miércoles, 3 de noviembre de 2010

Curiosidades


Hace más de 70 años se vivió en España una autentica revolución sin precedentes, ni siquiera en sociedades supuestamente mucho más avanzadas como Francia o EE.UU.

El 14 de Abril de 1931 se proclama la II República en España, y el 9 de Diciembre de ese mismo año se aprueba la Constitución de 1931. Esta constitución reconoce el sufragio universal, el matrimonio civil y el laicismo del estado.

Sin embargo, la verdadera revolución todavía estaba por llegar. Tras el golpe de estado fascista del 18 de Julio de 1936, España entraba de lleno en una cruenta guerra civil. El gobierno de la República, abrumado por los acontecimientos, recibe el apoyo del pueblo y de las masas de trabajadores que intentan sofocar la rebelión en las principales ciudades. En Barcelona, las calles se llenan de milicianos anarcosindicalistas pertenecientes a la CNT-FAI que se hacen con el control de las fábricas, las universidades y las empresas.

Y es durante este fervor revolucionario cuando se promulgarán una serie de leyes y se institucionalizará una moralidad, que aún a fecha de hoy escandalizaría a muchos. El derecho al aborto gratuito, el amor libre consensuado, el nudismo y la libertad sexual. Es decir, un Mayo del 68 pero 30 años antes y en la ultracatólica España.

En el ideario libertario, se consideraba al matrimonio como una institución contrarrevolucionaria estrechamente relacionada con el capitalismo y la propiedad privada. Es por ello que durante los primeros meses de la revolución se intentó infructuosamente abolir dicha institución.

Y así nacieron los llamados ‘matrimonios revolucionarios‘. Las parejas que así lo deseasen, se dirigian a las sedes locales de la CNT-FAI, y allí, en un acto informal, firmaban el acta de matrimonio por triplicado, uno para cada contrayente y una última copia para el sindicato. Divorciarse era presentar las dos copias del acta en el mismo local en el que tuvo lugar el matrimonio, y allí mismo se anulaban todos los certificados, como si nunca hubiese tenido lugar. No había separación de bienes ni pensión de manutención, ya que la propiedad privada y el dinero habían sido abolidos.

Finalmente, el gobierno de la República, apoyado por Stalin y el cada vez más poderoso Partido Comunista, decidió acabar con la Revolución y en Mayo de 1937 milicianos de la CNT-FAI y del POUM se enfrentaron con los estalinistas en las calles de Barcelona, con un resultado trágico de más de 500 muertos, poniendo fin al proyecto anarquista. La propia República caería dos años más tarde ante las tropas franquistas, con el resultado que todos conocemos.