Las maquilas son empresas que se dedican a la fabricación de distintos componentes industriales, y de manera muy mayoritaria a la confección textil. Están instaladas en las llamadas zonas francas y gozan de especiales facilidades fiscales y laborales. En Nicaragua hay 102 empresas en las que trabajan alrededor de 95.000 personas. En su mayoría mujeres. Su salario ronda los 70 euros al mes por jornadas de 10 y 12 horas de trabajo diarias.
Los derechos laborales no se respetan y sus condiciones de trabajo son especialmente duras. Las maquilas están extendidas por toda Centro América y el Caribe.
Ser trabajadora de una maquila es estar sometida a jornadas de trabajo extenuantes. La doble jornada es lo habitual. Además del trabajo en la fábrica las trabajadoras se ven obligadas a realizar todo el trabajo doméstico y familiar.
Los dueños de las maquilas tratan de impedir que los sindicatos entren en sus empresas para no tener que hacer ninguna restricción a las durísimas condiciones de trabajo que imponen. Asistimos constantemente al despido y represión de las sindicalistas que se atreven a alzar la voz. En otros países centroamericanos la represión es aún mayor. En Guatemala sólo en dosempresas maquiladoras se ha conseguido crear un sindicato y su supervivencia está amenazada. La violencia contra las sindicalistas es moneda habitual. Las empresas maquiladoras se trasladan de país, buscando pagar los menores salarios posibles y las leyes más flexibles y beneficiosas para sus intereses. Actualmente muchas se han instalado en Nicaragua dado que su salario mínimo equivale más o menos a 70 euros al mes, frente por ejemplo a los aproximadamente 240 euros de Costa Rica.
A lo largo de estos años, muchos hombres y mujeres han sufrido los efectos sobre su salud de las durísimas condiciones de trabajo a las que están sometidos. Muchas mujeres sufren abortos (en San Pedro Sula, Honduras, las mujeres de las maquilas están dando a luz a los 6 ó 7 meses de embarazo) y algunas, como es el caso de Karla Manzanares, trabajadora de la empresa Jonh Garments, tienen que abortar en el baño de la empresa al no recibir el permiso solicitado a su supervisora para ir al médico.
El ritmo de trabajo, las altas normas de producción, el exceso de horas extras son una constante causa de accidentes de trabajo. A ello se suman unas deficientes instalaciones, con muy mala luz y ventilación que obligan a trabajar a altas temperaturas y sometidas a la exposición de productos tóxicos, con maquinarias peligrosas que no cuentan con mecanismos de seguridad y todo ello sin disponer siquiera de unos mínimos medios de protección individual, ya que los colectivos son una pura entelequia. A veces la empresa facilita equipos de protección para cuando hay aviso de que llega un inspector de trabajo y luego los retiran. El maltrato físico y psicológico está a la orden del día. Llegan a cerrar los baños para que no puedan ir nada más que cuando se autoriza. Ello supone a las mujeres todo tipo de problemas y vejaciones.
Pero no sólo esto. Constantemente se niega el derecho a ausentarse del trabajo para ir al médico cuando las trabajadoras se sienten enfermas. A lo más, desde la misma empresa se les dan pastillas de “Neofrén” para que puedan seguir trabajando. Los despidos de mujeres embarazadas están a la orden del día y recientemente el nuevo gobierno ha tenido que sacar un reglamento para impedirlo.
A pesar de las reclamaciones, no existen actividades preventivas en las empresas, ni se respeta la mínima normativa de seguridad e higiene. Por más que actualmente desde el Ministerio de Trabajo del nuevo gobierno sandinista se está manifestando la voluntad de cambiar las cosas, hasta ahora los recursos de la Inspección de Trabajo, además de ser muy insuficientes, no han actuado como debieran para asegurar el cumplimiento de las leyes. El resultado son tantos trabajadores lesionados y enfermos, como José Miranda trabajador de una empresa que sufrió graves quemaduras que lo dejaron marcado de por vida.
Los sindicatos estan intentando luchar contra toda esta precariedad laboral. Dada la dificultad para crear sindicatos desde dentro de las empresas por la represión a las que se somete a los trabajadores (o te compran o te echan). Actualmente hay ya organización sindical en más del 25% de las maquilas con la voluntad de realizar un trabajo sindical que obligue a mejorar las
condiciones de trabajo para así proteger mejor la salud, la dignidad y la autoestima de las trabajadoras.
