El fenómeno de los incendios forestales se ha convertido en uno de los mayores problemas ecológicos que sufren nuestros montes debido a la elevada frecuencia e intensidad que ha adquirido en las últimas décadas.
El fuego es un elemento natural que forma parte de los fenómenos que modelan el paisaje. Especialmente en los ambientes mediterráneos debemos admitir que el fuego es un incómodo compañero de viaje con el que hay que convivir. Precisamente, gran parte de nuestra vegetación está adaptada a la acción del fuego, con estrategias rebrotadoras o de germinación tras el incendio.
Las estadísticas de incendios forestales de 2006 en España han estado claramente condicionadas por la oleada incendiaria que asoló buena parte de la masa forestal gallega durante la primera quincena de agosto. El 4 de agosto se produjeron cientos de incendios en varios puntos de Galicia, muchos de ellos cercanos a poblaciones y vías de comunicación. 37 de estos incendios superaron las 500 hectáreas a lo largo de los días. Según información del jefe del SEPRONA (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil), 57 personas fueron detenidas, de las que 15 ingresaron en prisión, tres pasaron a disposición del Tribunal de Menores y otros tres ingresaron en un psiquiátrico.El total de superficie forestal pasto de las llamas entre el 1 de enero y el 31 de octubre según el Ministerio de Medio Ambiente ascendió a 143.990 ha en 4.923 incendios (de más de una hectárea). Según diversas estadísticas, durante la primera quincena de agosto, y sólo en Galicia, ardieron más de 75.000 ha en 1.870 incendios; es decir, más de la mitad de las hectáreas quemadas en España en diez meses ardieron en Galicia en quince días. Especialmente aterrador es el dato de pérdida de superficie forestal que, en la provincia de Pontevedra, fue superior al 13%; a este ritmo la superficie forestal pontevedresa desaparecería por completo en tan sólo 7 años y medio.De los 54 grandes incendios forestales (de más de 500 hectáreas) habidos en España, 37 fueron esa quincena en Galicia, que en el periodo 1991-2004 (¡14 años!) sólo había sufrido 39. Los datos para el resto del Estado son realmente buenos. De hecho, según el Ministerio de Medio Ambiente, «los últimos datos confirman la excepcionalidad de lo ocurrido este verano en Galicia: en el resto de España, el número de hectáreas quemadas ha sido el menor desde 1977».Pero, mirados los datos de 2006 en su totalidad, la cifra de 143.990 ha calcinadas, 67.463 de ellas de superficie arbolada, no invita al optimismo ya que es la cuarta más alta del último decenio.
El fuego es un elemento natural que forma parte de los fenómenos que modelan el paisaje. Especialmente en los ambientes mediterráneos debemos admitir que el fuego es un incómodo compañero de viaje con el que hay que convivir. Precisamente, gran parte de nuestra vegetación está adaptada a la acción del fuego, con estrategias rebrotadoras o de germinación tras el incendio.
Las estadísticas de incendios forestales de 2006 en España han estado claramente condicionadas por la oleada incendiaria que asoló buena parte de la masa forestal gallega durante la primera quincena de agosto. El 4 de agosto se produjeron cientos de incendios en varios puntos de Galicia, muchos de ellos cercanos a poblaciones y vías de comunicación. 37 de estos incendios superaron las 500 hectáreas a lo largo de los días. Según información del jefe del SEPRONA (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil), 57 personas fueron detenidas, de las que 15 ingresaron en prisión, tres pasaron a disposición del Tribunal de Menores y otros tres ingresaron en un psiquiátrico.El total de superficie forestal pasto de las llamas entre el 1 de enero y el 31 de octubre según el Ministerio de Medio Ambiente ascendió a 143.990 ha en 4.923 incendios (de más de una hectárea). Según diversas estadísticas, durante la primera quincena de agosto, y sólo en Galicia, ardieron más de 75.000 ha en 1.870 incendios; es decir, más de la mitad de las hectáreas quemadas en España en diez meses ardieron en Galicia en quince días. Especialmente aterrador es el dato de pérdida de superficie forestal que, en la provincia de Pontevedra, fue superior al 13%; a este ritmo la superficie forestal pontevedresa desaparecería por completo en tan sólo 7 años y medio.De los 54 grandes incendios forestales (de más de 500 hectáreas) habidos en España, 37 fueron esa quincena en Galicia, que en el periodo 1991-2004 (¡14 años!) sólo había sufrido 39. Los datos para el resto del Estado son realmente buenos. De hecho, según el Ministerio de Medio Ambiente, «los últimos datos confirman la excepcionalidad de lo ocurrido este verano en Galicia: en el resto de España, el número de hectáreas quemadas ha sido el menor desde 1977».Pero, mirados los datos de 2006 en su totalidad, la cifra de 143.990 ha calcinadas, 67.463 de ellas de superficie arbolada, no invita al optimismo ya que es la cuarta más alta del último decenio.
2007
La climatología, con una primavera lluviosa y un inicio del verano con temperaturas moderadas, ha ayudado a que la temporada de incendios esté siendo hasta la fecha (julio), toquemos madera, excepcionalmente buena si la comparamos con años anteriores, pero recordemos que el año pasado el infierno se desató en tan sólo 15 días. No podemos bajar la guardia. ¿Habremos aprendido alguna lección de lo sucedido el año pasado?Los bosques no sólo son vitales para el mantenimiento de la biodiversidad, sino que sus beneficios para nosotros son incalculables y tienen parte de las soluciones a los grandes problemas a los que nos enfrentamos como especie. Frente al cambio climático, los árboles son fijadores naturales de CO2 (en Brasil, por ejemplo, los incendios forestales son la mayor fuente de emisiones de CO2); frente a la desertificación, la sequía y las inundaciones, nuestros bosques impiden la erosión del suelo y regulan el clima (absorben agua de lluvia y la liberan poco a poco, incrementando la disponibilidad hídrica de los meses secos). Pero es que, además, los bosques, si son gestionados de forma sostenible, ofrecen una fuente constante y renovable de recursos e ingresos. Nos proporcionan muchos servicios esenciales. Son fuente de alimentos, fibra, combustible, medicinas, materiales de construcción, así como de valores culturales y estéticos. ¿Hasta cuándo vamos a seguir quemándolos? De ti depende. Conciénciate!!