lunes, 29 de octubre de 2007

Ganado el conflicto con el restaurante La Toja

CNT-Madrid (Oficios Varios)

El restaurante La Toja, que había estado explotando a una trabajadora durante más de una año, ha cedido por fin a las exigencias de CNT. A pesar de la soberbia de las empresarias, CNT ha demostrado una vez más que la acción directa es el arma más eficaz que tiene la clase trabajadora.
El sector de la hostelería es uno de los que más precariedad arrastra y en el que los/las empresarios/as se sienten más a gusto, gracias a la desprotección a la que se ven sometidos/as sus trabajadores/as. La temporalidad de los contratos impide que los/las trabajadores/as puedan, siquiera plantearse, reclamar el pago de horas extra de obligado cumplimiento de forma tácita, o las mínimas condiciones de seguridad e higiene. Pero algunos/as empresarios/as llegan aún más lejos en sus atropellos de lo que las leyes burguesas les permiten: amenazas, contratos fraudulentos o ausencia de contrato, acoso,...
Los negocios de hostelería pertenecen además a uno de los sectores que más se nutren de trabajadores/as inmigrantes, debido a la relativa libertad de la que gozan para mantenerlos sin las mínimas garantías sociales, ahorrándose así, por otra parte, los costos que éstas producen. A esta calidad de mano de obra barata se une la situación de indefensión en la que muchos/as inmigrantes se ven abocados por no ser reconocidos/as como ciudadanos/as de pleno derecho.
Así, es raro el día que por el Sindicato no vemos pasar a algún/a trabajador/a del sector de la hostelería quejándose de alguno de los desmanes, ya harto conocidos, que los/las empresarios/as cometen en sus restaurantes, bares y similares. Algunos desmedidamente grotescos, como el acontecido a Amina en el restaurante 'El Padre': la agresión física a una trabajadora por parte de los dueños. De este conflicto el Sindicato aprendió tácticas y estrategia, siendo el mismo resuelto por la decidida acción directa de sus militantes.
Casi al mismo tiempo en que el conflicto con el restaurante 'El Padre' comenzó, Verónica, trabajadora del restaurante 'La Toja' se ponía en contacto con el Sindicato. Las características de su situación en la empresa se revestían del cariz habitual: inmigrante 'sin papeles' del cual se aprovecha la empresaria, salario de miseria, jornadas agotadoras, acoso...
Tras año y varios meses trabajando en el restaurante, la media de horas que realizaba era de trece a catorce diarias, incluyendo todos los fines de semana y festivos del año. Libraba un día y dos tardes, siempre en días separados, cuando el Convenio de Hostelería establece la obligación de dos días completos continuados. No hicieron contrato, ni le dio nóminas durante trece meses, pagándole en dinero negro un sueldo muy inferior a lo estipulado por Convenio. De cara a la Seguridad Social, le dieron de alta con categoría de empleada del hogar, con lo que se aseguraban el mantenerla en las peores condiciones posibles. Nunca le pagaron las horas extra. Por los festivos trabajados -también según Convenio- le correspondía descansar catorce días ininterrumpidos que la empresa nunca le concedió. Tampoco le concedieron los quince días de matrimonio que son obligados por Convenio y Estatuto de los Trabajadores. Durante una semana que estuvo de baja médica, la empresa se lo descontó de su sueldo a final de mes.
Tras poner demandadas a Inspección de Trabajo, la empresa regularizó inmediatamente la situación de Verónica, haciéndole contrato y dándole nóminas. Pero, muy lejos de intentar arreglar las cosas, inmediatamente le comunicaron que iba a ser despedida. La compañera, ya afiliada entonces a CNT, no aceptó la cantidad ridícula de dinero que le ofrecían por marcharse a la calle. Verónica llegó a sufrir también una de las lacras que están creciendo con más auge en los tajos: acoso laboral y desprecios continuos.
El maltrato dentro del restaurante no sólo provino de las empresarias, sino que el propio jefe de cocina se dedicó durante todo este tiempo a acosar a la compañera de todas las formas imaginables, haciéndole la vida imposible y asegurándole que tenía 'carta blanca' de la jefa para hacer con ella lo que quisiera. El maltrato físico y psicológico fue continuo.
Nos pusimos en contacto con los responsables de la empresa, este primer paso, como es habitual, resultó infructuoso, por lo que el conflicto pasó a ser asumido por la Asamblea del Sindicato, la cual comenzó a gestionar las herramientas que nos distinguen del sindicalismo colaboracionista y mediador: la acción directa y la solidaridad obrera. La primera decisión fue comenzar a llevar el conflicto a la calle mediante concentraciones y piquetes informativos a las puertas del negocio, con el fin de hacer llegar a la población las prácticas explotadoras de la empresa y las exigencias del Sindicato.
