en solidaridad, es decir, en anarquía. Una idea bella a seguir y que perseguiremos hasta conseguirla. Difundamos la idea y recordemos con ideología.
Tal como dijo August Spies, uno de los asesinados en Chicago, nadie es más agitador que quien condena al pueblo a la miseria. Son los Gobiernos y los grandes empresarios los que explotan y roban al pueblo y hacen que este se levante. Son las situaciones de necesidad las que crean revoluciones, o por lo menos hasta ahora lo han sido. ¿A qué esperamos? Prepárate para lo que viene.
Federación Anarquista Ibérica