El feminismo anarcosindicalista (o sea de proletarias que deben trabajar o buscar dinero para mantener a la familia, si la tienen, o para -mal-vivir) se opone tajantemente al feminismo de las clases holgadas, con valores cristianos, judíos, musulmanes, etc.
Es la visión clasista y libertaria de las oprimidas que no admiten revolución si no se liberan a todas las mujeres. Por eso, muy enérgicamente, inflexiblemente, condenaban la persistencia de la prostitución en la España revolucionaria de 1936-1939, por muy autogestionaria que fuese. Es preciso recalcar a quiénes fallaron en este plano los ideales emancipatorios de los hombres y prohombres (y algunas mujeres) del anarcosindicalismo.
Liberatorios de prostitución
La empresa más urgente a realizar en la nueva estructura social es la de suprimir la prostitución. Antes que ocuparnos de la economía o de la enseñanza, desde ahora mismo, en plena lucha antifascista aún tenemos que acabar radicalmente con esta degradación social. No podemos pensar en la producción, en el trabajo, en ninguna clase de justicia, mientras quede en pie la mayor de las esclavitudes: la que incapacita para todo vivir digno.
Que no se reconozca la decencia de ninguna mujer mientras no podamos atribuírnosla todas. No hay señora de tal, hermana de tal, compañera de tal, mientras exista una prostituta. Porque la que sustenta esos títulos de honradez, la que hace posible esa decencia, es precisamente la prostituta, destinada a suplir la respetuosa vacación concedida al casto noviazgo, a la sana lactancia, a la cuidada gestación de la mujer "decente"; los clandestinos balbuceos sexuales de los adolescentes de familias cristianas; las "canas" al aire de los honrados padres de familia.
Con esto hay que acabar rápidamente. Y ha de ser España la que dé la norma al mundo. Todas las mujeres españolas habremos de ponernos ahora mismo a esta empresa liberadora. Ninguna farsa más de ligas y discursos "contra la trata de blancas". No más sombríos conventos de arrepentidas. No más pasivas conmiseraciones de mujeres distantes. No es problema de ellas, sino nuestro, de todas las mujeres y de todos los hombres. Mientras él exista no se podrá llegar a la sinceridad en el amor, en el afecto, en la amistad, en la camaradería.
Hay que hacer en seguida lo que no hicieron nunca asociaciones femeninas que han pretendido emancipar a la mujer organizando algunas conferencias amenas, algunos recitales de elegantes poetas y poetisas y preparando algunas mecanógrafas.
En varias localidades que hemos visitado recientemente se nos ha hecho saber, como una gran medida, que en ellas habían "suprimido" la prostitución. Al preguntar cómo y qué se había hecho con las mujeres que la practicaban, se nos ha contestado: "¡Ah, eso allá ellas!". De este modo, suprimir la prostitución es bien sencillo: se reduce a dejar a unas mujeres en la calle, sin medio alguno de vida.
Mujeres Libres está organizando liberatorios de prostitución, que empezarán a funcionar en plazo breve. A este fin se destinan locales adecuados en distintas provincias, y en ellos se desarrollará el siguiente plan:
1° Investigación y tratamiento médico-psiquiátricos.
2° Curación psicológica y ética para fomentar en las alumnas un sentido de responsabilidad.
3° Orientación y capacitación profesional.
4° Ayuda moral y material en cualquier momento que les sea necesaria, aun después de haberse independizado de los liberatorios.
En estos días aparecerán en las calles unos carteles con indicaciones precisas sobre información e inscripción en estos liberatorios.
Esperamos que todas las organizaciones obreras, asociaciones femeninas, partidos políticos y todas las mujeres y los hombres conscientes colaboren en esta obra, en la que Mujeres Libres pone todo su entusiasmo emancipador y constructivo.
"Mujeres Libres", 65 días de la Revolución
o sea desde el 19 de julio, el 22 de septiembre de 1936