La Naval de Sestao en el peor de los escenarios posibles. La dirección del astillero y la administración concursal han comunicado a los representantes de los trabajadores que se va a presentar antes de que finalice octubre el temido ERE de extinción para toda la plantilla, compuesta por cerca de 180 trabajadores de plantilla. La defunción del astillero también afectará a cerca de unos 2.000 empleados de empresas auxiliares
El futuro del astillero, en concurso de acreedores desde hace más de un año, se había dibujado todavía más negro después de que el pasado 24 de septiembre el Consejo de Administración de Construcciones Navales del Norte, sociedad propietaria de La Naval de Sestao, decidiera solicitar al juzgado la apertura de la fase de liquidación de la empresa al no culminar con éxito los meses de negociación mantenidos con el armador Van Oord y los bancos implicados en el proyecto de construcción de la draga, cuya ejecución se encuentra paralizada, para garantizar la continuidad de la empresa.
La defunción del astillero también afectará a cerca de unos 2.000 empleados de empresas auxiliares
Los trabajadores aún guardaban esperanzas de encontrar una salida a la difícil situación que atraviesa el astillero, que acumula pérdidas millonarias, pero ahora todo hace indicar que se ha escrito ya la definitiva crónica de una muerte anunciada. Son 180 trabajadores los que se ven afectados de forma directa, pero la defunción del astillero también afectará a cerca de unos 2.000 empleados de empresas auxiliares. Para alrededor de 150 trabajadores de la plantilla de La Naval existe la opción de poder reclamar al Estado su incorporación en alguna sociedad pública, una garantía que les fue concedida con la privatización del astillero en 2006, si bien esta opción conllevaría un desplazamiento a otras comunidades.
El principio del fin de un proyecto con más de un siglo de historia a flote comenzó a finales de agosto del pasado año, cuando los accionistas de La Naval aprobaron solicitar el concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos) ante la falta de inversores que diera viabilidad al astillero. Desde entonces, las grandes esperanzas estaban depositadas principalmente en el empresario asturiano afincado en Miami Manuel del Gago, principal accionista de Naviera del Norte, propietaria del 10,5% de las acciones de La Naval, que había mostrado su intención de depositar los 42 millones de euros necesarios para responder a la ampliación de capital que requería la empresa. Pero todo interés en el astillero se ha ido a pique. De hecho, la existencia de un inversor que soporte la responsabilidad del astillero es la condición indispensable que viene demandando Van Oord para la construcción del buque 347.
El futuro del astillero, en concurso de acreedores desde hace más de un año, se había dibujado todavía más negro después de que el pasado 24 de septiembre el Consejo de Administración de Construcciones Navales del Norte, sociedad propietaria de La Naval de Sestao, decidiera solicitar al juzgado la apertura de la fase de liquidación de la empresa al no culminar con éxito los meses de negociación mantenidos con el armador Van Oord y los bancos implicados en el proyecto de construcción de la draga, cuya ejecución se encuentra paralizada, para garantizar la continuidad de la empresa.
La defunción del astillero también afectará a cerca de unos 2.000 empleados de empresas auxiliares
Los trabajadores aún guardaban esperanzas de encontrar una salida a la difícil situación que atraviesa el astillero, que acumula pérdidas millonarias, pero ahora todo hace indicar que se ha escrito ya la definitiva crónica de una muerte anunciada. Son 180 trabajadores los que se ven afectados de forma directa, pero la defunción del astillero también afectará a cerca de unos 2.000 empleados de empresas auxiliares. Para alrededor de 150 trabajadores de la plantilla de La Naval existe la opción de poder reclamar al Estado su incorporación en alguna sociedad pública, una garantía que les fue concedida con la privatización del astillero en 2006, si bien esta opción conllevaría un desplazamiento a otras comunidades.
El principio del fin de un proyecto con más de un siglo de historia a flote comenzó a finales de agosto del pasado año, cuando los accionistas de La Naval aprobaron solicitar el concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos) ante la falta de inversores que diera viabilidad al astillero. Desde entonces, las grandes esperanzas estaban depositadas principalmente en el empresario asturiano afincado en Miami Manuel del Gago, principal accionista de Naviera del Norte, propietaria del 10,5% de las acciones de La Naval, que había mostrado su intención de depositar los 42 millones de euros necesarios para responder a la ampliación de capital que requería la empresa. Pero todo interés en el astillero se ha ido a pique. De hecho, la existencia de un inversor que soporte la responsabilidad del astillero es la condición indispensable que viene demandando Van Oord para la construcción del buque 347.