jueves, 8 de mayo de 2014

Perdiendo el norte


Sí, rifles para niños. Vienen en color rosa, azul, arcoiris... La fotógrafa An-Sofie Kesteleyn viajó a Estados Unidos para documentar el fenómeno.

En mayo del año pasado, en Kentucky, una niña de dos años murió víctima de un disparo que le asestó accidentalmente su hermano mientras jugaba con su pequeño rifle, un arma especialmente diseñada para niños. Fabricada por una compañía llamada Keystone Sporting Arms, se producen cerca de 80.000 escopetas de este tipo, que se comercializan en dos modelos: CricketChipmunk. Vienen en rosa, azul y color arcoriris; así, envueltos en una caja muy mona, con la vitola Mi primer rifle. Considerando que pueden terminar salpicados con la sangre del hermanito, el juguete tiene miga.

Cuando la fotógrafa An-Sofie Kesteleyn leyó la historia en De Volkskrant, el periódico holandés para el que trabaja, comenzó a planificar el viaje a Estados Unidos. Ella tenía que ver esto con sus propios ojos y, por supuesto, fotografiarlo. "Quería fotografiar a las familias de estos niños que compraron las armas y hablar con los chicos”. Comenzó su ruta en Ohio, donde los niños reciben clases de tiro en la escuela, y siguió por Kentucky, Tennessee, Alabama, Texas y Louisiana. “Encontré que había muchos niños con sus propias armas, pero a muy pocos padres a los que le gustara la idea de que sus chicos fueran fotografiados con ellas".


Kesteleyn fotografió a los niños en sus habitaciones, algunos junto a sus ositos de peluche o sus casitas de muñecas, pero eso sí: sosteniendo sus rifles de colores; algunos de ellos imitando una pose adulta y amenazante, otros con las cabecitas ladeadas, cual dulces querubines pistola en mano. Junto a los retratos, Kesteleyn incluyó dibujos hechos por esos mismos niños. Algunos son cartitas mas bien. En ellos cuentan cuáles son las cosas que más les atemorizan: un oso que anda suelto por los alrededores; los zombies; la posibilidad de que aparezca un dinosaurio. En ningún momento Kesteleyn rasca sobre el tema armamento con los niños. No les pregunta directamente. Ni falta que hace. Las fotos hablan por sí solas.