Entre 2009 y 2014, mientras los
presupuestos de sanidad, educación, dependencia o desempleo eran
recortados, el importe de la asignación tributaria para la Iglesia católica, permaneció
prácticamente intacto.
La Conferencia Episcopal Española, obtuvo casi 2.500 millones de euros a través de la asignación tributaria sólo durante los diez primeros años de vigencia de este procedimiento, pactado en 2006 entre el máximo órgano de representación de los obispos y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Así consta en las memorias de actividades que la CEE publica anualmente y cuya última entrega, presentada hace unos días, se corresponde al ejercicio de 2016. A esa cantidad hay que añadir la devengada en 2017 y la de este año, con lo que el montante total de la asignación tributaria debe de rondar ya los 3.000 millones.
En virtud de dicho procedimiento, el Gobierno entrega cada año a la cúpula de la Iglesia católica una cantidad que depende del número y volumen de renta de los contribuyentes que marquen la casilla dedicada a tal fin en la declaración del IRPF. Eso no supone para ellos ningún coste adicional, sino que lo pagan todos los españoles con cargo a los Presupuestos Generales
La cuantía de la asignación tributaria se ha mantenido desde 2007 en el entorno de los 250 millones anuales, siendo la más baja la de ese primer año (242,1 millones) y la más alta la de 2016 (256,6 millones). Ni siquiera en los peores momentos de la crisis económica, cuando las cuentas del Estados fueron víctima de fuertes tijeretazos, la financiación de la Iglesia se resintió de forma significativa.
Entre 2009 y 2014, mientras los presupuestos de sanidad, educación, dependencia o desempleo eran recortados, el importe de la asignación tributaria permaneció prácticamente intacto. Incluso en 2012, el año en que España tuvo que demandar ayuda internacional urgente para rescatar al sistema financiero, la CEE obtuvo por ese concepto 248,5 millones de euros.
El dinero de la asignación tributaria se destina básicamente a sufragar los gastos de funcionamiento de la Iglesia (sueldo de los propios obispos, Seguridad Social del clero, actividades pastorales) y en su mayor parte se canaliza a través de las diócesis. A Cáritas, sin embargo, sólo van a parar unos seis millones anuales, que apenas suponen el 2% de los ingresos de esta organización no gubernamental de orientación católica.
Más generosa es la CEE con otros proyectos, como el sostenimiento de la televisión ultraderechista 13Tv, que ha generado numerosas pérdidas desde su creación y que sólo en 2016 necesitó una aportación extraordinaria de nueve millones de euros para evitar su quiebra.
La asignación tributaria no es el único ingreso que la Iglesia católica recibe del Estado: los conciertos educativos, la compensación por asistencia sanitaria, la conservación del patrimonio, los salarios de los profesores de religión o los beneficios fiscales también salen de las arcas públicas y rondan los 11.000 millones de euros anuales.
Así consta en las memorias de actividades que la CEE publica anualmente y cuya última entrega, presentada hace unos días, se corresponde al ejercicio de 2016. A esa cantidad hay que añadir la devengada en 2017 y la de este año, con lo que el montante total de la asignación tributaria debe de rondar ya los 3.000 millones.
En virtud de dicho procedimiento, el Gobierno entrega cada año a la cúpula de la Iglesia católica una cantidad que depende del número y volumen de renta de los contribuyentes que marquen la casilla dedicada a tal fin en la declaración del IRPF. Eso no supone para ellos ningún coste adicional, sino que lo pagan todos los españoles con cargo a los Presupuestos Generales
La cuantía de la asignación tributaria se ha mantenido desde 2007 en el entorno de los 250 millones anuales, siendo la más baja la de ese primer año (242,1 millones) y la más alta la de 2016 (256,6 millones). Ni siquiera en los peores momentos de la crisis económica, cuando las cuentas del Estados fueron víctima de fuertes tijeretazos, la financiación de la Iglesia se resintió de forma significativa.
Entre 2009 y 2014, mientras los presupuestos de sanidad, educación, dependencia o desempleo eran recortados, el importe de la asignación tributaria permaneció prácticamente intacto. Incluso en 2012, el año en que España tuvo que demandar ayuda internacional urgente para rescatar al sistema financiero, la CEE obtuvo por ese concepto 248,5 millones de euros.
El dinero de la asignación tributaria se destina básicamente a sufragar los gastos de funcionamiento de la Iglesia (sueldo de los propios obispos, Seguridad Social del clero, actividades pastorales) y en su mayor parte se canaliza a través de las diócesis. A Cáritas, sin embargo, sólo van a parar unos seis millones anuales, que apenas suponen el 2% de los ingresos de esta organización no gubernamental de orientación católica.
Más generosa es la CEE con otros proyectos, como el sostenimiento de la televisión ultraderechista 13Tv, que ha generado numerosas pérdidas desde su creación y que sólo en 2016 necesitó una aportación extraordinaria de nueve millones de euros para evitar su quiebra.
La asignación tributaria no es el único ingreso que la Iglesia católica recibe del Estado: los conciertos educativos, la compensación por asistencia sanitaria, la conservación del patrimonio, los salarios de los profesores de religión o los beneficios fiscales también salen de las arcas públicas y rondan los 11.000 millones de euros anuales.