jueves, 27 de agosto de 2009

Nuestros documentos


Artículo firmado por el dirigente andaluz de la CNT Vicente Ballester y 160 cenetistas más, presos en el penal del Puerto de Santa María.

Publicado en "La Tierra" el 12-2-1934.
Nuestra larga prisión no ha podido privarnos de la condición de militantes consecuentes de la CNT; las autoridades, con sus martirios y persecuciones, no han conseguido que abjuremos de nuestras ideas ni que desfallezca nuestro ánimo ni flaquee nuestra fe en el triunfo de la revolución; nadie puede, pues, poner en duda nuestro derecho a intervenir cuando la CNT se ve amenazada y punto de cometer una desviación lamentable que la deshonraría ante propios y extraños. Porque este es el caso concreto: si contribuimos a la formación de ese frente obrero, que ningún pretexto abona, hemos dejado nuestro apoliticismo para hacerle el caldo gordo a los vividores de la política , que con esta hábil añagaza tratan de producir determinado efecto, con vistas a las elecciones municipales. En ningún momento nos ha dominado el sectarismo; no es una aberración lo que nos lleva a oponernos resueltamente a la formación de esa unidad revolucionaria con elementos que de revolucionarios tienen muy poco, aunque sí mucho de voceros. Nosotros interpretamos el actual momento de forma distinta a aquellos que en nuestro campo creen en la eficiencia de esa unión. Es cierto que el fascismo avanza, pero este peligro no es inminente , España no es Italia, ni Alemania, ni pasa por las épocas que precedieron a la célebre marcha sobre Roma, ni al golpe de audacia de Hitler. Si actualmente se intentara una maniobra fascista, el pueblo lo adivinaría con su fino instinto y se opondría a ella, como sucedió el 10 de agosto, sin necesidad de pactos ni compromisos circunstanciales o definitivos; esto lo saben los propios fascistas y por ello no es de temer, de momento, ninguna pirueta. Necesita el fascismo, antes de entronizarse efectivamente, ganarse el corazón del pueblo, crearse un ambiente, laborar un programa corporativo, ya que han de ser las corporaciones y gremios la base del moderno fascio, sobre todo en España, donde la lucha social está tan agudizada por incomprensión patronal y por lo rudimentario de las industrias; para todo esto se precisa un lapso de tiempo más o menos largo, pero el suficiente para que los anarquistas, los hombres de la Confederación, desoyendo los cantos de sirena de los políticos, tanto más engañosos cuanto más gratos son a los oídos del pueblo, formemos nuestros cuadros de combate y, deduciendo las naturales enseñanzas de los pasados movimientos, rectifiquemos tácticas y métodos inadecuados; pero teniendo presente que el pacto de alianza con los políticos no es una rectificación, sino una claudicación, una dejación vergonzosa de nuestros postulados esenciales, en torno a los cuales se ha reunido un buen contingente de proletarios.