Durante la primera concentración sufrimos la represión brutal del Estado, representada por los piquetes del/de la patrón/a: la policía. Seis compañeros/as fueron golpeados/as de forma ilegal -porque ya sabemos quién tiene la legitimidad del uso de la violencia en el llamado Estado de Derecho-, puesto que no se estaba transgrediendo ninguna de sus leyes. Seis compañeros/as que resultaron lesionados y que interpusieron las denuncias pertinentes contra estos/as valedores/as del capital que no cumplen ni sus propias leyes. No obstante, lejos de amedrentarnos, sólo consiguieron apartarnos unos metros del local y el piquete continuó. Lejos de amedrentarnos también porque lo que provocó esta actuación policial es que redobláramos, con más rabia si cabe, la lucha. De hecho, una de las concentraciones que se sucedieron después de esta primera llevó por lema no sólo las reivindicaciones que se hacían a La Toja, sino también una denuncia pública contra la represión policial.
Durante todo este tiempo el conflicto se agravó más, puesto que la compañera Verónica se encontraba de baja por maternidad. Este hecho, unido al brutal acoso que había sufrido, obligó a añadir la búsqueda de una solución digna y cuidadosa a la finalización de la relación laboral con la empresa, que asegurara a Verónica una posición económica adecuada para después del parto. El término de la relación laboral era necesario, puesto que las condiciones en las que podría regresar a su empleo, después de que la empresa no había hecho más que tensar hasta el extremo la situación, hubieran sido insostenibles.
Toda la respuesta que la dirección dio durante el conflicto fue de orgullo empresarial e, incluso, una denuncia por injurias y coacciones, repleta de mentiras, a varios/as de los/as compañeros/as que fuimos agredidos/as por la policía en la primera concentración. Denuncia que más tarde aceptarían como falsa, puesto que fue retirada finalmente.
Llegó el verano y el restaurante cerró por vacaciones y reformas -para esto parece que siempre tienen dinero, pero para pagar lo que tenían que pagar a la trabajadora parece que no-. Pero el Sindicato no cerró, puesto que la lucha obrera no puede permitirse vacaciones. Se decidió entonces que se intentaría un nuevo acercamiento personal para desenquistar un conflicto que, de otra forma, se avecinaba interminable. Así, en el presente mes de octubre, nos pusimos en contacto de nuevo con la dirección de la empresa, la cual, a pesar de seguir manteniendo una actitud altanera y de total desprecio hacia la Confederación, ya necesitaba terminar con el conflicto como fuese. Y es que, como gritamos hasta reventarnos las gargantas de rabia y odio en muchas de nuestras concentraciones, 'Obrero organizado, patrón acojonado'. El Sindicato, mediante la acción directa, había tocado de lleno el prestigio de esta marisquería en Madrid y sus intereses capitalistas. Y es que, a pesar de la soberbia de la clase burguesa, si tocas su plusvalía, le tocas su línea de flotación. Tocado y hundido. De esta forma, la dirección cedió a darle una indemnización aceptable (teniendo en cuenta las cantidades que le debían) a Verónica por un despido improcedente, respetando su baja por maternidad y a retirar las denuncias interpuestas a los/las compañeros/as. Así, La Toja, inconscientemente, reconocía la explotación a la que había estado sometiendo a la compañera y la falsedad de las denuncias por injurias y coacciones.
Este Sindicato celebra la victoria conseguida, pero sin dormirse en los laureles. Este Sindicato sabe que, mientras el Estado y su cachorro, el capitalismo, no sean aniquilados, casos como el de Verónica se repetirán una y otra vez. Que la lucha obrera no se hace ni desde lujosos despachos, ni con palmaditas en la espalda después de la resolución de un conflicto, sino en las calles, en los tajos,... Y para ello la Confederación es la única herramienta de autoorganización que está dando una respuesta válida en la actualidad en el estado español. Que las acciones de los Sindicatos de la CNT están calando en la clase trabajadora, que por mucho que digan que la sociedad de clases terminó, estos sucesos demuestran una y otra vez que no. Que las mismas acciones están empezando a hacer temblar a muchos/as capitalistas, por lo menos en este sector de la hostelería en Madrid y que ya no miran con tanta indiferencia a CNT.
Hoy hemos ganado un conflicto. Mañana cambiaremos esta sociedad ¡CNT EN MARCHA! ¡CNT EN LUCHA!