Su nombre es Moszy, es africano y tiene 18 años, llegó a principios de agosto a Tenerife, como tant@s otr@s en balsas con inmigrantes que naufragan en las costas españolas en busca de una vida menos apremiante. Lo que diferencia a Moszy, de l@s demás 60 que llegaron en la balsa es su condición de negro, pero blanco, en realidad es albino y su condición ha puesto en peligro su vida. La piel de Moszy es casi transparente debido a la ausencia total de melanina, la sustancia que le da color. Ha realizado ya un pedido para que le concedan asilo político porque afirma que de donde proviene su vida corre peligro. “Mi cuerpo es codiciado para utilizarlo en rituales de brujería”, explica. Más allá de las dificultades de salud que enfrentan los albinos africanos debido a la intensa radiación ultravioleta en esa zona del planeta, deben afrontar inconvenientes mayores: la discriminación de sus compatriotas y las supersticiones locales. Los albin@s en África son considerad@s un mal augurio o un factor de buena suerte. Es lógico que tema por su vida, porque, según los distintos pueblos y etnias, su cuerpo puede ser objeto de sacrificio. La falta de pigmentación en la piel afecta a un@ de cada 20.000 personas de raza blanca, un porcentaje que aumenta hasta un@ de cada 4.000 entre l@s de raza negra. En África, l@s negr@s albin@s sufren numerosas enfermedades en la piel, que derivan en cáncer, y en la vista, que les llegan a causar ceguera. Pero ése no es el peor de sus temores. La situación de l@s albin@s en África varía según los países. En líneas generales son repudiad@s y expulsad@s de sus clanes, lo que ha originado la creación de varias ONG que acuden en su ayuda. Las matanzas que sufren l@s albin@s en Tanzania, donde cada año son asesinad@s entre 60 y 70 de ell@s en rituales. Sus dedos son utilizados como amuletos y con su sangre se elabora el muti, una bebida que preparan los brujos locales en la creencia de que trae fortuna.