lunes, 15 de octubre de 2018

Hungría: las personas "sin techo", en el punto de mira de Viktor Orbán


"Al Fascismo no se le discute, se le destruye"
 
Buenaventura Durruti

Hungría podría convertirse en el primer país que prohíbe por ley dormir en la calle. A partir de la semana próxima, ser una persona sin techo vulnerará la constitución del país. Este es el inicio de una campaña política del Gobierno de "derechas" de Viktor Orbán contra las personas que viven en la calle. No sólo eran los refugiados y los inmigrantes...

A partir de la entrada en vigor de la nueva normativa, las personas sin techo que se nieguen a ir a un centro de acogida cuando así se lo indique la policía, irán a la cárcel o tendrán que participar obligatoriamente en un programa de trabajo. También se les podrá confiscar sus pertenencias.

Las personas sin hogar son una parte visible del paisaje urbano de Budapest y duerme en parques y pasos subterráneos. Los centros de acogida no disponen de suficientes camas. En uno de ellos cada habitación tiene decenas de camas de metal. En invierno, este centro con capacidad para unas 130 personas alberga hasta 300, y se ve obligado a colocan esterillas de yoga en el suelo.

De hecho, muchas personas sin hogar indican que los refugios de la ciudad son tan precarios que prefieren dormir en la calle y están llenos de piojos y una vez que una persona se contagia, es muy difícil deshacerse de ellos.

La cruzada legal del Gobierno húngaro contra las personas sin hogar se remonta prácticamente a la toma de posesión de Viktor Orbán en 2010. El ministro del Interior puso facilidades para que las autoridades locales pudieran sacar a las personas sin techo de la calle. Sin embargo, una sentencia del Tribunal Constitucional indicó que esta medida era contraria a la Constitución del país.

El Gobierno ha reaccionado con una estrategia que ha utilizado cada vez que una de sus iniciativas es cuestionada: reformar la Constitución. Ahora, una enmienda ha convertido en ilegal dormir en la calle cerca de un lugar de interés cultural u otros lugares de interés. En la práctica, esto convierte en ilegal dormir en muchas de las calles de Budapest.

Conforme a la legislación vigente hasta la fecha, la policía está autorizada a pedirle a una persona sin techo que se vaya de donde esté. Con la reforma constitucional, que entrará en vigor el 15 de octubre, pesa una prohibición universal sobre las personas sin hogar.
 
 
El Gobierno húngaro justifica la nueva y despiadada ley:

"No existe el derecho humano de vivir en la calle porque la calle es de todos los ciudadanos. Es por este motivo que es necesario que se respeten ciertas normas",

El lenguaje en torno a las personas sin hogar utilizado por gran parte de los políticos carece de compasión. "Se comportan y actúan de una manera que molesta a los demás y contamina las calles. Hacen imposible el uso normal de las áreas públicas y generan miedo y repugnancia en la gente normal", señaló el alcalde del décimo distrito de Budapest, Róbert Kovács, en una solicitud al Gobierno para que tomara cartas en el asunto y abordara el problema de las personas sin hogar de su zona.

Sectores críticos acusan al Gobierno de no abordar este problema de forma adecuada: "En la mayoría de los casos, no tener un hogar no es una elección. Criminalizar a las personas sin hogar es tan absurdo como criminalizar a las personas enfermas".

Muchas personas sin techo tienen problemas mentales o adicciones. Otras, no han podido pagar sus hipotecas y no han quedado protegidas por una precaria red de ayuda social.

Una persona sin hogar y desempleada recibe unos 22.800 florines húngaros al mes, mientras que las que se inscriben a un programa de trabajo auspiciado por el Gobierno reciben 54.000 florines. Con esta suma es difícil alquilar una habitación en Budapest.
 
En Hungría se ha discutido mucho sobre la criminalización de las personas sin hogar, pero todavía no se oye a ninguna  autoridad del Gobierno hablar de cómo abordar el problema desde otros ángulos. No se puede resolver el problema de la falta de vivienda cuando no existe una red de Seguridad Social y es casi imposible que alguien que se queda sin hogar pueda salir de esa rueda. Se necesita trabajadores sociales, no policías.