En España ya hay casi 11 millones de trabajadores mileuristas, o sea empleados que cobran menos de 13.400 euros al año. En contraste, los ejecutivos y grandes directivos de las principales empresas españolas cobran 891.000 euros anuales de media. De esta manera, la brecha salarial se amplía y cada uno de estos directivos viene a cobrar de media un sueldo equivalente al de 66,5 mileuristas. Con respecto al salario medio de los españoles (19.296 euros), los ejecutivos del Ibex-35, por ejemplo, cobran 46,2 veces más. Las diferencias económicas entre los mejor y los peor pagados se han multiplicado en los últimos años provocando una polarización del mercado de trabajo inédita hasta ahora.
Estos datos contrastan con las declaraciones realizadas este fin de semana por el ministro de Economía, Pedro Solbes, quien aseguró que los españoles deberían apostar por la estrategia económica de los socialistas porque ellos trabajan “por el bien de todos los españoles” y no “de unos accionistas”.
Desaparecen las clases medias
Cabe señalar que la polarización salarial no es exclusiva de España. Otros países, como es el caso de Alemania, también la están padeciendo y el debate público que ha generado sobre el futuro de las clases medias es un hecho. En España todavía no se ha iniciado ese debate, a pesar de que el fenómeno se muestra con toda la crudeza.
Al mismo tiempo, un estudio de la London School of Economics viene a explicar la polarización del mercado de trabajo al subrayar que la innovación tecnológica ha conseguido sustituir al trabajador en determinados puestos ‘de clase media’, pero no en aquellos relacionados con los negocios y las finanzas, o sea los mejor pagados.
Tampoco ha sustituido la innovación tecnológica los puestos de trabajo ligados a los servicios personales, como es el caso de la hostelería o el comercio, que suelen ser los puestos peor pagados.
El resultado de este proceso es que prácticamente han desaparecido los sueldos intermedios. Antes mucha gente cobraba unos 1.500 euros, pero ahora la gran masa cobra alrededor de los 1.000 euros o menos.
En cambio, los directivos y ejecutivos mejor pagados son menos que antes pero cobran mucho más.
Injusticia social
Este fenómeno de polarización salarial es, pues, una fuente de injusticia social. Así lo expresa la profesora Laborda cuando afirma que “es lógico que una persona más productiva tenga un sueldo alto, pero es una justificación poco social porque puede haber personas potencialmente muy productivas que no han encontrado un buen puesto donde desarrollar sus capacidades”.
Además, los altos directivos suelen tener otras fuentes de ingresos aparte de su sueldo, como las inversiones y rentas patrimoniales, mientras que los mileuristas tienen, como mucho, una hipoteca.
Así, el teórico sistema de redistribución de la riqueza sirve de poco o de nada.
Se debería inspeccionar con lupa algunos holdings consolidados fiscalmente, sociedades cautivas internacionales para centrifugar beneficios de un país a otro... todo ello explica en parte que algunos empresarios tengan bases fiscales inferiores a las de los trabajadores por cuenta ajena, lo que raya el insulto a la inteligencia.