Frente a la tradicional definición de la mujer a través de la maternidad y, por tanto, de la sexualidad reproductiva- como pieza más en la configuración de su estereotipo de “ángel del hogar”- podemos identificar en algunos carteles, la existencia de planteamientos radicalmente opuestos nuevamente desde el ámbito anarquista y de Mujeres Libres. Lo vemos en esta obra de Monleón editada para dicha organización.
Bajo el eslogan “¡Mujer! tu felicidad conyugal está en tus manos”, se nos presenta la imagen liberadora de un busto femenino, que rompe las cadenas que rodean su vientre, en clara alusión a una nueva sexualidad basada en otro principio: el control del propio cuerpo a través de la maternidad consciente. Este concepto unido a la independencia económica fundamenta los caracteres de la nueva mujer propugnada desde Mujeres Libres.
Si bien la sexualidad no reproductiva suponía una redefinición del concepto de mujer, su aceptación fue escasa; no sólo entre unas esferas oficiales claramente comprometidas en defensa del modelo patriarcal, sino también entre las clases populares, debido a los medios necesarios para poner en práctica tales principios. Este hecho en último término implicaba la interrupción voluntaria del embarazo, aspecto que despertaba profundos recelos, tanto en la clase médica, como en una sociedad imbuida de una moral católica militante, en la que incluso estaban mal vistas las simples prácticas anticonceptivas, por asociarse las mismas a las “mujeres públicas”.
Sin embargo, pese a las potentes reticencias, algunas de estas nuevas propuestas sí lograron encontrar eco institucional especialmente en aquellos lugares en los que el movimiento libertario estaba implantado con mayor firmeza, como en Cataluña, zona donde la CNT obtuvo amplia influencia en la sociedad. En este contexto se aprueba el día 25 de diciembre de 1936 la legalización del aborto, ley aprobada en gran medida gracias al esfuerzo que desde su puesto como director de la Dirección General de Sanidad y Asistencia Social de la Generalitat de Cataluña, ejerció el doctor Félix Martí, militante de la anarquista FAI y firme partidario de la reforma sexual. El texto aprobado configuraba una ley muy avanzada para la época y para la sociedad en que se inscribía, poniendo muy pocas restricciones a quienes desearan abortar.Podemos suponer la radical ruptura que debió suponer una ley de estas características, especialmente si tenemos en cuenta la inclusión en la misma de los supuestos legales basados en el neo-maltusianismo, o las razones éticas.
A pesar de lo expuesto, en ningún caso debemos considerar la aprobación de esta ley como la institucionalización de un sentir popular, tal y como demuestra la escasa aceptación popular de que gozó. Durante el tiempo que estuvo en vigor y aun sabiendo de su existencia, muchas mujeres prefirieron seguir practicando el aborto de forma clandestina debido al peso del modelo cultural tradicional y a la lenta adaptación de las mentalidades. Podemos afirmar que el aborto, al igual que otras medidas “radicales” puestas en marcha desde el ámbito anarquista para liberar a la mujer-como los liberatorios de prostitución-, fueron fenómenos circunscritos normalmente a un radio de acción muy limitado y nunca extrapolable al resto de la realidad social española .