Autor: Vicente, E.
Edita: CNT-FAI. Comité Regional de Cataluña, Secretariado de Propaganda.
Año. 1.937
El 19 de noviembre de 1936, Buenaventura Durruti, uno de los hombres que lograron encarnar en cuerpo y alma las ideas libertarias, era mortalmente herido mientras se encontraba con la Columna de milicianos que llevaba su nombre en el frente de la Ciudad Universitaria de Madrid. En aquellas fechas, Madrid era una ciudad acorralada por las tropas fascistas sublevadas. Un Madrid que ni siquiera era ya la capital de la España antifascista puesto que días antes el ejecutivo republicano burgués había huido cobardemente a Valencia ante el peligro de la inminente entrada de las tropas franquistas.
El 20 de noviembre, los médicos que atendieron a Durruti en el Hotel Ritz, convertido en hospital de las Milicias Confederales de la CNT, comprendieron que nada se podía hacer para salvar la vida de nuestro compañero. La "versión oficial" hablaba de una bala enemiga disparada desde el cercano Hospital Universitario, pero desde el mismo momento de la muerte de Durruti comenzaron a circular diferentes versiones contradictorias que hacen que su muerte continúe siendo uno de los principales enigmas de la Revolución española.
Los diversos autores que han trabajado la biografía de Durruti coinciden en considerar falsa la "versión oficial" que se difundió tras su muerte. Todos ellos coinciden en reafirmar el hecho de que es materialmente imposible que el proyectil que ocasionó la muerte fuese disparado desde un punto lejano como el mencionado Hospital Universitario, porque el impacto que presentaba el cadáver de Durruti poseía todos los indicios de haber sido realizado a una corta distancia.
A Durruti no le agradaba la idea de acudir al Madrid sitiado abandonando su posición en el frente de Aragón, pero finalmente fue convencido de que su presencia en Madrid, ante la dramática situación en la que se encontraba la ciudad, podría servir como revulsivo dada la aureola de combatividad que acompañaba a la Columna Durruti. Nada más llegar a la ciudad, Durruti es destinado a una de las zonas más peligosas y batidas por fuego enemigo donde a los pocos días su Columna fue diezmada y donde él mismo encontró la muerte.
Sobre la muerte de Durruti han circulado cientos de versiones y para todos los gustos. Desde la oficial bala enemiga a la actuación de un quintacolumnista infiltrado en la zona, pasando por la conspiración estalinista que habría eliminado a un líder revolucionario molesto para sus intereses, hasta el accidente con su fusil llamado naranjero al que se refieren algunos autores. Incluso en la época los servicios de la NKVD (agentes estalinistas que actuaban en la España republicana) difundieron la versión de que Durruti había sido asesinado por sus propios compañeros.
Cabe decir que el funeral de Durruti, celebrado en noviembre de 1936 en Barcelona, fue uno de los actos más multitudinarios realizados durante la Revolución y del que se conservan algunas imágenes. En el cortejo fúnebre que acompaña al féretro de Durruti pueden distinguirse, entre otros, al compañero de Durruti en el grupo “Los Solidarios” , Juan García Oliver, a Cipriano Mera militante confederal , con la cabeza vendada tras un accidente camino de Barcelona y al asesor militar de la Columna Durruti José Manzana, con el brazo en cabestrillo y justo al lado de Emilienne Morin, viuda del libertario leonés.
El 20 de noviembre, los médicos que atendieron a Durruti en el Hotel Ritz, convertido en hospital de las Milicias Confederales de la CNT, comprendieron que nada se podía hacer para salvar la vida de nuestro compañero. La "versión oficial" hablaba de una bala enemiga disparada desde el cercano Hospital Universitario, pero desde el mismo momento de la muerte de Durruti comenzaron a circular diferentes versiones contradictorias que hacen que su muerte continúe siendo uno de los principales enigmas de la Revolución española.
Los diversos autores que han trabajado la biografía de Durruti coinciden en considerar falsa la "versión oficial" que se difundió tras su muerte. Todos ellos coinciden en reafirmar el hecho de que es materialmente imposible que el proyectil que ocasionó la muerte fuese disparado desde un punto lejano como el mencionado Hospital Universitario, porque el impacto que presentaba el cadáver de Durruti poseía todos los indicios de haber sido realizado a una corta distancia.
A Durruti no le agradaba la idea de acudir al Madrid sitiado abandonando su posición en el frente de Aragón, pero finalmente fue convencido de que su presencia en Madrid, ante la dramática situación en la que se encontraba la ciudad, podría servir como revulsivo dada la aureola de combatividad que acompañaba a la Columna Durruti. Nada más llegar a la ciudad, Durruti es destinado a una de las zonas más peligosas y batidas por fuego enemigo donde a los pocos días su Columna fue diezmada y donde él mismo encontró la muerte.
Sobre la muerte de Durruti han circulado cientos de versiones y para todos los gustos. Desde la oficial bala enemiga a la actuación de un quintacolumnista infiltrado en la zona, pasando por la conspiración estalinista que habría eliminado a un líder revolucionario molesto para sus intereses, hasta el accidente con su fusil llamado naranjero al que se refieren algunos autores. Incluso en la época los servicios de la NKVD (agentes estalinistas que actuaban en la España republicana) difundieron la versión de que Durruti había sido asesinado por sus propios compañeros.
Cabe decir que el funeral de Durruti, celebrado en noviembre de 1936 en Barcelona, fue uno de los actos más multitudinarios realizados durante la Revolución y del que se conservan algunas imágenes. En el cortejo fúnebre que acompaña al féretro de Durruti pueden distinguirse, entre otros, al compañero de Durruti en el grupo “Los Solidarios” , Juan García Oliver, a Cipriano Mera militante confederal , con la cabeza vendada tras un accidente camino de Barcelona y al asesor militar de la Columna Durruti José Manzana, con el brazo en cabestrillo y justo al lado de Emilienne Morin, viuda del libertario leonés.