viernes, 21 de diciembre de 2012

Hijitos del Pueblo


En el libro "Amb ulls de nena" (Con ojos de niña) se recoge el dietario de Encarnació Martorell i Gil, una niña de 12 años que nos cuenta sus experiencias,- similares a las de miles de niñitos de aquella época- durante la Guerra Civil en Barcelona. He aquí sus dos relatos sobre el dia de navidad de 1936 y la nochebuena de 1938. Con todas las penalidades que contrajo el conflicto bélico a sus inocentes vidas. Con el paso de los años muchos de aquellos Hijitos del Pueblo, reviven, por desgracia, y gracias a la canalla política y sus sicarios de hoy, muchas de aquellas experiencias, viendo como balas y bombas de entonces, caen en generaciones posteriores, transformándose en privaciones de derechos, cartas de despido, desahucios y miserias, en agonía lenta. Muchos, en sus recuerdos, volverán atrás, o pueden que salvando las circunstancias de una guerra tengan que escribir, como entonces, textos similares en sus diarios de hoy en día. Pero muchos, muchísimos de aquellos pequeños, desempolvando los viejos escritos solo tendrán la triste pena y labor de cambiar la fecha... Por todo lo que nos habéis ofrecido y nos dáis. Por estar siempre ahí, os queremos abuelos y abuelas. Un Abrazo compañer@s.

El Miliciano, CNT-AIT, Chiclana. Hoy como ayer, "cnt, cnt, cnt".


Navidad, 1936

Ha llegado la navidad. Pero... que diferente del de entonces. ¡Del que reinaba la paz! En casa no la celebramos y como nosotros no lo hace casi nadie. Ahora, el menú ha cambiado. Así, en vez de servir carne, pollo, turrones y champany, comemos un plato de "farinetes"; como las avellanas se venden a 20 pts el kilo, chufas y de postre media naranja.

Durante toda la comida pienso en lo mismo. En aquellos días, esa navidades, esa felicidad, esa alegria ¿cuándo volverá?
Pienso también en los milicianos. Como tienen que estar añorando sus familias.. sus hogares... No saben si volverán a reunirse...
¡Pobres milicianos! Yo al menos tengo padres, hermanos, casa, un plato en la mesa y cama. Ellos no tienen nada de eso a su alrededor.
¡Y todo por la guerra! ¿Cuándo volverá ese tiempo? ¿cuándo no pensaré en todo esto? me voy preguntando.

Cuantas y cuantas cosas llega a destruir la guerra. No solamente vidas y ciudades ¡sino también las fiestas más familiares!
Nochebuena,1938

Son las nueve de la noche. Neus ya está durmiendo. Ángel está cenando en los comedores (¡en los comedores!). Hace mucho frío y no hay electricidad.

Estamos cenando los padres y yo, iluminados por la luz que sale de una botella con petróleo.

Cenamos sopa, pan y veinte avellanas cada uno. Yo ya he acabado cuando la madre empieza a hablar de los años anteriores, que nos íbamos tarde a dormir esmerándonos en dejarlo todo arreglado y ya está. ¡Qué diferencia! pienso, comparar el entonces con el ahora. Antes tan alegre, ahora... tan triste.

Pasan unos momentos de silencio, los tres pensamos en lo mismo.

Se apodera de mi una gran tristeza, pienso en el tio, en los combatientes que quizás han de luchar en el frente, hundidos dentro de la nieve en vez de disfrutar de esta fecha en su casa y con sus familias.

Siento que dos lágrimas están a punto de salir. Me levanto de la silla y me voy al WC. Una débil luz se ve por el quicio de la puerta. Miro a mi alrededor, todo está oscuro, triste.

Me apoyo en la pared y empiezo a llorar.

¡Oh!, ¡paredes que también existían en tiempos de paz! Que veiais como como entrábamos y salíamos con prisas, para poder ver como la madre preparaba el gallo. Para reir, cuando ella nos decía que la barriga se le hinchaba. Por sentirnos felices cuando veíamos todo lo que madre ponía dentro del pollo, y pensar que todo eso nos lo comeríamos mañana.
... Que veiais como disfrutábamos, y como el papá libre de dolor de cabeza también compartía nuestra alegría con sus chistes y con sus risas.

Oh! paredes que veis como ha cambiado la vida!

Que estáis mojadas con mis lágrimas de nostalgía, que sentís como mis manos os acarician, que no estais iluminada como antes y parecéis más tristes; que sentís como lloro por ese tiempo pasado!

Oh, amigas mías! ¿Verdad que también añoráis esa época? ¿Verdad que también odiáis la guerra?