Los derechos laborales no se respetan y sus condiciones de trabajo son especialmente duras. Las maquilas están extendidas por toda Centro América y el Caribe.
Ser trabajadora de una maquila es estar sometida a jornadas de trabajo extenuantes. La doble jornada es lo habitual. Además del trabajo en la fábrica las trabajadoras se ven obligadas a realizar todo el trabajo doméstico y familiar.
Los dueños de las maquilas tratan de impedir que los sindicatos entren en sus empresas para no tener que hacer ninguna restricción a las durísimas condiciones de trabajo que imponen. Asistimos constantemente al despido y represión de las sindicalistas que se atreven a alzar la voz. En otros países centroamericanos la represión es aún mayor. En Guatemala sólo en dosempresas maquiladoras se ha conseguido crear un sindicato y su supervivencia está amenazada. La violencia contra las sindicalistas es moneda habitual. Las empresas maquiladoras se trasladan de país, buscando pagar los menores salarios posibles y las leyes más flexibles y beneficiosas para sus intereses. Actualmente muchas se han instalado en Nicaragua dado que su salario mínimo equivale más o menos a 70 euros al mes, frente por ejemplo a los aproximadamente 240 euros de Costa Rica.
A lo largo de estos años, muchos hombres y mujeres han sufrido los efectos sobre su salud de las durísimas condiciones de trabajo a las que están sometidos. Muchas mujeres sufren abortos (en San Pedro Sula, Honduras, las mujeres de las maquilas están dando a luz a los 6 ó 7 meses de embarazo) y algunas, como es el caso de Karla Manzanares, trabajadora de la empresa Jonh Garments, tienen que abortar en el baño de la empresa al no recibir el permiso solicitado a su supervisora para ir al médico.
El ritmo de trabajo, las altas normas de producción, el exceso de horas extras son una constante causa de accidentes de trabajo. A ello se suman unas deficientes instalaciones, con muy mala luz y ventilación que obligan a trabajar a altas temperaturas y sometidas a la exposición de productos tóxicos, con maquinarias peligrosas que no cuentan con mecanismos de seguridad y todo ello sin disponer siquiera de unos mínimos medios de protección individual, ya que los colectivos son una pura entelequia. A veces la empresa facilita equipos de protección para cuando hay aviso de que llega un inspector de trabajo y luego los retiran. El maltrato físico y psicológico está a la orden del día. Llegan a cerrar los baños para que no puedan ir nada más que cuando se autoriza. Ello supone a las mujeres todo tipo de problemas y vejaciones.
Pero no sólo esto. Constantemente se niega el derecho a ausentarse del trabajo para ir al médico cuando las trabajadoras se sienten enfermas. A lo más, desde la misma empresa se les dan pastillas de “Neofrén” para que puedan seguir trabajando. Los despidos de mujeres embarazadas están a la orden del día y recientemente el nuevo gobierno ha tenido que sacar un reglamento para impedirlo.
A pesar de las reclamaciones, no existen actividades preventivas en las empresas, ni se respeta la mínima normativa de seguridad e higiene. Por más que actualmente desde el Ministerio de Trabajo del nuevo gobierno sandinista se está manifestando la voluntad de cambiar las cosas, hasta ahora los recursos de la Inspección de Trabajo, además de ser muy insuficientes, no han actuado como debieran para asegurar el cumplimiento de las leyes. El resultado son tantos trabajadores lesionados y enfermos, como José Miranda trabajador de una empresa que sufrió graves quemaduras que lo dejaron marcado de por vida.
Los sindicatos estan intentando luchar contra toda esta precariedad laboral. Dada la dificultad para crear sindicatos desde dentro de las empresas por la represión a las que se somete a los trabajadores (o te compran o te echan). Actualmente hay ya organización sindical en más del 25% de las maquilas con la voluntad de realizar un trabajo sindical que obligue a mejorar las
condiciones de trabajo para así proteger mejor la salud, la dignidad y la autoestima de las trabajadoras.