Tres ciudades no atienden ni dejan atender la pobreza extrema: prohíben dar comida a las personas sin hogar por cuenta propia. Más de treinta ciudades estadounidenses intentan resolver el problema de la gente sin hogar prohibiendo alimentar a título individual a los necesitados en lugares públicos.
La Coalición Nacional para las Personas sin Hogar está elaborando un informe sobre una cuestión acuciante. El reciente caso de una pareja de la ciudad Daytona Beach en Florida que fue multada por no obedecer estas normas no hace sino confirmarlo.
Es complicado precisar la cantidad exacta de personas sin hogar, aunque, según las cifras de NCS, en enero de 2012 en una sola jornada 633.782 personas pasaron la noche en la calle; una cifra casi igual en los años anteriores. Se ve gente sin hogar en los centros de la ciudades estadounidenses y las autoridades de las ciudades creen que privando a esta gente de las fuentes de comida hará que se vayan pero, en realidad, no es así.
En particular, el argumento de las autoridades de Daytona Beach es que la ciudad cuenta con programas centralizados para los necesitados, y que, debido a la intromisión de individuos que comparten comida por su propia cuenta, los necesitados se alejan de estos programas. Paralelamente -sostienen-, los mendigos dañan parques y otros lugares públicos donde los alimentan, y asustan a los demás visitantes.
Robert Marbut, consultor contratado por varias ciudades para resolver el problema, cree que la solución está en el diálogo. La naturaleza del fenómeno de las personas sin hogar es compleja y se basa en al menos tres pilares: la falta del empleo, los problemas mentales y las adicciones crónicas. Según el consultor, una persona no conseguirá empleo por el simple hecho de que le demos comida o ropa.
Pero eso no quiere decir que aquellos que prohíben a los ciudadanos compartir su comida tengan razón, aunque en sus argumentos quizá hay algo de verdad. "No se logra nada arrestando en las calles a sacerdotes, pastores y a imanes", afirma, pero insiste en que los benefactores tienen que cooperar bajo la regulación de autoridades en vez de actuar a iniciativa individual.