domingo, 3 de junio de 2007

Curas pedófilos, la doble cara de la fé


Leí en una revista de tirada nacional y gran renombre por su seriedad y rigor, que un sacerdote católico ya retirado se confesó culpable de abusar de 47 niñas en Canadá entre los años 1954 y 1985.
El espécimen (por llamarlo de alguna manera), utilizaba caramelos para atraer a las niñas y una vez que se sentaban en su regazo aprovecha para tocarle los genitales y los senos.
Tras su confesión, la diócesis a la que pertenecía el sujeto ha pedido perdón a las víctimas. Me imagino que si este no se hubiera confesado culpable, la diócesis lo hubiera defendido a capa y espada hasta que un juez lo declarara culpable. Próximamente el juez dictará sentencia en un juicio donde las víctimas exigen el pago de 60,6 millones de euros y la condena al sacerdote, la diócesis y a tres ex-obispos católicos.
Quiero aprovechar esta noticia para expresar mi repulsa contra cualquier tipo de abuso sexual, especialmente el que se comete contra niños y niñas y que deja secuelas de por vida.