Los primeros informes son demoledores. Los funcionarios de finanzas tuvieron una participación activa en la persecución y muerte de los judíos. “Contribuyeron sistemáticamente al pillaje de los judíos”, hasta el punto que los cuerpos de inspectores fiscales fueron “parte del aparato del crimen”y del Holocausto. “Cálculos cautelosos dan por hecho que, sólo durante la guerra, generaron 119.000 millones de Reichsmark; eso supone el 30% de los recursos empleados por la Wehrmacht”, según el historiador Hans-Peter Ullmann, tras el primer informe provisional.
Cualquier turista que pasee por las calles y lugares céntricos de Berlín, siente rápido en la piel que por esta ciudad pasó lo peor y lo mejor del siglo XX. Pero cuando uno se adentra en algunos de sus edificios, como el hoy Ministerio de Finanzas, antes Ministerio del Ejército del Aire, un fuerte escalofrío le traslada al momento más oscuro de la historia alemana. No sólo se mantienen los ascensores tipo paternoster (cadena de habitáculos que gira constantemente) de aquélla época, sino que los archivadores, armarios y mesas de muchos departamentos son en buena parte los mismos que había antes de 1945.
El Reichsfinanzministerium, que así se llamaba el departamento de Finanzas durante la época del nazismo, desapareció con los bombardeos. Pero sus archivos han sobrevivido en gran parte. Lejos de suponer una “administración neutral” del régimen nazi, los expertos aseguran que el Ministerio de Finanzas tuvo una participación imprescindible para el funcionamiento de la política criminal del Tercer Reich. Tenía como objetivo fundamental “la financiación del aparato armamentístico y luego de la guerra”. Se trataba del robo sistemático a los judíos, a veces con ayuda de la ley, “en caso necesario también de manera ilegal”.
Ya muy al principio de la dictadura se creó un Judenreferat. En verano de 1933 se encargó a esta administración “expropiar a los inmigrantes que eran adversarios políticos”. Más tarde, los funcionarios de Finanzas tuvieron una responsabilidad más importante. “En el proceso de exterminio de los judíos, los funcionarios de Hacienda asumieron la tarea de aniquilar y hacer desaparecer todos los restos de la existencia ciudadana de los deportados”. Tenían que borrar las cuentas bancarias y los registros de pisos y casas donde habían vivido.
Se utilizó la política fiscal de manera consecuente con los fines criminales del régimen. Con un cinismo inimaginable, se empleaba el impuesto de fuga de capitales del Reich a los judíos deportados a los campos de exterminio; en un primer momento tuvieron que pagar a Hacienda una cuarta parte de su patrimonio y el resto podían cambiarlo con grandes pérdidas de valor. Ya en la guerra, la parte que tenían que devengar a Hacienda subió hasta el 96%. También se inmovilizaron patrimonios de familias y empresas judías y se crearon impuestos especiales para gravar a los perseguidos. Para la recaudación y ejecución de estos tributos se empleó a los inspectores fiscales. “Con lo que se convirtieron en parte de la maquinaria del crímen y asesinato”, afirman los historiadores.
A los funcionarios que no colaboraban o tenían familiares judíos se les echaba del cuerpo, como ocurrió en el caso de Arthur Zarden, quien fuera secretario de Estado hasta 1933. Zarden fue apartado de su cargo porque su mujer era hija de judíos y en 1944, después de participar en una velada con amigos –donde se introdujo un espía de la Gestapo– fue detenido. Pocos días despues, durante una pausa de los interrogatorios , se tiró por el hueco de una ventana.
A los funcionarios que no colaboraban o tenían familiares judíos se les echaba del cuerpo, como ocurrió en el caso de Arthur Zarden, quien fuera secretario de Estado hasta 1933. Zarden fue apartado de su cargo porque su mujer era hija de judíos y en 1944, después de participar en una velada con amigos –donde se introdujo un espía de la Gestapo– fue detenido. Pocos días despues, durante una pausa de los interrogatorios , se tiró por el hueco de una ventana.
Los seis científicos independientes –procedentes de de las Universidades de Oxford, Yale, Munich, Fráncfort, Colonia y Friburgo– que trabajan en esta comisión encargada por Steinbrück van a abordar también, como se ha hecho en Exteriores, el periodo de después de la guerra, para averiguar cómo sobrevivió en parte el mismo aparato ministerial, ya en la democracia.