Fracaso de la democracia


El fracaso de la democracia es un hecho evidente en numerosos países; de esta manera lo han reconocido los anarquistas, que, a su vez, han hecho todo lo posible por hacerlo manifiesto a los ojos del pueblo, y cuando esto es así, resulta una inconsecuencia imperdonable el que transijamos con ciertos sectores para servir cándidamente sus apetencias de poder y de mando. Los anarquistas no pueden, sin mengua de su integridad, sin menoscabo a sus propias ideas y convicciones, pactar con ningún partido político, y la CNT, orientada e impulsada por los anarquistas, derivaría hacia la política, sin que una vez en la pendiente hubiera fuerza capaz de sostenerla tan pronto como tuviera lugar ese vil contubernio.
No somos partidarios de esas luchas bizantinas entre explotados; en el año 1919 se intentó una fusión entre los dos organismos obreros, y no fuimos ciertamente los anarquistas quienes la impedimos, y nadie puede tacharnos de escisionistas, como esos dos sectores, socialistas y comunistas, que pretenden ahora, con miras partidistas, esa unidad que en realidad no desean; pero nuestra ética revolucionaria, nuestra dignidad, nos impiden todo acercamiento con aquellos que en los años 1917, 19, 30 y 31 traicionaron la revolución y durante la dictadura colaboraron en los puestos oficiales con el dictador. Nunca borrón y cuenta nueva; los traidores reincidentes no pueden justificarse; su fraseología a nadie convence. Recordemos toda la obra de la República y veremos que ha sido el producto de esa coalición republicano-socialista que hoy propugna por la revolución democrática. Múltiples ocasiones se le han presentado a los socialistas para demostrar su revolucionarismo; todas las han traicionado, la última, no hace un mes aún. ¿Por qué? Porque su revolucionarismo es de doublé y está hecho a base de posturas y gestos teatrales. Hoy nos hablan del peligro fascista; recordemos cuántas veces les hemos dirigido, siempre con fundamento, semejante calificativo, y veremos cómo, en verdad, un pacto con cierta gente es imposible; si los hemos tachado de asesinos y traidores para hacer una revolución, que ni puede ni debe ser la nuestra, demostramos que mentimos cuando los calificamos tan duramente, y si, por el contrario, a pesar de saber lo que son, nos unimos a ellos, nuestra relajación es aún más grande; en ese frente, ni ellos podrían llegar a más ni nosotros a menos. Sabemos que la necesidad de esta unión ha tomado carácter oficial en nuestro organismo; pronto se celebrará un Pleno nacional de Regionales para decidir; como éste se pide con urgencia, sólo deseamos que se consulte a los Sindicatos o militantes de todas y cada una de las localidades, pues un asunto de esta monta no puede, o no debe al menos, quedar circunscrito a cuatro compadres; hay que responsabilizarse más y ser algo escrupulosos cuando se pone en juego la vida de una organización de tan limpio historial como la nuestra.

La iniciativa ha partido de la Regional del Centro

La iniciativa ha partido de la Regional del Centro al hacerse eco de un suelto publicado por El Socialista; sobre esos compañeros es posible que pese una educación política, sedimentos marxistas que puedan influir en su ánimo hasta el extremo de llevarlos a creer en la buena fe de los políticos insensibilizados por el hábito adquirido; pero como, indudablemente, ha de producir algún confusionismo, nosotros queremos desde el primer instante manifestar nuestra opinión en contra de semejante absurdo, por las razones enunciadas y otras que se sobreentienden; y al mismo tiempo recomendamos a todos los compañeros calma y serenidad para enjuiciar el actual momento. Hay que dominar el nerviosismo y reflexionar, pensando que no hay efecto sin causa y que la actitud de los socialistas no es más que el hepatismo que les han producido las últimas elecciones. La política y la prensa de izquierdas son responsables, hasta cierto punto, de que la CNT se lanzara a este último movimiento y de las consecuencias que el mismo ha tenido. La Confederación, al hacer su campaña abstencionista, no contrajo el compromiso de hacer la revolución, porque ya lo tenía contraído, porque ésa es su misión histórica, que cumplirá pese a todos. Sin embargo, se la hizo creer lo contrario, se la dijo que el pueblo le volvería la espalda, se llamaría a engaño si no se lanzaba inmediatamente a la revolución prometida, y cuando se lanzó, toda esa pléyade de asteroides que giran en torno a un acta, que tildaban a los confederados de vendidos al oro monárquico, esos partidos de izquierda nada hicieron sino condenar el movimiento y tratar a los vecinos de ilusos o criminales; esto lo preveíamos nosotros; no obstante, nada dijimos, ante la gravedad de los acontecimientos; pero hoy que nos encontramos frente a otra maniobra política, no queremos silenciar nuestro criterio. No; los anarquistas jamás podremos ir a luchar por la revolución democrática, cuya mezquindad de aspiraciones denota algún programa enunciado; los políticos van a nuestra anulación como factor y entidad revolucionaria y a la conquista de los Municipios en las próximas elecciones. Pero si es verdad que desean iniciar una revolución, que se lancen ellos, dando el pecho con gallardía, exponiéndose a la metralla de los guardadores del orden, en la seguridad de que todos los revolucionarios, o por lo menos la CNT, les seguirá en la revuelta, ganosa de tomar la iniciativa en los acontecimientos.

¡Trabajadores!: todos contra el fascismo, cualquiera que sea el color que lo clasifique. Contra la habilidad de los políticos, y frente a la reacción que avanza, ¡¡¡formemos el cuadro, anarquistas!!!

Prisión Central del Puerto de Santa María, 9 de enero de 1934